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Ensayo De Frederick Engels


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2014  •  11.324 Palabras (46 Páginas)  •  244 Visitas

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CONTENIDO DE LA OBRA

Como indica el autor en el prólogo a la primera edición de la obra (1884), ésta «viene a ser la ejecución de un testamento. Karl Marx había reservado para sí mismo la misión de exponer los resultados de los trabajos de Morgan» [1] referentes a los estadios primitivos de las instituciones familiares y sociales. Engels —utilizando notas de Marx, y aportando personalmente nuevos elementos (especialmente de teoría económica)— vertebra aquellas «conclusiones» de Morgan dentro del esquema marxista, utilizándolas en abono de algunas de las principales tesis de este pensamiento (marxista).

Aunque el esquema e ideas subyacentes sean los mismos —y aunque la temática se implique—, cabe distinguir dos grandes argumentos en el libro:

A. Cuestiones sobre la familia. A ellas se refieren de modo especial:

— El prólogo a la cuarta edición, 1891, corregida y aumentada (pp. 15-30).

— El epígrafe II, titulado «La familia» (pp. 41-105).

B. Cuestiones acerca de la organización social y origen del Estado (sobre la base de las ideas en torno a la familia expuestas anteriormente). A estos temas se refieren:

— El prólogo a la primera edición (pp. 11-13) y los epígrafes:

— III, «La gens iroquesa» (pp. 107-124).

— IV, «La gens griega» (pp. 125-135).

— V, «Génesis del estado ateniense» (pp. 137-150).

— VI, «La gens y el estado en Roma» (pp. 151-163).

— VII, «La gens entre los celtas y entre los germanos» (pp. 165-182).

— VIII, «La formación del estado de los germanos» (pp. 183-196).

— IX, «Barbarie y civilización» (pp. 197-223; este epígrafe tiene carácter de resumen conclusivo acerca de todas las cuestiones sociales y políticas, aunque también incluye numerosas referencias al tema familiar).

A pesar de la diferencia en el número de epígrafes, se observa que el tema de la familia y las otras cuestiones —políticas— se reparten aproximadamente a partes iguales la extensión del libro [2].

A. LA FAMILIA [3]

El prólogo de Engels a la 4.a edición (1891) constituye una apología global de Morgan frente a otros autores de su época, que abordan el tema de la familia en la antigüedad. Arranca de un supuesto, que será fundamental en todo el libro: el carácter evolutivo de la institución familiar (en función, concretamente, de factores económicos). Hasta 1860, «bajo el influjo exclusivo de los cinco libros de Moisés» (p. 16), se habría tenido un concepto estático, como si las diversas formas familiares —monogamia, poligamia, poliandria, matriarcado, patriarcado, etc.— hubieran coexistido, en vez de sucederse (en determinado orden) según una serie histórica, que se comienza a sospechar hacia 1860, que Morgan establecería definitivamente, y que Engels hace suya.

Enfrenta la obra de Morgan a la de dos autores: el alemán Bachofen y el británico Mac Lennan. Sobre pasajes de la literatura de la antigüedad clásica, el primero señala una evolución matrimonial desde la promiscuidad sexual (con hegemonía femenina —ginecocracia—, al ignorarse la paternidad) hasta la monogamia (con predominio del «derecho paterno»); Engels alaba esas intuiciones, aunque critica el «misticismo de los conceptos» (p. 20) de Bachofen, que interpreta esa evolución al filo de las ideas religiosas prehistóricas, lo que resulta inadmisible para Engels —y «de poco provecho» (p. 19) estudiar las explicaciones de ese autor—, por cuanto equivaldría a considerar «la religión como palanca principal de la historia del mundo» (ibid.), cosa que carecería de sentido. Menos benévolo es aún Engels hacia Mac Lennan, quien hace coexistir tribus «endogamas» y «exogamas» —lo que se opone a la uniforme evolución universal— y sugiere para la exogamia (matrimonio con personas forzosamente de otras tribus) razones diversas a las de Morgan. Las premisas de éste —formas de parentesco entre los indios iroqueses— son argüidas contra Mac Lennan por Engels, quien lamenta que el británico exija a Morgan «la prueba formal y jurídicamente valedera de cada palabra que (...) pronuncie» (p. 25), y se duele de la conspiración del silencio que, por nacionalismo, habría en Inglaterra frente al americano (tendrían que «darse de puñadas en la frente, y exclamar: ¿Cómo hemos podido ser tan pazguatos, para no haber encontrado esto nosotros mismos desde hace muchos años?») (p. 29).

Para Engels, Morgan ha hablado de la transformación familiar «en términos que hubieran podido salir de labios de Karl Marx» (ibid.); sus teorías evolutivas «tienen para la historia primitiva la misma importancia que la teoría de la evolución de Darwin para la biología, y que la teoría del exceso de precio de Marx para la economía política» (p. 27). En efecto —de modo análogo a las universalizaciones darwinistas y marxistas—, se aplicará el modelo iroqués a todas las latitudes, ya que —afirma Engels— la concepción básica de dicho modelo (comenzando por el «matrimonio por grupos»), «según toda verosimilitud, ha existido en todas partes en un momento dado» (p. 26).

El epígrafe II, titulado «La familia», presenta un estilo mixto de exposición, valoración y proyección de futuro, que se solapan e influyen de modo constante. De la mano de Morgan —aunque alejándose de él en cuanto parece disentir del esquema histórico marxista— se ofrece un panorama evolutivo, que sería universal. Se orienta a desautorizar el carácter natural de la familia monogámica —descrita como una degeneración— y a sentar las bases de lo que habrá de ser la familia tras la revolución proletaria (fase última y superior). Dicho proceso se describe como dependiente de la evolución de las fórmulas económicas, de manera que el progresivo establecimiento de la monogamia responde al proceso degenerativo que es la instauración de la propiedad privada (incluso de mujeres).

El argumento que se aduce para exigir esas formas primitivas de familia —y que constituye la base sobre la que se edifica todo el libro— es la necesidad de explicar el origen de la terminología familiar utilizada por los indios iroqueses (parecida a la de algunos otros primitivos): «El iroqués no sólo llama hijos e hijas a los suyos propios, sino también a los de sus hermanos; y los hijos del segundo llaman padre también al primero. Por el contrario, llama sobrinos y sobrinas a los hijos de sus hermanas,

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