El objetivo de este trabajo es relacionar dos obras literarias que siguen, cada una a su modo, el modelo original de la historia de Buda, pero muy alejadas cronoló-gicamente: la leyenda medieval de Barlaam e Josafat (siglo XV) y la novela Siddhartha del
Natalia.GalbisEnsayo13 de Marzo de 2017
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Introducción
El objetivo de este trabajo es relacionar dos obras literarias que siguen, cada una a su modo, el modelo original de la historia de Buda, pero muy alejadas cronoló-gicamente: la leyenda medieval de Barlaam e Josafat (siglo XV) y la novela Siddhartha del escritor alemán Hermann Hesse (1877-1962).
Comparación entre la leyenda búdica y la historia medieval de Barlaam e Josafat
El libro de Barlaam y Josafat forma parte de la numerosa herencia que la nove-lística oriental transmitió a la literatura europea. La trama índica de esta leyenda, basa-da en un hecho real (la vida del príncipe Siddhartha Gautama, conocido antes de su conversión como Sākyamuni y después como Buda), aparece detrás de esta versión cristiana.
El fundador del budismo, hijo del rey Suddhodana y de la reina Maya, nació ha-cia el año 563 a. C. Su nacimiento fue acompañado de vaticinios: se predecía que si se-guía la vía mundana en la vida sería un gran guerrero y soberano, pero era más pro-bable que siguiera la vía retirada del asceta para redimir con su sufrimiento a la humanidad. Siguiendo estas predicciones, el príncipe abrazaría la vida de recogimiento después de haber encontrado a un viejo, un enfermo, un cadáver y un asceta. Para proteger a su hijo Siddhartha de estos encuentros, el rey ordenó que se criase en pala-cios repletos de placeres, juventud, salud y belleza. Para alejar más aún el peligro el rey lo casó con la hermosa princesa Yosadhara, quien le dio un hijo llamado Rahula. El rey le impedía observar la fealdad, por lo que evitaba que el príncipe se encontrara con viejos, enfermos, muertos y ascetas por donde iba a pasar. Pero un día vio a un viejo y supo lo que es la ancianidad. Otro día encontró a un hombre enfermo. En su tercera salida se encontró con un cadáver y descubrió la última tristeza de la vida humana: la muerte. Por último, la contemplación del asceta rapado y vestido con harapos le mos-tró la posibilidad de alejarse de la vanidad mundana. A los veintinueve años Siddhartha se despidió silenciosamente de su esposa e hijo y abandona la ciudad en dirección ha-cia el desierto. Allí, por vía contemplativa, llegó al estado de revelación sin ayuda de ninguna persona y dejó la fe de sus antecesores abrazando una nueva creencia, aun-que antes de alcanzar la iluminación fue tentado por Mara, el Espíritu de la Maldad. Durante cuarenta y tres años atravesó las selvas de la India y murió rendido por la vejez y el agotamiento, dejando un mensaje de redención a los hombres.
La leyenda de la vida de Buda, escrita originalmente en pali y sánscrito, fue emi-grando lentamente a través de pueblos y traducciones hasta llegar finalmente a Euro-pa, convertida ya en la obra cristiana Barlaam e Josafat. Los nombres de los personajes se modifican en esta versión cristiana (se helenizan). En el nacimiento del príncipe el horóscopo predice, igual que en la historia búdica, que iba a ser el más poderoso rey, pero en la versión cristiana uno de los astrólogos precisa que el reinado en que gober-naría no es de este mundo sino del porvenir, anunciado ya por los cristianos persegui-dos por el rey Avenir. La variante cristiana también sigue el original índico en cuanto a la vida aislada en un palacio que el rey dispone para su hijo, a fin de que no vea nada triste (ni cristiano en este caso). En la Historia de Barlaam e Josafat los encuentros del príncipe se reducen de cuatro a tres. Otra diferencia entre el original y la versión cris-tianizada es la introducción: en la primera un ayo le explica al príncipe la significación de los cuatro encuentros (le revela los dolores y pesadumbres que el mundo encierra); en la segunda un sabio le revela la persecución de los cristianos en el reinado de su padre, y así se entera de que su religión no es la única. La curiosidad de Josafat por salir al exterior hace que el rey levante las restricciones para evitar que siga sintiendo-se triste. En la versión índica, Sākyamuni podía salir cuando quería, pero en la cristiana la salida es privada y custodiada. A pesar de las precauciones, Josafat ve a dos infelices: un ciego y un gafo, conociendo así la enfermedad. Pasados unos días ve también a un viejo y aprende que finalmente todos los hombres son presa de la vejez. A diferencia de la historia búdica, Josafat no se encuentra con ningún muerto, pero intuye que la vejez y la enfermedad acaban en la muerte. La meditación acerca de sus encuentros le hace comprender el sentido temporal y frágil de la vida y se sumerge en una gran me-lancolía.
La versión cristiana introduce un personaje desconocido en la vida de Buda: el maestro espiritual de Josafat, Barlaam. Es un asceta difundidor del cristianismo que desencadena la conversión del príncipe e indirectamente también la de todo el pueblo. Barlaam sabe por inspiración divida que Josafat está pasando por una crisis espiritual y para salvarlo del paganismo el asceta viaja a la India. Este le enseña al príncipe la más valiosa piedra preciosa: el cristianismo, prometedor del paraíso. Tal vez la diferencia más grande entre ambas versiones es que en la leyenda búdica Siddhartha se encuen-tra con un monje que le revela el camino a seguir, pero la obtención de la perfección espiritual y la salvación que está buscando dependerá de él mismo; por el contrario, Josafat es instruido en una doctrina preexistente. Los cuentos moralizadores que apa-recen en la historia medieval ayudan a convertir al cristianismo el espíritu inquieto e indagador de Josafat. El príncipe logra convertir a su padre y establecer el cristianismo como el culto único en el reinado de Abenner. Deja la gloria y busca a su maestro Barlaam en la quietud del desierto. Igual que Sākyamuni, Josafat, en su soledad, es tentado y amenazado. Su paciencia y su firme fe reciben como recompensa una vida sosegada, lejos de las cosas mundanas, llena de felicidad. Así como Sākyamuni fue con-siderado de naturaleza divina y le erigieron templos en su honor, el anacoreta Barlaam y el príncipe cristiano, cuyos cuerpos quedaron incorruptos tras la muerte, también fueron santificados.
La crítica literaria considera que la versión hindú originó la pali, la que dio ori-gen a la siriaca, que fue traducida a su vez al árabe. De esta versión nació la griega, de gran importancia por ser en la que, por primera vez, aparece la leyenda ya cristia-nizada. Y, por último, la versión griega se vertió en la georgiana. Las versiones índicas de Lalita-vistara y Buda-Carita revisten una forma maniquea[1]. Según esta teoría, es po-sible que la versión maniquea sea un eslabón entre la leyenda índica y la árabe. El úni-co punto de discrepancia es que para algunos críticos el autor de la versión griega fue San Juan Damasceno, pero para otros lo fue en el siglo VII un monje del monasterio de San Saba llamado Juan. También se considera que San Eutimio tradujo la Historia de Barlaam y Josafat del georgiano al griego. Se conocen dos versiones de Barlaam y Josafat en latín, derivadas de la leyenda búdica: la primera fue traducida del griego ha-cia 1048 en la corte de Constantinopla y la segunda versión está contenida en la Vul-gata.
Comparación entre Barlaam e Josafat y Siddhartha de Hermann Hesse
Siddhartha es una novela alegórica escrita por Hermann Hesse en 1922 tras la primera guerra mundial. Es una obra sobre sabiduría oriental escrita por un occidental. Es una novela espiritual que relata la búsqueda que realiza Siddhartha para alcanzar la sabiduría, la Unidad, a través de la meditación y la renuncia a lo material. La obra está basada en la historia de Buda. Para conseguir la perfección, el Om, escoge la vía de la paciencia, la meditación y el saber escuchar.
Siddhartha es hijo de un brahmán que le transmitió su sabiduría y creencias, pero se siente vacío e insatisfecho con las doctrinas heredadas y también consigo mis-mo. Un día aparecen unos samanas[2] en su ciudad y piensa que la solución es unirse a ellos. Su padre no lo acepta en un primer momento, pero, tras la insistencia de su hijo, lo deja marchar a su pesar. Govinda, el mejor amigo de Siddhartha, lo acompaña en su viaje espiritual y personal. Con los samanas aprenden el arte de la abstracción, la con-tención de la respiración y la insensibilización contra el dolor y el hambre. Un día escu-chan hablar de Gotama, el Buda, cuya doctrina tiene cada vez más seguidores y consis-te en la liberación del sufrimiento. Al contrario que Siddhartha, quien no quiere seguir una doctrina, pues pretende hacer su propio camino y ser fiel a sí mismo, Govinda sigue la doctrina de Gotama, porque cree que la sabiduría puede explicarse, y renuncia así a su voluntad. Gotama no convence a Siddhartha precisamente por querer convén-cerlo con sus teorías. A partir de ese momento Siddhartha quedará vitalmente solo. Si-ddhartha conoce a Kamala, una cortesana, quien le enseña el arte del amor, aunque se da cuenta de que no es capaz de amar. Pasan los años y Siddhartha se acomoda en el mundo de los negocios, disfrutando de los lujos y los placeres materiales. Se olvida de todos sus principios, pero al cabo de veinte años se siente tan hastiado de esa existen-cia superficial que la abandona. Se marcha sin despedirse de Kamala, que estaba em-barazada. Siddhartha se reencuentra con el barquero Vasudeva, quien años atrás lo ayudó a pasar el río y le pide aprender de él. Pasan los años y la noticia de que Gota-ma, el Sublime, había enfermado e iba a morir atrae a muchos de sus seguidores, sien-do una de ellas Kamala. Pero, desafortunadamente, muere en la cabaña del barquero, al haber sido envenenada por la mordedura de una serpiente. Llevaba consigo a su hijo, el hijo de Siddhartha. El padre conoce entonces al hijo y siente un profundo amor paternal hacia él. Pero su hijo no será fuente de alegría, sino de infinitas penalidades. Su desamor, sus caprichos, su malevolencia, lo destrozan y aun cuando quiere trans-formarlo con su amor de progenitor, no puede lograrlo. El joven no quiere aprender. Son muy distintos para que una convivencia sea posible. Al cabo de un largo tiempo el niño huye. Tras años de sufrimiento, Siddhartha comprende que cada uno debía llevar su camino y acepta esa ruptura y soledad. Vasudeva y Siddhartha comparten lo mejor de sí mismos y de las experiencias que a ambos les sugiere “escuchar” al río. Porque, para ellos, el río es espiritual y con su murmullo les comunica soluciones para los pro-blemas que a ambos les afligen. El río es algo vivo, que habla, que enseña… Siddhartha aprenderá mucho del noble y sabio anciano (símbolo de experiencia), incluso cuando está inmerso en sus profundos silencios. Siddhartha se reencuentra con Govinda y este se da cuenta de que amigo obtuvo lo que quería: encontrarse a sí mismo, llegar al nir-vana y convertirse en un ser perfecto.
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