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EL CUERPO OBJETO Y SUJETO DE LA PUBLICIDAD Y EL MERCADO


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2015  •  Trabajos  •  1.733 Palabras (7 Páginas)  •  153 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO[pic 2][pic 3]

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGON

LIC. PEDAGOGIA [pic 4][pic 5][pic 6]

 “EL CUERPO COMO MERCADO”

PROFESOR: LETICIA SANCHEZ VARGAS

MATERIA: LABORATORIO DE EDUCACION SEXUAL

BACA LOPEZ LILIANA ABIGAIL[pic 7]

CASTILLO RODRÍGUEZ FRIDA XIMENA

GRUPO: 1502

Platica/exposición

EL CUERPO OBJETO Y SUJETO DE LA PUBLICIDAD Y EL MERCADO “

POBLACIÓN: jóvenes y adultos de 20 a 30 años

PRESENTACION:

El propio término de "sexualidad" apareció tardíamente, a principios del siglo XIX. Se trata de un hecho que no hay que subestimar ni sobre interpretar. Señala algo más que un cambio de vocabulario, pero evidentemente no marca el surgimiento súbito de aquello con lo que se relaciona. Se ha establecido el uso de la palabra en relación con otros fenómenos: el desarrollo de campos de conocimiento diversos (que cubren tanto los mecanismos biológicos de la reproducción como las variantes individuales o sociales de comportamiento); el establecimiento de un conjunto de reglas y normas, en parte tradicionales, en parte nuevas, que se apoyan en instituciones religiosas, judiciales, pedagógicas, médicas; cambios también en la manera en que los individuos se ven llevados a dar sentido y valor a su conducta, a sus deberes, a sus placeres, a sus sentimientos y sensaciones, a sus sueños.

Se trataba, en suma, de ver cómo, en las sociedades occidentales modernas, se había ido conformando una "experiencia", por la que los individuos iban reconociéndose como sujetos de una "
sexualidad", abierta a dominios de conocimiento muy diversos y articulada con un sistema de reglas y de restricciones. El proyecto era por lo tanto el de una historia de la sexualidad como experiencia -si entendemos por experiencia la correlación, dentro de una cultura, entre campos del saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad.


Hablar así de la sexualidad implicaba liberarse de un esquema de pensamiento que entonces era muy común: hacer de la sexualidad una invariable y suponer que, si toma en sus manifestaciones formas históricamente singulares, lo hace gracias a mecanismos diversos de represión, a los que se encuentra expuesta sea cual fuere la sociedad; lo cual corresponde a 
sacar del campo histórico al deseo y al sujeto del deseo y a pedir que la forma general de lo prohibido dé cuenta de lo que pueda haber de histórico en la sexualidad. Pero el rechazo de esta hipótesis no era suficiente por sí mismo. Hablar de la "sexualidad" como de una experiencia históricamente singular suponía también que pudiéramos disponer de instrumentos susceptibles de analizar, según su carácter propio y según sus correlaciones, los tres ejes que la constituyen: la formación de los saberes que a ella se refieren, los sistemas de poder que regulan su práctica y las formas según las cuales los individuos pueden y deben reconocerse como sujetos de esa sexualidad.

Hoy en día, el cuerpo es el referente principal de la publicidad actual y el mercado porque se le toma como único destinatario; pero también porque  las cualidades explotadas (belleza, elegancia, exotismo, sensualidad, maternidad, sensibilidad, etc.) son fuente importante de creación y de persuasión.

Tal y como afirma Clemente Ferrer Roselló, “la publicidad es absolutamente  necesaria para el mundo económico y para la labor de comercialización de bienes y servicios (...). Se ha convertido en una importante inversión económica”1

 Para muchas personas es una herramienta fundamental e indispensable que informa a los distintos grupos de consumidores sobre la existencia de bienes de consumo, servicios, organizaciones empresariales, instituciones sociales, etc. Aporta facilidades a la hora de tomar una decisión de compra y siempre se regenera con el ritmo de la producción. Sin embargo, para otras, más que informar deforma la realidad; la metamorfosea y la adapta a sus propios intereses y a los intereses de los anunciantes, con el único fin de engañar sobre los contenidos que se anuncian y obtener una respuesta de consumo favorable (aunque no aceptada) a ellos. La publicidad ha creado un entrono ilusorio, fantasioso, banal, consumista e incluso apocalíptico que incita a ser emulado en la vida real. No comunica utilidades, sino un ideal de comportamiento. “No vende productos sino un modo de vida, un sistema social ligado a una industria dominante” 2

No olvidemos también al grupo de anuncios que integra a la mujer como objeto de deseo para sí misma o para disfrute del hombre, independientemente si se trata de productos dirigidos o no a ese sexo.

La figura de la mujer principalmente ha sido desde siempre, el referente principal de la comunicación publicitaria por dos razones principales: primero como destinataria de los mensajes comerciales; al concebir que es la máxima compradora de bienes y servicios, y segundo como figurante, porque su presencia visual permite comunicar una serie de situaciones que ayudan a entender de manera más sencilla lo que se quiere comunicar. Y esto segundo es aprovechado para hablar del sexo, del gran mercado sexual que existe en el mundo y que conllevan al tráfico de personas para la prostitución, o la pornografía entre otras cosas más.

Nuestros reformistas hicieron de repente un gran descubrimiento: la trata de blancas. Los diarios se llenaron de exclamaciones y hablaron de cosas nunca vistas e increíbles, y los fabricantes de leyes se prepararon para proyectar un haz de leyes nuevas a fin de contrarrestar esos horrores.

Es altamente significativo este hecho toda vez que a la pública opinión se le presenta, como si fuera una distracción más, unos de estos males sociales, enseguida se inaugura una cruzada contra la inmoralidad, contra el juego de azar, las salas de bailes, etc. ¿Y cuáles son los resultados de semejantes campañas aparentemente moralizadoras? El juego aumenta cada vez más, las salas funcionan clandestinamente a la luz del día, la prostitución se encuentra siempre al mismo nivel y el sistema de vida de los proxenetas y sus similares se vuelve un poco más precario.

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