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Escolastica


Enviado por   •  25 de Julio de 2019  •  Apuntes  •  1.832 Palabras (8 Páginas)  •  92 Visitas

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Considerando todo esto, otros afirman que ciertamente todas las cosas traen su origen del primero y sumo principio, al que llamamos Dios, pero no de manera inmediata, sino de acuerdo con un cierto orden.

Dado, en efecto, que el primer principio de las cosas es totalmente uno y simple, no entendieron que de él procediera más que uno solo. Y éste, aun siendo más simple y más uno que el resto de las cosas inferiores, carece sin embargo de la simplicidad del primero, ya que no se identifica con su propio ser, sino que es una sustancia que tiene el ser. A ésta la llaman inteligencia primera, de la cual ya admiten que pueden proceder muchas cosas. Porque, en cuanto se aplica a entender su principio primero y simple, dicen que de ella procede la inteligencia segunda; en cambio, al entenderse a sí misma, en lo que hay en ella de intelectivo, produce el alma del orbe primero; al entenderse a su vez en cuanto a lo que hay en ella de potencialidad, procede de ella el cuerpo primero; y así, por orden, hasta llegar al último de los cuerpos, determinan cómo proceden las cosas del primer agente. Y ésta es la posición de Avicena, que también parece presuponerse en el Liber de causis.

Pero esta posición, incluso a primera vista, parece rechazable. Porque el bien del universo es más importante que el bien de cualquier naturaleza particular. Ahora bien, dado que la razón de bien coincide con la de fin, quien no atribuya la perfección de un efecto a la intención del agente, destruye la razón de bien en los efectos de la naturaleza o del arte; y por eso Aristóteles rechazó la opinión de los antiguos naturalistas, según los cuales las formas de las cosas que se generan naturalmente y otros bienes naturales no se deben a la intención de la naturaleza sino que provienen de la necesidad de la materia. Pero aún sería mucho más improcedente que el bien del universo no proviniera de la intención del agente universal, sino de cierta necesidad inherente al orden de las cosas.

Mas, si el orden del universo, que consiste en la distinción y la ordenación de sus partes, procede de la intención del primero y universal agente, es indispensable que la distinción misma y la ordenación de las partes del universo preexistan en el entendimiento del primer principio. Y como las cosas proceden de él como de un principio intelectivo, que obra de acuerdo con las formas concebidas, no hay por qué sostener que del primer principio proceda una sola cosa, por más que él sea simple en su esencia; ni tampoco que procedan muchas cosas en función de la composición y poder que hay en él, y así sucesivamente. Porque esto sería sostener que las referidas distinción y ordenación existen en las cosas no en virtud de la intención del primer agente, sino debido a cierta necesidad de las cosas.

Se podría decir, sin embargo, que la distinción y el orden de las cosas procede de la intención del primer agente, en cuanto éste se propone no sólo producir el primer causado, sino también todo el universo, aunque de acuerdo con este orden: él produce inmediatamente el primer causado, y mediante éste produce ordenadamente en el ser las demás cosas.

Pero hay dos modos de producir las cosas: uno por medio de la mutación y el movimiento, y otro sin movimiento ni mutación, como ya dijimos arriba. Ahora bien, en el modo de producción que se hace mediante mutación y movimiento, vemos manifiestamente que las cosas proceden del primer principio mediante las causas segundas: observamos, en efecto, que las plantas y los animales son producidos en el ser mediante el movimiento y merced a las virtudes de las causas superiores que se remontan ordenadamente hasta el primer agente.

Pero esto no puede suceder cuando se trata de aquel modo de producir que se da sin movimiento por simple influjo del ser mismo. Porque lo que se pone en el ser mediante este modo de producción, no sólo se hace de suyo este ente, sino que también se hace de suyo ente sin más, como ya dijimos.

Ahora bien, los efectos deben responder proporcionalmente a las causas: de modo que el efecto particular corresponda a una causa particular, y el efecto universal, a una causa universal. Por consiguiente, así como por el movimiento se produce de suyo este ente, y este efecto se reduce a una causa particular que conduce a una forma determinada, así también, cuando se produce el ente sin más (simpliciter), por sí mismo y no accidentalmente, este efecto necesariamente se ha de reducir a una causa universal, y ésta es el principio primero, es decir, Dios.

Síguese, pues, que por la mutación y el movimiento el primer principio puede traer al ser diversas cosas mediante las causas segundas; pero lo que se produce por otro modo que actúa sin movimiento y que se llama creación, no se puede atribuir a otro autor que Dios solo. Únicamente de este modo pueden ser producidas en su ser las sustancias inmateriales, y en cuanto a la materia de cualesquiera cuerpos no puede existir antes que la forma, como ya dijimos a propósito de la materia de los cuerpos celestes, que no se halla en potencia para otras formas.

Por consiguiente también las sustancias inmateriales y los cuerpos celestes, que no cabe

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