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El formato del pensamiento


Enviado por   •  4 de Agosto de 2018  •  Ensayos  •  1.365 Palabras (6 Páginas)  •  140 Visitas

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Marco Referencial

1. Epistemología y sentido común

Por conocimiento, pienso, queremos decir creencias basadas en una buena evidencia. Sabemos lo que es evidente de suyo y sabemos aquello de lo que podemos ofrecer una buena evidencia. Pero a veces creemos a partir de una mala autoridad o desde el prejuicio, y a esa creencia no la llamamos conocimiento.

La ambiciosa tarea de la teoría del conocimiento, como se conoce con frecuencia a la epistemología, es procurarnos un conjunto de principios y reglas para separar a las creencias confiables de las mal fundadas. Cualquier disciplina que aspire al estatus de ciencia, o simplemente al de un cuerpo respetable de creencias, requiere ser aceptada en términos epistemológicos.

2. Pensamiento ontológico

Frecuentemente, en el estudio, sobre todo, de las Ciencias Sociales, se señala que el enfoque que hay que adoptar debe ser bio-psico-social. Sin embargo, deberíamos arrancar más abajo y también subir más arriba de eso, adoptando una visión más poliédrica: física-química-biológica-psicológica-social-cultural-y-espiritual; nuestras investigaciones deben consistir, precisamente, en determinar el nivel y rol que juega cada uno de esos constituyentes en la configuración del todo en que están integrados.

En el contexto de muchos simposios internacionales sobre epistemología, ontología y métodos de investigación, se ha repetido frecuentemente un concepto que es, en cierto modo, novedoso, el concepto de “ciencia irónica”. Con él se trata de describir aquella ciencia que no es experimentalmente comprobable o resoluble, ni siquiera en principio, y, por lo tanto, no es ciencia en el sentido propio de la palabra; esta ciencia irónica enfatiza las limitaciones de nuestro conocimiento y nos recuerda el hecho de que todo nuestro saber es un medio saber.

3. El cambio de actitudes hacia uno mismo en el contexto organizacional: El efecto del formato del pensamiento

La diferencia entre unas organizaciones y otras viene determinada en última instancia por las personas que trabajan en ellas. Existen muchas características de las personas que resultan relevantes en contexto de las organizaciones. Por ejemplo, las habilidades intelectuales, las motivaciones y la personalidad, así como las variables sociodemográficas, todas ellas, contribuyen a explicar y predecir diversos comportamientos organizacionales. Uno de los aspectos más relevantes de estas diferencias individuales tiene que ver con el concepto que las personas tienen de sí mismas (auto-concepto), así como la evaluación que hacen del mismo (auto-estima). El auto-concepto tiene que ver con las creencias, sentimientos y experiencias que las personas tienen consigo mismas. La auto-estima es la evaluación positiva o negativa que las personas también realizan con respecto a sí mismas y, por tanto, tiene que ver con la medida en que las personas se sienten bien con quiénes son.

Tanto en auto-concepto como la auto-estima son variables importantes a la hora de entender y gestionar el comportamiento social y organizacional.

4. ¿Qué hay que tener para ser líder? (Goleman 2013)

Los líderes más eficientes coinciden en un aspecto fundamental: todos poseen un gran nivel de lo que ha dado en llamarse inteligencia emocional. No se trata que el coeficiente intelectual y la formación técnica sean irrelevantes. Tienen su importancia, pero sobre todo como capacidades umbral; es decir, como requisitos iniciales para acceder a un puesto ejecutivo. En cambio, los estudios recientes indican claramente que la inteligencia emocional es la condición indispensable para ejercer el liderazgo. Sin ella, un individuo puede tener la mejor formación del mundo, una mente aguda y analítica y una abundancia de ideas inteligentes, pero le faltará madera de gran líder.

Los componentes de la inteligencia emocional son: la autoconciencia, la autorregulación, la empatía y la capacidad social.

La autoconciencia implica comprender en profundidad las emociones, los puntos fuertes, las debilidades, las necesidades y los impulsos de uno mismo. La gente con una gran autoconciencia no es ni demasiado crítica ni excesivamente optimista, sino sincera consigo misma y con los demás.

La autogestión. Los impulsos biológicos determinan nuestras emociones. No podemos prescindir de ellos, pero podemos hacer mucho para gestionarlos. La autorregulación, una especie de comunicación interior continuada, es el componente de la inteligencia emocional que nos libera de la prisión en que pueden encerrarnos nuestros propios sentimientos.

La empatía no supone adoptar las emociones de los demás como propias y tratar de complacer a todo el mundo, por el contrario, la empatía implica considerar detenidamente los sentimientos de los subordinados, junto con otros factores, en el proceso de toma de decisiones inteligentes.

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