Estado Y Gobierno
cotebastias19 de Mayo de 2014
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Existen distintas formas de Estado y de Gobierno. Cada uno se rige por distintas normas y obligaciones de los ciudadanos. El Estado en sí, represente a una comunidad que está compuesta por distintos elementos, los cuales dependen principalmente de la organización de ese Estado. Dentro de esta ciudad donde se establece el Estado, el hombre se desarrolla en su dimensión ética. Al ser un ser social y político por naturaleza, necesita formar lazos y asociarse con otros, pues es algo inherente a la misma especie. Sólo en la ciudad puede perfeccionarse como tal, como un ser social, cumpliendo todas sus necesidades naturales y sociales. Según Aristóteles, quien no es capaz de vivir en sociedad, o bien, no necesita de ella, es considerado un animal, o un Dios. Pero, ¿qué significa o qué implica ser ciudadano para Aristóteles? ¿qué características tiene un ciudadano a su modo de pensar?.
Para Aristóteles, ser ciudadano implica la participación en la ciudad, dando opiniones y participando en la política. De esta manera, se entiende que debe integrarse de tal manera a ella, que debe hacerla parte de su vida diaria y común. Debe ser capaz de fomentar valores básicos a los demás integrantes de la sociedad, siendo activa su participación en la ciudad. Así, el gobierno velará por el funcionamiento de la ciudad, protegerá la constitución y la seguridad de los ciudadanos. Ahora bien, para Aristóteles surge una cuestión sumamente importante: la virtud del buen ciudadano dependerá exclusivamente del régimen al que pertenezca. Para él no hay un régimen por el que tome partido, pero sí será mejor el que pueda otorgarle ciertas herramientas a los individuos para que sean capaces de actuar por el bien común (siendo inadecuados los regímenes que actúan velando por el bien en particular).
De esta manera, para Aristóteles el buen ciudadano, gozando de funciones políticas y sociales, procurará el bien común en la sociedad. Es decir, poseerá ciertas libertades políticas, las que usará en pro a la comunidad. Debe poseer las virtudes de mando y obediencia (es decir, ser capaz de mandar y de obedecer respectivamente).
En la Apología de Sócrates de Platón, el personajes es sentenciado, debido a corromper a los jóvenes. Dentro del relato expone sus ideas, y va tratando de defenderse ante las acusaciones que se han producido en su contra. Plantea que hay dos tipos de acusadores en su contra: “ha habido dos clases de acusadores míos: unos, los que me han acusado recientemente, otros, a los que ahora me refiero, que me han acusado desde hace mucho y creed que es preciso que yo me defienda frente a éstos en primer lugar”. Sócrates argumenta que se ha ganado la odiosidad de muchas personas, por cuanto ha ido desenmascarando y ayudando a quienes creen ser sabios, pero en realidad no lo son. Esto lo ha llevado a formar múltiples enemistades con mucha gente, lo que seria la causa de estar siendo juzgado en el tribunal a sus setenta años de edad. Se desprende de esto, que luego de analizar la situación, él ha adquirido esa mala fama por poseer cierta sabiduría (la cual otras personas, o quizás nadie tenía). Así, Meleto lo acusa de la siguiente manera: “Sócrates delinque corrompiendo a los jóvenes y no creyendo en los dioses en los que la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas”. Bajo este argumento, Sócrates logra plantearlo de tal forma que deja en evidencia la falta de criterio de Meleto por esta acusación, por cuanto dice en primer lugar que no cree en nada, pero a la vez, sí cree en algo (siendo una contradicción absoluta para Sócrates el pensamiento de su acusador).
Al analizar lo que ocurre con Sócrates, se podría considerar en cierta parte que no era un buen ciudadano, ya que al ser condenado por sus compatriotas, había algo que interrumpía la relación con los otros. El buen ciudadano (según Aristóteles) va a perseguir de manera constante
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