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Comisión Nacional De Bioética


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2014  •  1.425 Palabras (6 Páginas)  •  271 Visitas

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COMISIÓN NACIONAL DE BIOÉTICA

Fernando García Díaz

“Se trata también y sobre todo de asumir como un principio, que la verdad no la posee nadie a priori, que hemos de irla conquistando todos en conjunto y colaborativamente y que, por tanto, tenemos que dar razones de las posturas que mantenemos, escuchar y entender las razones de los demás, y de ese modo ir ajustando y modificando las nuestras. De lo que se trata, pues, es de deliberar en conjunto, a fin de llegar a soluciones más matizadas y correctas”

Diego Gracia

A.M.G.H., habitante de un pequeño pueblo al interior de la Región del Maule, fue diagnosticada de leucemia mieloide aguda cuando recién cumplía los 16 años. Tratada; cuando la enfermedad había logrado un avanzado proceso de remisión, y A.M.G.H. se sentía mucho mejor, abandonó el tratamiento. Hoy, con 17 años, llega nuevamente al hospital, ahora con un cuadro más grave y un embarazo de 09 semanas. Hay días en que se muestra dispuesta a recibir quimioterapia, y otros en que la rechaza tajantemente. ¿Qué hacer al respecto? Si queremos salvar a A.M.G.D no queda mucho tiempo para decidir…

Problemas como estos no son infrecuentes en cualquier establecimiento hospitalario público. Las decisiones no son exclusivamente técnicas y por el contrario, más bien son claramente bioéticas. Limitar o no el esfuerzo terapéutico a determinados enfermos con mal pronóstico, dar o no de alta a pacientes terminales, decidir extensión de medidas paliativas, cuándo y cómo informar al paciente sobre su condición y pronóstico, cómo y cuándo solicitar órganos para trasplante, cómo asignar recursos limitados, bajo qué condiciones exigir el consentimiento informado, qué hacer cuando por razones ideológicas (religiosas o de otro tipo) se rechaza un determinado tratamiento y se solicita uno muchísimo más oneroso, son algunos de los problemas con que hoy se enfrenta a diario el profesional de la salud. Aborto, eugenesia, almacenamiento de células madres, manipulación genética, son temas que cada cierto emergen en la discusión nacional.

La bioética surgió en los años 70 en Estados Unidos, como consecuencia de la conjugación de varios factores, entre los que debemos recordar: la toma de conciencia de varios experimentos atentatorios contra los derechos humanos más básicos en ese país (infección deliberada con el virus de la hepatitis a niños con discapacidad mental, en 1956, en Staten Island, New York; inyección deliberada de células cancerosas a 22 pacientes ancianos, en el Hospital Judío de Enfermos Crónicos de Nueva York, así como la mantención de un estudio, destinado a conocer la evolución natural de la sífilis, efectuado en población negra, que implicó el negar antibióticos a cientos de pacientes, durante 4 décadas, en el servicio público de salud de Tuskegee, entre otros), la implementación de tecnologías caras y complejas que planteaban nuevos y desconocidos problemas (máquina de hemodiálisis o respirador artificial, que podían “conectarse o desconectarse”, por ejemplo.), y por sobre todo, la implementación de una relación médico paciente que abandonaba el modelo paternalista (el médico es el que sabe que es lo mejor para el “paciente”, y por tanto él decide todo), por asumir una más democrática e igualitaria, que reconoce y respeta la autonomía del paciente y que le reconoce el derecho a tomar las decisiones sobre su propio cuerpo, cuya máxima expresión es precisamente el “consentimiento informado”.

La necesidad de comisiones que desde la perspectiva ética deliberaran sobre éstos y otros problemas, quedó jurisprudencialmente de manifiesto en la sentencia de la Corte Suprema de New Jersey, que en 1976 autorizó la decisión de los padres, de desconectar del respirador artificial a Karen Ann Quinlan, quien en medio de una estricta dieta para bajar de peso y utilizar un vestido recientemente comprado, producto de una mezcla de alcohol y Valium, sufrió un prolongado fallo respiratorio que le ocasionó un estado vegetativo prolongado. En aquella oportunidad la resolución judicial propuso la creación de instancias médicas para conocer de estas situaciones.

En Chile, luego de múltiples discusiones y modificaciones, incluyendo vetos de por medio, en septiembre del 2006, el Diario Oficial publicaba la ley 20.120, que había ingresado el 12 de marzo de 1997 como iniciativa parlamentaria al Senado. Así, después de más de 9 años de una compleja discusión, un proyecto misceláneo, que abordaba temas complejos, vinculados especialmente a lo que se ha dado en llamar “temas valóricos”, se transformaba en ley de la república. Entre las diferentes materias de que trata esta ley, se crea y regula una “Comisión Nacional de Bioética” (CNB), entre cuyas funciones esenciales está el “…asesorar a los distintos Poderes del Estado en los asuntos éticos que se presenten como producto de los avances científicos y tecnológicos en biomedicina…”(art. 16)

Las Comisiones de Bioética tienen ya una tradición de varias décadas en el mundo occidental, y hoy se encuentra su constitución recomendada por Naciones Unidas, a través de la UNESCO.

En la actualidad es posible distinguir comisiones de bioética con diferentes características. Desde una perspectiva funcional, esto es, considerando cuales son las actividades que están llamadas a desarrollar, Naciones Unidas distingue 4 tipos de Comisiones de Bioética. Por un lado están los Comités de Bioética de Asociaciones Profesionales (médicos, enfermeras, etc.), los más tradicionales; por otro los Comités de Ética Médica u Hospitalaria, también llamados Comités Asistenciales, básicamente aquellos que se constituyen en torno a la actividad curativa médica (Hospital, Clínica, etc.) y sus principales funciones dicen relación con el estudio de las situaciones éticamente complejas referidas a la atención concreta de pacientes, los Comités de Ética en Investigación Científica, dedicados precisamente a poner límites éticos a la investigación, especialmente con humanos, aunque también algunos vigilan el cumplimiento de los principios éticos en la investigación en animales. Una última categoría, dentro de este criterio funcional la constituyen los Comités de Bioética de carácter consultivo y/o normativo, (CNC) a la que corresponde la comisión creada en la ley que comentamos.

En abril del año 2012, se publicaba en el Diario Oficial la Ley 20.584, que regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en salud y en cuyos artículos 17 al 22, regula la creación y funcionamiento de Comités de Ética destinados al análisis de situaciones clínicas

Es decir, nuestra legislación reconoce, crea y regula el funcionamiento de las comisiones de bioética, incluyendo aquella cuya función esencial es asesorar a los poderes del estado sobre la materia. El único problema en este ámbito, es que 14 años después que se presentara el proyecto de ley y 7 después que se promulgara la ley, AÚN NO SE CONSTITUYE LA COMISIÓN NACIONAL DE BIOÉTICA.

Es cierto que la ley es mala, que la descripción de las funciones de la Comisión es pobre, limitada, que el número de integrantes (9) es insuficiente si se considera la magnitud de los problemas a abordar y la diversidad que una comisión de esta naturaleza requiere, que la exigencia de que todos ellos sean “…profesionales, expertos en bioética…”, es errónea y peligrosa, que contradice la esencia misma de la disciplina, las recomendaciones de Naciones Unidas sobre la materia, y no asegura los requisitos de representatividad, independencia, estabilidad y predisposición al diálogo que si son necesarios, que la carencia absoluta de recursos atenta contra su eficacia, en fin…, es cierto que hoy la se necesita una modificación completa de la ley sobre estas materias; pero también es cierto que la solución no es que no se implemente, sino que se corrijan los errores y pronto empiece a funcionar.

La situación hoy sin embargo nos resulta esperanzadora.

Desde luego hay cada vez más conciencia en el ámbito de la salud, sobre la importancia de la bioética como elemento esencial en la formación de los profesionales y los no profesionales, y de la necesidad de la comisiones al interior de los centros de salud. Por otro lado, la ley 20.584, a que hemos hecho referencia, no sólo exige la implementación de estos comités, sino que ha ido potenciando más el rol de los pacientes, quienes ya empiezan a exigir pronunciamientos al respecto.

Por último, a quienes pueden estimar que hay otras prioridades más relevantes, recordamos que la ética, como dijo Sócrates, no trata de “una insignificancia, sino de cómo debemos vivir”, y la bioética, también de cómo debemos morir.

Creemos que ha llegado el momento de volver a pensar en serio la posibilidad de tener una Comisión Nacional de Bioética. De ser así, casos como el de A.M.G.H. seguirían presentándose, pero tendríamos lineamientos más claros, patrones de conducta más generales, y en definitiva, podríamos tomar más rápido y mejores decisiones.

Fernando García Díaz

Abogado, MG. en D.

Prof. D. Penal y

Miembro del Comité de Bioética de un hospital público.

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