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Filosofìa Natural En La Edad Moderna

micaaswift18 de Julio de 2013

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Filosofía natural en la Edad Moderna

La filosofía natural en la Edad Moderna puede dividirse en dos grandes períodos: primero, el paso de la Edad Media a la Edad Moderna a través del Renacimiento; segundo, la filosofía natural moderna propiamente dicha, precursora (o idéntica) a las revoluciones científicas de la modernidad.

Índice [ocultar]

1 De la Edad Media a la Edad Moderna

1.1 Nicolás de Cusa

1.2 Platonismo

1.3 Aristotelismo

1.4 Magia, filosofía natural y ciencia

2 La filosofía natural moderna

2.1 Racionalismo cartesiano

2.2 Atomismo

3 Véase también

4 Bibliografía

De la Edad Media a la Edad Moderna[editar]

Suele considerarse que la Edad Moderna se inaugura con el humanismo y el Renacimiento y se distinguen dentro de ella corrientes tales como la platónica, neoplatónica, aristotélica y, dentro de ésta, la averroísta y la alejandrinista, entre otras. Por otra parte, a veces se atribuye al platonismo renacentista el afán de renovación religiosa, mientras que al aristotelismo el de las ciencias naturales. Sin embargo, muchas veces no pueden hacerse en historia divisiones excesivamente incomunicadas. Es verdad que el Renacimiento centra su atención en el hombre y desde su propia originalidad y valor descubre a Dios, a la cultura y a la naturaleza. La Edad Media había partido de un orden dado por la revelación divina y encabezado por Dios-Creador tratando de dar una explicación racional a dicho orden, mediante las categorías filosóficas griegas, sobre todo. Con ello, la atención medieval se había centrado en la pura especulación, dejando de lado las consideraciones naturales, científico-positivas de la naturaleza: este mundo no era más que uno de tantos elementos creados por Dios y ordenados a él. Cabría pensar que la ciencia medieval había abandonado el aspecto científico llamado positivo del saber y la filosofía natural; lo que vendría avalado por el hecho de la gran preponderancia que tuvo el pensamiento platónico en la Edad Media y por tratarse de un platonismo entendido en su aspecto más especulativo.

Fue la Escuela de Chartres, entre otros, la que subrayó aquel aspecto matemático y cientista de Platón, en su Timeo. Por otro lado, si bien sigue siendo verdad que el saber científico y la filosofía de la naturaleza experimentaron en general un detenimiento en la Edad Media en aras de la teología y de la especulación, sin embargo, en el mundo cristiano, y en el musulmán, la preocupación por la naturaleza y la ciencia fue extraordinaria en ocasiones, hasta el punto de que puede hablarse hoy ya de auténticos precursores del Renacimiento naturalista y científico en el seno del pensamiento islámico, tal como lo vienen demostrando modernas investigaciones.

Puede, pues, quedar asentado, en términos generales, que el Renacimiento implica una novedad frente a la Edad Media: al partirse, en aquél, del hombre mismo, de su originalidad radical, natural e histórica, se ven con ojos nuevos tanto a Dios como al mundo, aunque en estrecha dependencia aún con la Edad Media. Esta conexión es múltiple, en orden a la filosofía natural: ante todo está el hecho de que se siga considerando como tema muy principal la relación de la filosofía natural con el problema religioso, de una manera u otra, explícita o implícitamente; y en segundo lugar está el empalme que se realiza con la filosofía de Platón y Aristóteles. Ahora bien, si Aristóteles, por intermedio de Averroes nos trajo el naturalismo e interés por la filosofía natural a Occidente en la Edad Media, ese mismo Aristóteles es corregido en el Renacimiento, primeramente por el mal estilo literario con que se había transmitido a través del decadente latín medieval; en segundo lugar, porque los mismos textos aristotélicos son sometidos a la prueba histórica y filológica; y, por último, pasando del aspecto formal a la crítica del contenido propiamente tal. El Estagirita, pues, da un gran impulso a la filosofía natural: ésa es su principal contribución al Renacimiento, aparte de algunas consideraciones de contenido que también son aceptadas. Pero la filosofía natural renacentista camina ella sola por sus propios derroteros y con una personalidad absolutamente propia.

En cuanto al platonismo, es cierto también que se remoza, sufriendo las mismas vicisitudes de Aristóteles. Se le aprovecha, sobre todo, para la renovación y renacimiento religioso. Pero su espíritu matemático, su estructuración científica del universo del Timeo, la intercomunicación de todos los seres acentuada por el neoplatonismo, pasan a primer plano influyendo poderosamente en la filosofía natural, aún en la que se profesaba aristotélica, dando en ocasiones lugar a formas de filosofía natural, tales como la magia, el misticismo, etc. Por último, el Aristóteles de que dispone el Renacimiento todavía está fuertemente neoplatonizado, aunque en menor grado que en el final de la Edad Media; ello, unido al interés explícito de ciertos renacentistas en conciliar a Platón y Aristóteles, hace que la filosofía natural del Renacimiento sea una mezcla extraña aún de Platón y Aristóteles, aunque determinados grupos de filósofos de la naturaleza se profesen aristotélicos o platónicos.

Nicolás de Cusa[editar]

Nicolás de Cusa

El tránsito de la Edad Media al espíritu científico y filosófico de la Edad Moderna viene marcado especialmente por Nicolás de Cusa (1401-1464). En él se aúnan el neoplatonismo (sobre todo de tipo místico), el pensamiento de Dionisio Areopagita, el nominalismo del final de la Edad Media, con su base matemática y agnóstica, el aristotelismo proveniente de Averroes, el tomismo y el humanismo. Todo ello cristaliza en Nicolás de Cusa de una forma totalmente personal: se trata de un nuevo estilo de platonismo y neoplatonismo místico que abrirá las puertas a la filosofía natural posterior de la Edad Moderna.

Nicolás de Cusa parte de la distinción radical platónica (con la categoría del jorismós) entre Dios infinito y el mundo finito: aquél es la unidad de la complicación del mundo de opuestos creados por Él, y el mundo, a su vez, viene a ser una explicación de la unidad divina. Con estos conceptos de complicatio y explicatio de Dios y mundo, se introduce un nuevo elemento platónico: la mezexis o participación.

Ahora bien, guiado por el naturalismo aristotélico, su atención se centra en los seres finitos, concretos, naturales y opuestos unos a otros; sin embargo, se aparta inmediatamente de Aristóteles y de toda la tradición medieval al establecer que todos los seres ocupan un mismo rango dentro del orden de lo creado; ya no hay diferencia entre el mundo supralunar e infralunar, ni los elementos se cualifican por el lugar que ocupan en el espacio. Todas las cosas y elementos gozan de la misma naturaleza creada y sólo se diferencian por el hecho de que tengan más o menos elementos simples, unidos en una u otra proporción. Más aún, esta concepción obedece al principio de que nada es exacto y absoluto, excepto el infinito, esto es, Dios. Todo lo demás está situado en un lugar cuyo punto de referencia siempre será relativo, no puede hablarse de un arriba o un abajo absolutos, ni de una Tierra como centro firme e inconmovible del Universo; nuestro conocimiento de lo creado finito es siempre relativo, excepto cuando se trata de Dios que, en la otra vida y en unión mística, es exacto.

El naturalismo aristotélico ha llevado al Nicolás de Cusa a la destrucción del mismo Aristóteles y precisamente por la intromisión del pensamiento platónico. Es posible que además de la terminante división platónica entre Dios, ideas y mundo, intervenga en su concepto de conocimiento inexacto y relativo de lo creado la indeterminación corética que Platón hace operar en el Timeo por medio de la materia-espacio o jora. Al establecer, por lo demás, como único centro absoluto del Universo a Dios, y a todo lo demás como relativo en su composición de todos los elementos en cada cosa y en su posible conocimiento, poniendo además en pie de igualdad a todos los elementos, inaugura una posible concepción moderna de la filosofía natural que será tomada por la ciencia posterior. Sin embargo, sigue empalmando con la Edad Media por su consideración teológica y por su arranque de Aristóteles y sobre todo del neoplatonismo y Platón.

Platonismo[editar]

Marsilio Ficino

El platonismo inaugurado por Nicolás de Cusa es seguido particularmente en Italia, por Jorge Gemisto Pletón (1355-1452), Juan Basilio Bessarion (1403-1472) y Ambrosius Traversarius (1396-1439), naciendo así la Academia de Florencia, bajo el patrocinio de Marsilio Ficino (1433-1499) y Cosme de Médicis, y en la cual florecieron el mismo Marsilio Ficino y Cristóbal Landino (1424-1498). Dentro del mismo neoplatonismo del Cusano se mueven León Hebreo (1460-1533), Francisco Baibizzi (1529-1597) y sobre todo, en orden a la filosofía natural, Pico della Mirándola (1463-1494). Éste, estrechamente ligado a la Academia platónica de Florencia, estudió a Aristóteles y el averroísmo, con lo cual pudo encuadrar al Estagirita dentro de un contexto neoplatónico más amplio. Para Pico della Mirándola el hombre está sometido a una previa y radical indeterminación desde la que tanto puede degradarse como regenerarse y perfeccionarse. Para lograr la máxima perfección el hombre dispone de las Ciencias y de la Filosofía y, dentro de esta última, la filosofía natural especialmente. Ciencias y filosofía son caminos para una especulación más alta: la Teología, donde el hombre encuentra plenamente la paz; la ciencia aristotélica y la religiosidad que

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