ESTOICISMO La ontología estoica: cuerpos e incorpóreos

ESTOICISMO

La ontología estoica: cuerpos e incorpóreos.

Para los estoicos, el alma constituye un ente material, que está íntimamente unido al cuerpo. De manera que, todo lo que suceda en el alma, tiene que explicarse por medio de una modificación en la materia.                                                                                                                                                                -El primer argumento para sostener esta idea es la noción de herencia. De esta forma, se dice que no solo nacemos parecidos a nuestros progenitores en cuanto al cuerpo, sino también en cuanto al alma: en las pasiones, caracteres y disposiciones. Como lo similar y lo disimilar es proprio de lo corpóreo, y no de lo incorpóreo, el alma es un cuerpo.                                                                                Nemesio, por su parte, hace una crítica diciendo que la similitud y la diferencia no son privativas de lo corpóreo, sino que también se dan en lo incorpóreo, como en los números, por ejemplo.  Sin embargo, esta crítica no logra refutar el argumento estoico, dado que, para ellos, la similitud y la diferencia en lo corpóreo también implica una continuidad en el ámbito psicológico, de las pasiones y la acción, que se da al momento de la concepción, y es sólo aplicable a los cuerpos.    Por otra parte, si lo incorpóreo no puede entrar en relación con lo corpóreo, y viceversa, pero el alma puede entrar en relación con el cuerpo, entonces el alma es un cuerpo. Es por esto que se justifica que las reacciones físicas estén ligadas a las anímicas.                                                                     -El segundo argumento sostiene que, como la muerte es la separación del alma del cuerpo, entonces el alma es un cuerpo, puesto que lo incorpóreo no puede separarse de lo corpóreo, ya que no se contacta con él. En oposición, el alma se conecta, y puede dividirse del cuerpo. La crítica de Nemesio apunta a que lo incorpóreo también se conecta con lo corpóreo, ya que una línea puede atravesar un cuerpo. El problema es que para los estoicos, una línea es incorpórea, por lo que instantáneamente pierde el valor de existente.

La función del hegemonikón

El alma no admite divisiones, sino que al hablar de partes, se refiere a un sentido analógico. Pero, hacia el interior de ella existen una serie de divisiones o procesos: entre el hegemonikón, que es la parte racional, la más alta del alma, o parte rectora, que produce impresiones, asentimientos, sensaciones e impulsos, y el resto. Desde él, hay siete partes que crecen y tienden hacia el cuerpo. Cinco son los sentidos: vista, olfato, oído, gusto y tacto. Uno de los dos restantes es la semilla, que es el aliento que tiende desde el hegemonikón hacia los genitales, y el otro es el phonâen, también llamado voz, que tiende desde el hegemonikón hacia la faringe, la lengua, y los órganos apropiados.                                                                                                                                                                      La comunicación entre estas partes se da por el pneûma, el aliento vital que constituye el elemento que anima el cuerpo y lo conecta con el cosmos. Por otra parte, a diferencia de Platón, entre estas distintas partes del alma no hay tensiones opuestas, sino que toda acción que parta del hegemonikón dependerá de la elección y responsabilidad del hombre, ya que la parte rectora la constituye el raciocinio.

Los estoicos tienen una noción empirista, puesto que eliminan cualquier posibilidad de innatismo cuando el hombre nace. De manera que, el hombre, al nacer, tiene el hegemoneikón como un papel en blanco. A partir de esto, las sensaciones impactan en el hegemonikón, formando impresiones sensibles, que se inscriben repetidamente para formar la memoria, es decir, el recuerdo de los datos exteriores que ya no están. Estas impresiones, por otra parte, no son sólo imágenes o copias de lo externo, sino que se estructuran lingüísticamente en forma coherente, de modo que el hegemonikón pueda operar con ellas. Cuando se producen muchas huellas mnémicas, sobreviene la experiencia, que forma la base para la constitución del proceso noético.

Aecio dice que las nociones pueden formarse de dos formas.                                                                                Una de ellas es la referente al proceso en el que las impresiones se inscriben en el alma, para formar la experiencia, y a partir de ella, las nociones. Éstas son llamadas preconceptos (prolépseis), dado que surgen naturalmente, y se forman a partir de la aprehensión de distintos particulares concretos, para generar una noción universal que permita inteligir en modo general la aparición de otro objeto de esa clase. Estos preconceptos servirían de base para el desarrollo de procesos más complejos propios de la razón madura. Aecio estima que esta característica de la razón se completa a los 7 años.                                                                                                                               Por otra parte, existen también las nociones comunes (koinaî énnoiai), que constituyen un rasgo de universalidad presente en la mente de todos los hombres, acerca de la existencia de dios. Estas nociones comunes no implican una síntesis de diversos objetos que propicien el paso a la razón madura, sino nociones simples que aparecen en la mente de cualquier hombre, en cualquier contexto.                                                                                                                                                                 La otra se produce por medio del aprendizaje y la atención, y estas son llamadas propiamente nociones (énnoia). El paso a los énnoia, propios de la razón madura, se producen a través de la formación de los preconceptos, por lo que también podrían ser llamadas nociones complejas.          

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