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EL ENSAYO


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2014  •  13.612 Palabras (55 Páginas)  •  215 Visitas

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EL ENSAYO

¿Qué es el ensayo?

El ensayo es para algunos autores una familia de formas discursivas o tipo de textos en prosa en los que se despliega una opinión, un juicio, una visión personal de un cierto estado del mundo fundamentada en la propia experiencia y las propias indagaciones sobre alguna cuestión. Muchos debates se centran en torno de su carácter: clase de textos, género, archigénero, forma discursiva, tipo de enunciado, e incluso antigénero, género paradójico, etc. Si se me pidiera sugerir una caracterización del ensayo, atendería a su carácter predominantemente no ficcional, en cuanto discurso reflexivo (Paquette) dedicado a la interpretación de objetos culturales y valores-signo, a su capacidad de convertir todo tema en problema, a esa doble perspectiva que envía al mundo a la vez que a su mirador, y a su quehacer básico, que consiste en hacer una interpretación de toda interpretación. El ensayo apela a conceptos y símbolos preformados culturalmente que almacenan significados sociales y no son, por tanto, neutrales, y los reinterpreta desde su propio mirador, para ofrecer metafóricamente una ejemplificación —en el sentido central que otorga al término Nelson Goodman— de una forma de entender el mundo propia de una comunidad específica y retomar las leyes de formación, al instituido instituyente, a la ley detrás de la ley subyacente a una sociedad. En cuanto a los estudios filológicos dedicados a la voz de origen, “ensayo”, tradicionalmente relacionada con un término del bajo latín que alude a “prueba, intento, examen”, y del cual habría derivado, en la obra de Montaigne, el sustantivo “ensayo”, se ha abierto una nueva oleada de trabajos que revisaremos brevemente.

Algunas caracterizaciones

Para explorar esos elementos mínimos que constituyen el ensayo podemos tomar varios caminos. Uno de ellos, el que tenemos más a la mano, es la búsqueda en diccionarios. ¿Cómo se define usualmente el término en los principales diccionarios? Para el Diccionario de Autoridades, se trata de la “inspección, reconocimiento y examen del estado de las cosas”. Para el Diccionario de la Real Academia Española, se trata de un “Escrito generalmente breve, sin el aparato ni la extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia”. La Enciclopedia Británica lo caracteriza como “prosa no ficcional”. Y para el Diccionario Webster, se trata de una “Composición literaria breve que trata de un solo tema, por lo común desde un punto de vista personal y sin intentar ser más completa”.

El “acta de nacimiento” del ensayo

A diferencia de otras clases de texto, el nacimiento del ensayo en su forma moderna puede datarse y localizarse perfectamente, de tal modo que cuenta, por así decirlo, con un “acta de nacimiento”. En efecto, en 1580 se publica el primer tomo de los Essais de Michel de Montaigne, quien emplea por primera vez de manera propositiva el término. Claro que existen largos debates en torno de los antecedentes del ensayo, que algunos críticos rastrean hasta el propio Sócrates, en cuanto es el primero en dejar testimonio de una visión personal y una perspectiva crítica del mundo por oposición a los saberes de la tradición y de la retórica en uso. Pero, insistimos, es Montaigne el padre del ensayo en sentido moderno, pionero de un largo proceso en el cual comienza a desarrollarse de manera irreversible esa larga transformación que vive el mundo a partir del Renacimiento: afirmación del yo y de sus potencialidades de conocimiento: juicio, razón, experiencia, secularización, se van abriendo lentamente paso respecto de los saberes admitidos.

Leamos un fragmento del Ensayo L de Montaigne, “De Demócrito y Heráclito”, donde se da por primera vez una caracterización del quehacer que se lleva a cabo en este tipo de textos:

Es el juicio un instrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos; por eso yo lo ejercito en toda ocasión en estos Ensayos. Si se trata de una materia que no entiendo, con mayor razón empleo en ella mi discernimiento, sondeando el vado de muy lejos; luego, si lo encuentro demasiado profundo para mi estatura, me detengo en la orilla. El convencimiento de no poder ir más allá es un signo del valor del juicio, y de los de mayor consideración. A veces imagino dar cuerpo a un asunto baladí e insignificante, buscando en qué apoyarlo y consolidarlo; otras, mis reflexiones pasan de un asunto noble y discutido en que nada nuevo puede hallarse, puesto que el camino está tan trillado, que no hay más recurso que seguir la pista que otros recorrieron. En los primeros el juicio se encuentra como a sus anchas, escoge el camino que mejor se le antoja, y entre mil senderos delibera que éste o aquél son los más convenientes. Elijo de preferencia el primer argumento; todos para mí son igualmente buenos, y nunca formo el designo de agotar los asuntos, pues ninguno se ofrece por entero a mi consideración: no declaran otro tanto los que nos prometen tratar todos los aspectos de las cosas. De cien carices que cada una ofrece, escojo uno, ya para acariciarlo solamente, ya para desflorarlo, a veces para penetrar hasta la médula; reflexiono sobre las cosas, no con amplitud, sino con toda la profundidad de que soy capaz, y las más de las veces tiendo a examinarlas por el lado más inusitado que ofrecen. Aventuraríame a tratar a fondo de alguna materia si me conociera menos y tuviera una idea errónea de mi valer. Desparramando aquí una frase, allá otra, como partes separadas del conjunto, desviadas, sin designio ni plan, no estoy obligado a ser perfecto ni a concentrarme en una sola materia; varío cuando bien me place, entregándome a la duda y a la incertidumbre, y a mi manera habitual, que es la ignorancia.[i]

Los orígenes del término

Otro camino posible para indagar el ensayo es rastrear el origen de la palabra y su significado. En cuanto a los estudios filológicos dedicados a la voz de origen, “ensayo”, tradicionalmente relacionada con un término del bajo latín que alude a “prueba, intento, examen”, y del cual habría derivado, en la obra de Montaigne, el sustantivo “ensayo”, se ha abierto una nueva oleada de trabajos que revisaremos brevemente.

‘Ensayo’ proviene del término ‘exagium’, del latín tardío, pero no basta esta observación mínima para entender el modo en que, con Montaigne y Bacon, se carga de un nuevo significado. Exagium significa tanto pesar de manera exacta como, por extensión, prueba, intento y luego examen. El lexema ensayo y el verbo ensayar, “tratar, probar”, ya existían en diversas expresiones, pero con el surgimiento de un marcado interés por la observación y la experimentación a partir del renacimiento, se cargó de nuevos sentidos. De este modo, “ensayo” puede

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