El Hombre
Alane922226 de Junio de 2013
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Título: LA DEFINICIÓN DE HOMBRE TOMISMO Y CORRIENTES ANTROPOLÓGICAS CONTEMPORÁNEAS
Resumen: El tema de la definición de hombre es fundamental para cualquier consideración antropológica ulterior. El acuerdo o desacuerdo sobre la esencia del hombre y su naturaleza constituyen el meollo de toda antropología. En el presente trabajo, donde intentamos considerar el tema desde la perspectiva de las corrientes contemporáneas, el eje de toda discusión parte del reconocimiento, rechazo e interpretación de las determinaciones específicas intrínsecas o, dicho de otro modo, las notas esenciales que integran la definición del hombre, vale decir : la animalidad y la racionalidad. La animalidad del hombre, por su evidencia no necesita demostración alguna. La racionalidad, en cambio, necesita demostración pues no es tan evidente, al punto de ser cuestionada y negada por muchas corrientes contemporáneas. La razón pertenece al ámbito de lo espiritual y expresa la existencia del espíritu en el hombre como algo real, distinto e irreductible a toda función orgánica o psíquica inferior. El análisis de las actividades humanas sirve como demostración de esa realidad espiritual. Precisamente es la racionalidad lo que cuestionan las corrientes antropológicas contemporáneas. Este trabajo intenta mostrar que gran parte de los actuales rechazos a la definición de hombre como animal racional, por considerarla restrictiva con relación al hombre concreto, se deben al desconocimiento de la noción de intellectus y de su constante y dinámica relación con la razón.
Datos del autor: María L. Lukac de Stier, doctora en Filosofía, Universidad Católica Argentina, Facultad de Filosofía, Sociedad Tomista Argentina. Avda. Alicia Moreau de Justo 1500, Capital Federal. Fax: 4349-0444. E-Mail: STA@maggi.cyt.edu.ar
El tema de la definición de hombre es fundamental para cualquier consideración antropológica ulterior. El acuerdo o desacuerdo sobre la esencia del hombre y su naturaleza constituyen el meollo de toda antropología. Para explicitar lo que es la naturaleza humana debemos señalar las determinaciones específicas intrínsecas que la constituyen. Son determinaciones intrínsecas porque la esencia humana no es algo que está fuera del hombre. Esta naturaleza o esencia, considerada dinámicamente, es principio de las actividades que consideramos naturales. La naturaleza se nos presenta como un conjunto de orientaciones hacia fines perfectivos que le corresponden y que, por consiguiente, llamamos fines connaturales. Por esto, la naturaleza debe ser entendida tanto como un conjunto de determinaciones intrínsecas específicas como principio de orientaciones y actividades naturales. Considerando lo primero podremos distinguir al hombre de todo otro todo sustantivo no humano. Considerando lo segundo podremos descubrir la actividad propiamente natural del hombre.
Particularmente, en este caso donde intentamos considerar el tema desde la perspectiva de las corrientes contemporáneas, el eje de toda discusión parte del reconocimiento, rechazo e interpretación de las determinaciones específicas intrínsecas o, dicho de otro modo, las notas esenciales que integran la definición del hombre, vale decir : la animalidad y la racionalidad.
Sugiero analizar un texto de Sto. Tomás que resume, con esa claridad diáfana que lo caracteriza, su comprensión de las notas esenciales aludidas y su relación con el todo sustantivo que es el hombre concreto. Leemos en S.Th.I-II,q.67,a.5,c : “el género y la diferencia significa el todo, es decir, el compuesto de materia y forma en las cosas materiales, de este modo la diferencia significa el todo, y el género también : pero el género denota el todo significándolo por lo que es como materia, la diferencia, significándolo por lo que es como forma ; la especie, significando ambas cosas. Así, en el hombre la naturaleza sensitiva es como materia respecto de lo intelectivo, y por eso “animal” se llama a lo que tiene naturaleza sensitiva ; “racional”, a lo que tiene naturaleza intelectiva, y “hombre” a lo que tienen ambas. Y así es el mismo todo el que se significa por estas tres denominaciones, pero no bajo el mismo aspecto. Es por tanto manifiesto que no siendo la diferencia más que designativa del género, removida ella, la sustancia del género no puede permanecer la misma, y así no permanece la misma animalidad si es otra clase de alma la que constituye al animal”.
Este texto muestra como en el pensamiento de Sto. Tomás está siempre presente la unidad del todo sustantivo humano. La animalidad del hombre, que por su evidencia no necesita demostración alguna, guarda semejanza con la sensitividad de los animales inferiores a él. Sin embargo, aunque las características sensitivas sean semejantes, por el hecho de pertenecer al hombre son humanas. El hambre del hombre no es idéntico al hambre del animal. La diferencia no se debe a la función orgánica en sí, sino a que en el hombre ésta se halla asumida por un principio superior, al que llamamos espíritu. La racionalidad, en cambio, sí necesita demostración pues no es tan evidente, al punto de ser cuestionada y negada por muchas corrientes contemporáneas. La razón pertenece al ámbito de lo espiritual y expresa la existencia del espíritu en el hombre como algo real, distinto e irreductible a toda función orgánica o psíquica inferior. El análisis de las actividades humanas sirve como demostración de esa realidad espiritual. Precisamente es la racionalidad lo que cuestionan las corrientes antropológicas contemporáneas.
La definición clásica del hombre como animal racional es cuestionada en primer lugar por aquellas corrientes que no aceptan siquiera la posibilidad de definir al hombre, tal es el caso del agnosticismo, del intuicionismo de Bergson o del existencialismo. Pero aún aquellas corrientes y filósofos que aceptan definir al hombre no reniegan de la animalidad cuanto de la racionalidad. El denominador común de todas esas objeciones es el aspecto restrictivo que otorgan al término racionalidad, sugiriendo, según sus respectivas posturas, diferentes alternativas para reemplazar al término cuestionado. Es en este punto en el que conviene tener bien presente el último párrafo del texto enunciado de la Suma : “no siendo la diferencia más que designativa del género, removida ella, la substancia del género no puede permanecer la misma”.
Negaciones de la definibilidad del hombre
El agnosticismo : en su uso actual, el término fue empleado primeramente por Th. H. Huxley en 1869 (Collected Essays), derivado del griego, con el significado de “renuncia a saber”. Designa aquella dirección filosófica que defiende la incognoscibilidad de lo suprasensible. Niega a la razón humana la capacidad para conocer con certeza la existencia y, con mayor razón, la esencia del ente metaempírico. Por lo tanto, niega la posibilidad de definir al hombre.
El intuicionismo de Bergson : Henri Bergson (1859-1941) es el representante más original y destacado de la nueva filosofía de la vida. Para Bergson la inteligencia es el órgano del homo faber. Su reino es la materia. Dentro del campo de la materia la inteligencia no sólo capta los fenómenos, sino también la esencia de las cosas. Pero la inteligencia es impotente para comprender la duración real, la vida. Nosotros constituimos una realidad diferente al reino de la materia. Nuestra realidad interior es libre, no es espacial ni calculable, es pura duración. Esta es conocida por la intuición, que tiene rasgos contrapuestos a la inteligencia. Es el órgano del homo sapiens. Si la inteligencia analiza y divide para preparar la acción, la intuición consiste en una visión simple que ni divide ni compone, sino que vive la realidad del durar. La realidad toda es un puro devenir. Como la actitud de la inteligencia es exclusivamente práctica, la filosofía no puede emplear sino la intuición. Las visiones que así logra no puede expresarlas en ideas claras y precisas, ni tampoco puede realizar demostraciones. Sus obras fundamentales para estos temas son Essai sur les données immédiates de la conscience(1889), su teoría del conocimiento, y Matiere et Mémoire(1896). Lo único que puede hacer el filósofo, según Bergson, es ayudar a otros para que vivan una intuición parecida a la suya. Se desprende de lo dicho que es imposible pedir a este filósofo una definición de hombre.
El existencialismo : filosofía de posguerra que tiene fuerte influencia de Kierkegaard y Husserl, reúne a filósofos bastante diversos en su elaboración filosófica, tales como : Karl Jaspers (Psychologie der Weltanschauungen,1919), Gabriel Marcel (Journal métaphysique, 1927), Martin Heidegger (Sein und Zeit,1927) y Jean Paul Sartre (L’Ëtre et le Néant,1943). El tema principal que reúne a estos filósofos es la “existencia”. Es difícil precisar el sentido que asignan a esta palabra. Pero básicamente se trata del “modo de ser” peculiarmente humano. El hombre raramente es denominado hombre, pues más bien se lo llama Dasein, Existenz, Yo, ser-para-sí. El es la única realidad que es su existencia. La existencia precede a la esencia y ésta se va dando a través de su existir libre. La existencia es concebida como una actualidad absoluta. No es nunca, sino que se crea a sí misma en libertad, deviene. Es un pro-yecto. El hombre se crea libremente a sí mismo, es su libertad. Desde el momento que se disuelve el problema del ser en el del existir, se caracteriza al hombre como proceso abierto e inconcluso (contrariamente a los demás entes, que son en sí porque están acabados y cerrados) y se añade además que, en el mejor
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