El Despojo De La Belleza Primitiva. La Autenticidad Desvalijada En Pos Del Capital.

La cuestión entre hombre, vida y arte mantiene en ella estrechas relaciones que han ido mutando a lo largo del tiempo. Posicionando el ensayo en la actualidad, me ciño a lo que mi experiencia puede complementar y así apoyarme en los textos, para formular una hipótesis crítica sobre la condición actual del hombre y su devenir. Básicamente, el devenir humano es una constante falta de autenticidad, lo que conlleva a una no-autenticidad en él mismo. Somos lo que consumimos, por lo que la industria cultural toma un rol importante en la pérdida del aura. Más adelante se expondrá las consecuencias a las que conlleva este desperdicio de la autenticidad. La autenticidad de la obra, planteada por Benjamin, es un factor fundamental en el porvenir del ensayo. Es necesario conceptualizarlo, intentar definirlo y precisarlo. Este concepto es el cual nos abre un camino hacia la belleza y el instante.

“La noción de autenticidad se basa en el aquí y el ahora del original” (Benjamin, 95)

Walter manifiesta una explicación sobre la autenticidad de la obra ciñéndola bajo un aquí y un ahora. El instante preciado, único y original genera autenticidad.

“La autenticidad de una cosa es la quitaesencia de todo lo que a partir de su origen puede transmitirse en ella, abarcando desde su duración material hasta su valor histórico.” (Benjamin, 97)

Todo lo que nos rodea es aura. La vida en sí es una obra de arte. El aura del árbol, la nube, el contacto con otro, etc. Considerando además que la obra de arte simula, en un cierto sentido, el vibrante aura de la vida. (Ej. La pintura)

“Definiremos esta última (refiriéndose al aura) como la aparición irrepetible de una lejanía, por cerca que pueda hallarse. En una tarde de verano, seguir con calma el perfil de una cordillera en el horizonte o una rama que arroja su sombra sobre el que reposa: Eso significa respirar el aura de esas montañas, de esta rama.” (Benjamin, 99)

El hombre no vive alienado de eso. El arte (sea el aura de vida o en una obra) es inherente al hombre, a su entorno y a su tiempo. El aura enriquece al hombre, poniendo a su disposición la belleza del cosmos, haciéndose imprescindible al pensar en una poética de la vida. Con el avance de los distintos sistemas económicos, culturales y políticos, el aura autentico o arte inherente (vida y obra), han sido quitados y despojados de la inocencia humana primitiva.

La autenticidad muta a un constante producir, en donde el hombre, la masa, no es el sujeto sino el objeto. Opera allí, la industria cultural, la cual mantiene la misión de producir bienes de forma masiva con un espíritu regido bajo el capital. Es decir, la producción de bienes a la masa se rige bajo parámetros alejados a la autenticidad y la belleza. Cabe destacar que no existe una cultura de masas, dado que la cultura no surge espontáneamente de la masa, sino que se

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