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El Cuerpo, Objeto De Normas Ilustradas.


Enviado por   •  18 de Marzo de 2015  •  7.197 Palabras (29 Páginas)  •  224 Visitas

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Los niveles de acción del sistema sexo género comienzan claramente sobre el cuerpo, en él se inscriben las primeras normas y expectativas de género de acuerdo a funciones y actitudes culturalmente asignadas a cada sexo, las cualidades biológicas son leídas culturalmente. En esa forma específicamente humana de traducir características biológicas como contenido social está enmarcada la movilidad del concepto cuerpo. Se trata de un término entendible sólo contextualmente.

El cuerpo como tal no es una experiencia universal, para muchas culturas no existía un signo que respondiera a este significado hasta la violenta llegada de la cultura euro-occidental a su contexto geográfico, y la evangelización forzosa que esta llevó a cabo. El sociólogo y antropólogo del cuerpo David le Bretón, tipifica a estas culturas como sociedades tradicionales con un componente comunitario, dónde el estatus de la persona se subordina al colectivo . Es en este sentido que el cuerpo funciona como factor de individuación, de acuerdo con la tenencia del término se marca el paso cultural de pensarse como parte de una comunidad, a pensarse como individuo dentro de una sociedad. Asumirlo implica una delimitación física de la soberanía individual.

El significante “cuerpo” es una ficción (lo que no le resta un ápice de realidad), un ficción culturalmente operante, viva. El cuerpo desaparece total y permanentemente en la trama de la simbología social que le proporciona significación y que erige el conjunto de las etiquetas de rigor en las diferentes situaciones de la vida personal y colectiva. Es decir “el cuerpo no existe en estado natural siempre está inserto en la trama de sentido” .

El cuerpo es una construcción simbólica, eso permite entender la inmediatez de los mecanismos de eficacia simbólica con que actúa. Esto no soslaya ni niega la existencia y/o pertinencia del fenómeno biológico como una realidad que determina a todo ser vivo (y para el género la indiscutible importancia del sexo como parte de esa realidad) pero la biología codifica esa realidad con otras construcciones teóricas como soma, morfología, fenotipo genotipo, etc. Y cuando se ha usado el vocablo cuerpo fuera de la ciencia (la física por ejemplo tiene su propio uso y definición de este vocablo) casi siempre alude al humano, cargado de valores semióticos.

Esta manera de entender al cuerpo tiene sus ventajas respecto a otras en las ciencias sociales; por ejemplo, no es necesario recurrir al dicotómico mecanismo interpretativo psiche-soma como hace Levi-Strauss. Además, hacerlo implica asumir presupuestos cartesianos (que se explica más adelante) limitando la capacidad interpretativa en tanto que no permiten el distanciamiento hermenéutico del objeto estudiado.

Es entonces de interés para este capítulo todo lo que de una forma u otra el imaginario social modifica los usos y funciones del cuerpo, la forma de relacionarse con el mismo, las normas que le son impuestas o levantadas, etc. En razón de lo que pueda dictar la ideología de género de la época.

2.1- El concepto cuerpo para la euro-occidentalidad del siglo XVIII.

La dualidad cartesiana cuerpo-mente (alma), va a marcar permanentemente al proyecto ideológico de la modernidad. No se trata de algo nuevo, desde la filosofía clásica griega, incluso de antes ya existía este tipo de dualidad instituida incluso en las mentalidades de las personas que consumían los productos culturales que legitimaban esa realidad. El orfismo, el platonismo, el cristianismo, el neoplatonismo, el estoicismo, etc., son ejemplos que confirman el anterior enunciado. Pero eso no es todo, Descartes no está iniciando esta manera de entender al cuerpo: “La filosofía cartesiana revela la sensibilidad de una época, no la inaugura” . Lo novedoso de la dualidad cartesiana es que es la primera de su tipo que no es religiosa.

Esta dualidad tiende además a privilegiar el lado espiritual sobre el corporal en virtud de ser orgánica a la metodología científica de la geometría analítica que era la que vindicaba Descartes en sus obras. En general el cuerpo era entendido por el cartesianismo como una realidad aparte, despreciada y puramente accesoria . Este cuerpo no es confiable en la recepción de datos de su entorno, i.e., para producir racionalidad no es un instrumento de la razón, por tanto está consagrado a la insignificancia.

Esto no significa que la funcionalidad cultural del cuerpo en la época está consagrada a la insignificancia ni mucho menos. Esto sólo muestra ciertas intenciones de dirección de la política cultural de una elite privilegiada y erudita sobre el cuerpo; de facto el cuerpo, y su uso tiene implicaciones simbólicas de vital importancia en cualquier cultura occidental.

La clave que da Descartes muestra veladamente su nexo con la economía política en boga y el proyecto de la burguesía como clase, que dependía del surgimiento del trabajo asalariado, del obrero, de las primeras manufacturas; lo que implica un mal pago, un trabajo monótono y agotador, donde se le pide al obrero/a que sólo use su fuerza. El cuerpo pasa a ser usado como una capacidad del ser humano alienado, el cuerpo en tanto máquina.

Toda la epistemología del siglo XVIII está ligada con este divorcio del cuerpo. Del mismo modo que la imaginación por antonomasia a la razón es considerada inútil, improductiva, emocional. En este sentido la imaginación y el cuerpo quedan recluidos ideológicamente a la función de supernumerarios . Esto vale para entender en parte que puede motivar la regulación de manifestaciones corporales en el marco de la fobia del contacto que se produjo en el siglo XVIII.

La ruptura entre los sentidos y la realidad resultado de la epistemología cartesiana es una estructura fundadora de la modernidad. Los avances de la óptica, como el microscopio, el telescopio, etc., para la rama experimental mecanicista de la ciencia en ciernes, significaría la confirmación de la insuficiencia sensorial del hombre. A esto también se le suma los avances de la medicina bajo una perspectiva epistemológica que entiende a la naturaleza como un sistema de regularidades que funcionan como leyes. Por lo que es ampliamente difundida la visión del cuerpo como un ente secuencial, manipulable, analizable, autómata; i.e. con una falta total de libertad de acciones.

Las investigaciones de los siglos XVII y XVIII agregan una racionalización minuciosa del cuerpo. Descartes es la garantía filosófica de la utilización del cuerpo en diversos sectores de la vida social. Del siglo XVII en adelante la intervención normativa en los cuerpos se hace más habitual, así la cirugía o la ortopedia decidían corregir errores de la naturaleza o de las sociedades, abriendo con un escalpelo o instalando prótesis correctivas. El discurso médico es

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