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Ensayo De Vico

joncar201314 de Junio de 2013

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Giambattista Vico que sostenían la historicidad de los hechos y el relativismo cultural no fueron escuchados. Se impuso la confusión aludida: la modernidad europea (una modernidad posible) ocupó el lugar de La Modernidad (la única modernidad del género humano). De esta manera la civilización europea (una civilización posible) pasó a ser La Civilización. Se construyó así la idea de la Historia Universal cuyo punto culminante debía ser la modernidad europea (La Modernidad). El proceso de consolidación del esquema llevó más de un siglo; J. Burckhardt construyó la idea de Renacimiento a mediados del siglo XIX. Con él, el esquema “Antigüedad, Edad Media, Renacimiento, Modernidad” quedó consagrado y pareció inamovible.

No vamos a discutir aquí si se trataba de fortaleza o debilidad (o una dialéctica entre ambas como puede ser característico en todo proceso de afirmación). Lo que sí es cierto es que se trataba del triunfo del humanismo, una actitud mental plagada de fuertes contradicciones. De luces (la conquista de la razón y la afirmación de la autonomía de lo humano, bases para el imperio de la libertad individual y colectiva) y de sombras (las atrocidades cometidas por el hombre blanco europeo desde la conquista de México hasta el horror del nazismo).

El hombre europeo consolidó en el siglo XIX su conquista del mundo. ¿Con qué finalidad? La más excitante, sin dudas, fue la expansión del comercio y la obtención de riquezas, aunque, en muchos casos, fue acompañada por finalidades más plausibles, como la evangelización y el conocimiento científico, instrumentos del dominio humano sobre la naturaleza con justificación ideológica incluida. Esta conquista es ya una protoglobalización El epígrafe con el texto de José Hernández de 1874 así lo atestigua: el mundo era, ya en su época, un vasto taller de producción y consumo.

El proceso de globalización fue una progresiva superación de limitaciones impuestas por el espacio y los logros de la tecnología en cada momento. El vasto taller que atestigua Hernández tenía niveles de integración muy restringidos, si se los compara con los actuales. Un ejemplo, aún de tiempos mucho más recientes, confirmará el aserto. Hacia 1950 un inmigrante europeo, residente en nuestro país, debía esperar varios meses para intercambiar mensajes con sus familiares residentes en alguna aldea europea. En nuestros días, el nieto de ese inmigrante puede enviar un mensaje y recibir la respuesta del nieto del familiar residente en la misma aldea en un tiempo que sólo demandará unos minutos, lo que se tarda en escribir dos cartas.

Este proceso de perfeccionamiento de la globalización tuvo su correlato, y su posibilidad, en el proceso de expansión y homogeneización de los mercados.

La característica central de los siglos XVIII y XIX fue la homogeneización de los mercados nacionales. En Europa, superando las restricciones que durante siglos impuso la fragmentación de la sociedad feudal; en América (primer continente que se integró con autonomía a la globalización, fuera de Europa), con la ocupación de los territorios vacíos y el desarrollo de la infraestructura de transportes (imprescindible dado la vastedad de su extensión territorial). En esos momentos, Europa comandaba la globalización; superando los límites estrechos de los estados nacionales a través de un rígido sistema de control colonial de los territorios extracontinentales y de una división internacional del trabajo institucionalizada: las colonias proveían materias primas para el desarrollo industrial floreciente de los países europeos.

Luego de la segunda guerra mundial se consolidó la existencia de un mercado internacional; sostenido, institucionalmente, por los acuerdos de Bretton Woods que, entre otros organismos, crearon el Fondo Monetario Internacional. Dos fenómenos sucedieron a ésta consolidación del mercado mundial: la descolonización de Asia y Africa y los procesos de integración continental.

La descolonización puso a todos los pueblos del mundo en pie de igualdad jurídica para participar del nuevo orden mundial instituido. Es fácil de percibir que ésta igualdad jurídica no tuvo un correlato en una situación de equidad económica, pero representó una condición necesaria para que pudiera lograrse.

La integración continental fortaleció el camino hacia un funcionamiento más eficiente del orden económico mundial naciente. Estados Unidos tomó la delantera porque se trata de una nación con dimensión continental. 80 años antes de Bretton Woods se había sentado las bases de su integración que se hallaba bastante consolidada a comienzos del siglo XX. Europa occidental inició su proceso de integración económica en la década del 50 y se ha consolidado en la Unión Europea, luego de superar fronteras espirituales basada en profundos prejuicios nacionales. El punto culminante de este proceso se inició con la caída del muro de Berlín y la descomposición del régimen comunista en Europa Oriental (al régimen comunista, hegemonizado por Rusia; no sólo representó una fuerte resistencia a la globalización económica; sino que también encarnó una idea diferente de universalismo como veremos en el próximo parágrafo).

América Latina tuvo una larga lucha contra sí misma para iniciar el camino de la integración. El sueño de construir un fuerte espacio integrado económica y culturalmente había sido expresado por los libertadores San Martín y Bolívar a principios de siglo XIX. Este último intentó en 1827 un Congreso Continental en Panamá con el objeto de institucionalizar la unidad nacional de las antiguas colonias españolas. Pero fracasó y la fragmentación se impuso. La integración fue demorada por la diplomacia norteamericana que pretendía la consolidación de una política panamericana que, puesto a su servicio en el juego diplomático internacional, impedía en los hechos la concreción de una identidad latinoamericana autónoma, y por la diplomacia británica que favorecía la fragmentación para evitar el fortalecimiento de la nueva entidad y mejorar las condiciones de negociación de sus intereses económicos.

Algunos intentos de integración, como el caso de los tratados firmados por los presidentes de Chile y Argentina (Perón e Ibáñez) en 1953, no pudieron fructificar por el peso del panamericanismo como política rectora en la diplomacia regional.

Sólo después de la guerra de Malvinas que desnudó el verdadero significado del panamericanismo. Sobre el eje de los acuerdos alcanzados por Brasil y la Argentina en los años 70, comenzó el difícil proceso de la integración continental que consolidó su institucionalidad en el MERCOSUR.

La etapa de la consolidación institucional de la globalización parece próxima. Algunos hechos parecen señalarlo; el ya mencionado derrumbe del comunismo que impedía la incorporación de enormes espacios territoriales y grandes masas de población al sistema instituido en Bretton Woods y la aparición de nuevas tecnologías en el área de la informática y las comunicaciones que permiten un acercamiento inusitado entre espacios territoriales distantes.

Hasta aquí hemos llegado. El estado actual de la globalización, ¿Establece una diferencia cuantitativa o cualitativa con la situación de mediados del siglo XIX en que la ideología de la globalización se consolidó? No es fácil dar una respuesta única a la pregunta. Hay una diferencia cuantitativa evidente, pero, también, algunas constantes ideológicas permanentes como la confusión entre globalización y universalismo.

Por otra parte, las transformaciones en el soporte técnico de la navegación, desde las velas hasta Internet, poseen una gran capacidad para modificar nuestras conductas, lo que complica más el análisis. El mundo actual parece cambiar constantemente a una velocidad vertiginosa. Pero el vértigo no tiene su base en la tecnología, sino en la actitud en que es asumida por los seres humanos. El nieto del inmigrante que se comunica con el nieto de sus familiares en la aldea europea en pocos minutos puede sucumbir ante el vértigo, si sólo se queda maravillado y extasiado con la posibilidad del contacto; pero el vértigo desaparece si tiene algo que decir, si transforma el contacto en verdadera comunicación facilitado por la inmediatez del contacto.

2 - El Universalismo como proceso de integración cultural.

(Los gozos y esperanzas, las angustias y los dolores de todos los hombres del mundo, especialmente de los más pobres, son los gozos y esperanzas, las angustias y los dolores de los hombres de la Iglesia).

(Glosado de Concilio Ecuménico Vaticano II; Constitución Pastoral Gaudium et Spes.; Bs. As., Ediciones Paulinas, 1965).

La ya establecida confusión entre los conceptos de Globalización y Universalismo no proviene del primero, sino de un inadecuado desarrollo del segundo que perdió su autonomía en aras de transformarse en apología del primero.

Los imperios de la antigüedad pretendían el dominio territorial sobre vastas extensiones del mundo conocido. Roma fue quizás el primer intento exitoso de globalización. Dominó el Mar Mediterráneo que con presuntuoso orgullo denominó Mare Nostrum, con una idea que hoy llamaríamos destino manifiesto: el romano era un pueblo que se consideraba predestinado al dominio de sus vecinos por su propia superioridad. Su imperio no sólo supuso el control de las rutas comerciales y del sistema de tributos que enriquecieron la ciudad, pretendía la uniformidad institucional de los territorios dominados. La ciudad y el mundo, urbi et orbe, debían conformar una matriz única. La Constitutio Antoniniana (principios del siglo III d. C.) otorgó la ciudadanía romana a todos los

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