El Político Y El Cientico ( Max Weber)
Gerson2326 de Mayo de 2014
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EL POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO
MAX WEBER
Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama para sí el monopolio de la violencia física legítima; El Estado es la única fuente de “derecho” a la violencia. Política significaría, aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre las distintos estados o dentro de un mismo estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen, el Estado, es una relación de hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima, para subsistir necesita, por tanto que los dominados acaten la autoridad de pretenden tener quienes en ese momento dominan.
Existen tres tipos de justificaciones internas, para fundamentar la legitimidad de una dominación. En primer lugar, la legitimidad “tradicional” del “terno ayer” de la costumbre. En segundo término, la autoridad de la gracia (Carisma). Por último, una legitimidad basada en la “legalidad”, en la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en orientación hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas, en una dominación como lo ejerce el mundo moderno “servidor público” . Es evidente, la obediencia de los súbditos está condicionada por muy poderosos motivos de temor y de esperanza y junto con ellos, también los de más diversas, esas palabras que mueve al mundo en la actualidad, por esa palabra nace la iniciativa, el individualismo, la competencia entre hombres y es el “interés”.
La vocación, significa, en efecto que esta figura es vista como la de alguien que está “internamente llamado” a ser conductor de hombres, los cuales no le prestan obediencia por lo que mande la costumbre, a una norma legal, sino porque creen en él, y en él La recompensa es recibir el honor y el botín, la explotación de los dominados mediante el monopolio de los cargos, los beneficios políticamente condicionados mediante el monopolio de los cargos , los beneficios políticamente condicionados y las satisfacciones de la unidad.
Los políticos “ocasionales” lo somos todos nosotros cuando depositamos nuestro voto, aplaudimos o protestamos en una reunión “política” hacemos un discurso “político” u otras actividades que tengan relación con la política. Los políticos “profesionales” son los que depositan esas actividades en caso de necesidad sin vivir de ellas y para ellas, ni en lo material ni en lo espiritual.
Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive “para” la política o se vive de la política. Pero por lo general se vive de ambas. La diferencia entre el vivir para y “el vivir de” se sitúa en el nivel económico. “La guerra de los dioses” a la que hace referencia, no es otra cosa que los choques entre concepciones del mundo, de la cultura, de la política, etc. en sus mayores intentos de abarcar y asentarse. Inseparable de una filosofía, las aportaciones auténticas de su descripción del hombre, no dejan de llevarnos al límite del conocimiento, de la ciencia y de la acción. La ácida crítica en manos de un pensador sagaz, no se limita a lo mencionado, y destaca, especialmente, la hipocresía de un sistema que no rechaza, sino que analiza de forma fría y singular. Las opciones de un Weber desencantado en gran parte de la política de su época, quedan reducidas a las de una democracia caudillista con una enorme e inhumana máquina burocrática, o la dominación de los políticos profesionales sin vocación ni cualidades de paladín. Dichos profesionales, ascienden por encima de la acción habitual del individuo, para situarse en una dimensión de transcendencia mayor, basada en la facultad de poder que les otorga la legitimidad histórica de sus ciudadanos y la conciencia de la regencia de los destinos. También aludiendo al político,
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