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Discurso De Objeto Y Del Sujeto


Enviado por   •  9 de Agosto de 2011  •  3.397 Palabras (14 Páginas)  •  1.238 Visitas

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Filosofía del lenguaje

  Discurso de objeto y discurso de sujeto

 

 

El discurso de objeto, más típico de las ciencias formales y las naturales, recorta esencias, mientras que el discurso de sujeto, más propio de las ciencias culturales, explora complejidades. Ambos discursos tienen sus limitaciones para dar cuenta acabada de su objeto de conocimiento, pero también tienen sus ventajas porque permiten la transformación de dicho referente.

  La palabra le fue dada al hombre para encubrir su pensamiento. Talleyrand

 

Cuando intentamos definir "hombre" como animal racional, estamos dando indudablemente una definición inequívoca, precisa: sabemos que hay cosas que son solamente animales (una jirafa), y cosas que son solamente racionales (una computadora), pero algo que sea al mismo tiempo animal y racional... es solamente el hombre.

Desde ya, no es esta la única manera de definir al hombre. También podríamos definirlo como un bípedo capaz de reír: bípedos hay muchos (una gallina, por ejemplo), y hay también cosas que se ríen (como por ejemplo la maquinita que reproduce el sonido de una risa, o una hiena). Pero solamente el hombre reúne ambas características: pararse en dos piernas y reír.

Con estos mismos criterios, también podemos definir al hombre como un bípedo implume, por ser el único ser que camina en dos extremidades y no tiene plumas, con lo cual nunca habremos de confundir al hombre con un avestruz. Sin embargo...

Se cuenta que los sucesores de Platón en la Academia de Atenas "dedicaron mucho tiempo y meditación al problema de definir la palabra 'hombre'. Finalmente decidieron que significaba 'bípedo implume'. Estaban muy satisfechos de esta definición hasta que Diógenes desplumó un pollo y lo arrojó dentro de la Academia por encima de la muralla. Era indudable que se trataba de un bípedo implume, pero era también indudable que no se trataba de un hombre" (1).

En este punto nos preguntamos: ¿alcanza cualquiera de estas definiciones para dar cuenta íntegramente de toda la complejidad del hombre, o si se quiere de la naturaleza humana? La historia nos dice que no: los griegos habían definido hace dos mil años al hombre como animal racional, pero esta escueta definición parece no haber conformado a muchos, ya que desde entonces se inventaron cientos de sistemas antropológicos para dar cuenta de la quididad humana: Cassirer, por dar algún ejemplo, señaló que la racionalidad es un atributo insuficiente para definir al hombre, y que debemos considerarlo mas bien como un 'animal simbólico' (2).

Pero no nos dejemos invadir en este momento por la desazón cartesiana de dudar de toda teoría anterior por el hecho de que tarde o temprano vaya a quedar criticada y superada por otra teoría también dudosa e insuficiente, y reflexionemos algo más sobre la cuestión.

Podemos ir concluyendo hasta aquí que existe cierto tipo de lenguaje o de discurso que resulta insuficiente para el conocimiento total del hombre (suponiendo que esto fuera posible). Este discurso insuficiente es el "discurso de objeto", un discurso que indudablemente recorta lo que juzga esencial del hombre, pero que sin embargo no explora toda su riqueza y complejidad. Ejemplos de este tipo de discurso son el aristótelico, que define el hombre a partir de un género próximo y una diferencia específica; un discurso derivado del anterior: el discurso taxonómico de la biología que define hombre como 'homo sapiens'; y el discurso fenomenológico de Husserl, que intenta también describir esencias.

Necesitaremos entonces, otro discurso que pueda dar cuenta toda la complejidad de la naturaleza humana, y que pueda superar la limitación del discurso de objeto que, en su afán de esencializar, pierde detalles que pueden ser fundamentales. Este discurso ha sido calificado como "discurso de sujeto". Un lenguaje de este tipo no toma al hombre como un objeto susceptible de ser recortado en categorías ontológicas, sino que pretende tomarlo como sujeto mismo, como lo que 'realmente' es.

El discurso de sujeto intenta aproximaciones ontológicas hacia lo óntico. Pero, ¿qué quiere decir esto? Para entenderlo diferenciemos lo óntico de lo ontológico.

Lo óntico, en el presente contexto, es lo que la realidad es en sí misma. Como el discurso de sujeto tiene como referente la realidad humana, lo óntico de este discurso es el hombre tal cual es. Desde tal punto de vista, este nivel óntico es incognoscible, y equivale a lo que Lacan llamaba lo real en su sentido epistemológico (5), o lo que Kant llamaba el nóumeno. Nadie tiene la suficiente objetividad y profundidad como para aprehender lo que el hombre realmente es, como lo prueban la diversidad de discursos antropológicos que aparecieron, aparecen y presumiblemente seguirán apareciendo.

Pero lo que sí intenta el discurso de sujeto son aproximaciones ontológicas hacia esa realidad incognoscible, realidad que aparece entonces como una especie de idea regulativa, es decir, como un ideal que se busca como meta, pero que nunca termina de alcanzarse.

Ambos discursos -de objeto y de sujeto- intentan aprehender al hombre, aunque de distinta manera: el discurso de objeto está prisionero de la ilusión de creer que sus categorías ontológicas agotan todo el sentido del ser hombre, o, si se quiere, de la ilusión de haber alcanzado lo óntico, mientras que el discurso de sujeto transita una permanente incertidumbre en tanto se percata de la imposibilidad del cumplimiento óntico del conocimiento de lo humano, y, tal como ocurre como el deseo en sentido freudiano, cuanto más intenta aludir al sujeto, más lo elude, ya que la tensión deseante implica también la búsqueda de un cumplimiento óntico (la realización efectiva del deseo), búsqueda que termina siempre con realizaciones sustitutivas.

El discurso de objeto se conforma con la definición esencial y la clasificación minuciosa, mientras que el discurso de sujeto es más ambicioso, para lo cual debe pagar el precio de la imprecisión y la complejidad, como puede verse en los discursos de Nietszche o de Lacan. El discurso de objeto detiene el curso del conocimiento en definiciones estáticas y precisas, mientras que el discurso de sujeto lo deja fluír, desconfiando de las definiciones siempre muy acotadas y de las clasificaciones que dividen la realidad en partes en que ella no está dividida. Ambos discursos no aparecen solamente en el ámbito de la ciencia, sino también en el discurso filosófico, en el cotidiano, y también en el periodístico: en el

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