Filosofia
karolathy21 de Noviembre de 2013
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INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA ANTIGUA
A.H. Armstrong
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Buenos Aires 1993
Resumen Realizado por David Chacobo
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I. LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA GRIEGA.
MILESIOS E ITÁLICOS
QUE SIGNIFICABA LA FILOSOFÍA PARA LOS ANTIGUOS
La filosofía, en el sentido que generalmente se daba a la palabra en el mundo
antiguo, puede definirse como la búsqueda de la verdad sobre la naturaleza del universo
y del hombre, búsqueda que los antiguos filósofos y del hombre, búsqueda que los
antiguos filósofos pensaron que podía conducir al logro y conocimiento seguro de esa
verdad. Por otra parte, en el mundo antiguo no se experimentaba aún la necesidad de
separar la filosofía de la teología y de la ciencia, lo que podría haber exigido una
definición más precisa y elaborada. El primero de esos orígenes se produjo entre los
jonios, alrededor del año 600 a.C., y su fuerza impulsiva parece haber sido lo que
Aristóteles señaló como el comienzo de toda filosofía: la maravilla, la curiosidad por la
naturaleza de las cosas, el deseo de conocer por conocer. La pregunta fundamental de
los jonios es la siguiente: "¿Por qué las cosas son como son y acontecen como
acontecen? ¡ Qué curioso es el mundo!" En el segundo origen acaecido en las ciudades
griegas del sur de Italia durante la segunda mitad del siglo VI a.C., el anhelo que llevó a
buscar la verdad era distinto. Tratábase del ansia de definición, de la semejanza con Dios
hasta donde ello fuera posible, a fin de evadirse de la vida mortal y retornar a aquella
existencia divina de la que se creía que el alma había caído. La pregunta fundamental de
los itálicos, de los pitagóricos, era: "¿Cómo puedo libertarme del cuerpo de esta muerte,
de esta amarga y fatigosa rueda de la existencia mortal, y volver a ser un dios?"
JONIA; LA FILOSOFÍA MILESIA: TALES, ANAXIMANDRO, ANAXÍMENES
Las ciudades griegas de Jonia, situadas sobre las costas del Asia Menor, en la
época de los primeros albores de la filosofía griega fueron quizá las más ricas y las más
altamente civilizadas de las comunidades griegas. También parecen haberse distinguido
por una actitud de desapego e indiferencia religiosa. Así vemos que los filósofos jonios
muestran una notable indiferencia por la religión tradicional, lo que no quiere decir que no
se sintieran profundamente afectados por ciertas modalidades griegas primitivas de
considerar el mundo, que también hallan expresión en los mitos tradicionales.
La primitiva filosofía jonia se halla representada por una sucesión de tres hombres:
Tales, Anaximandro y Anaxímenes, todos de Mileto, que por esa época era la más rica y
poderosa de las ciudades jonias. De ahí que el grupo reciba a menudo el nombre
colectivo de milesios. El primero de ellos Tales, por tradición uno de los Siete Sabios de
Grecia, no parece haber dejado nada escrito y nuestro escaso conocimiento de su
doctrina descansa en una tradición que no se remonta más allá de Aristóteles, y así bien
cada uno de los otros dos parece haber escrito una obra en prosa han desaparecido y
otra vez es Aristóteles nuestra fuente más antigua para el conocimiento de sus
respectivas doctrinas. En primer lugar, mostraron sumo interés por aquella habilidad
técnica que, junto con la magia y la astrología, formó la sustancia de la antigua sabiduría
sacerdotal de Babilonia. Fueron astrónomos prácticos, agrimensores y geógrafos. Tales
predijo eclipses, Anaximandro pasa por haber inventado el reloj de sol, haber dibujado el
primer mapa y ser autor de varios e importantes descubrimientos astronómicos. Se
sintieron fuertemente atraídos por los meteora, es decir, por los fenómenos que se
producen en las regiones situadas por encima de la superficie terrestre, el estado
atmosférico y los movimientos de los cuerpos celestes.
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LOS MILESIOS. MITOLOGÍA Y CIENCIA
Prácticamente todo cuanto conocemos de la filosofía de los milesios atañe a su
cosmogonía, a su explicación de cómo nació el mundo y el origen de la naturaleza
(physis). Postulaban como realidad primera una materia primordial viviente y única,
indefinida en su extensión y carácter, de la que el mundo y todas las cosas que contiene
se desarrollan espontáneamente. Tales la llamó "humedad" o, más exactamente, "lo
húmedo" (to hygrón), siendo la humedad el principio vital propio de una observación
ingenua y un sentido común primitivo. Anaximandro la llamó ápeiron, una palabra que
significa "indefinido" o "ilimitado" más bien que "infinito". Anaxímenes le dio el nombre de
"aire" o "hálito". Parece que, como muchos otros filósofos antiguos, entendía que la vida
del universo se asemejaba a la del hombre, teniendo como principio el aire, el hálito de
vida de que está hecha el alma humana. A esta materia la llamaron "divina" y era viviente
y eterna, dos características que, según ellos , debía poseer para constituir explicación
suficiente del proceso cósmico. Su pensamiento era demasiado primitivo para establecer
distinción alguna entre espíritu y materia, vida y cuerpo, fuerza y masa.
Parecen haber pensado, que el universo tal como lo conocemos se originó
mediante un proceso concebido en términos propios de los fenómenos atmosféricos y
climáticos. Lo concibieron como una separación y nueva combinación en distintas formas
de los opuestos, elementos de carácter contrario: "lo caliente" y "lo frío", "lo húmedo" y "lo
seco". Anaxímenes redujo todo el proceso al de rarefracción y condensación. Los
opuestos no deben ser considerados como cualidades o abstracciones, pues ello
entrañaría un grosero anacronismo. La causa del calor es la presencia de una porción de
"lo caliente" en el objeto caliente; la de humedad, la presencia de "lo húmedo", y así
sucesivamente. La totalidad de este proceso de separación y eventual disolución de la
tierra y el mar y las extrañas estructuras de nubes y fuego que Anaximandro imaginó para
explicar los fenómenos de los cuerpos celestes, se hallaba gobernado por una ley o ritmo
de equilibrio y retribución que los milesios llamaron con el nombre asaz tradicional de
Dike, la Justicia, que regula el proceso cósmico, es muy semejante a la idea tradicional
del Hado, el poder colocado detrás de los dioses, más fuerte que ellos y verdadero
gobernante del mundo.
Su método, al representar vastísimas explicaciones sumamente elaboradas
acerca del universo y su nacimiento, explicaciones que no se apoyan en una
argumentación razonada y tienen como base unos pocos hechos observados de manera
no sistemática, está en realidad más cerca del forjador de mitos que del auténtico hombre
de ciencia. Eran irreligiosos sin ser antirreligiosos, interesados y expertos en las nuevas
habilidades técnicas sin mostrar una verdadera inclinación científica, curiosos de los
fenómenos naturales, profundamente influidos, sin saberlo, por ideas tradicionales,
propensos a las vastas generalizaciones y a sacar conclusiones precipitadas partiendo de
datos insuficientes y, por último, ¡muy interesados en los fenómensos atmosféricos!
ITALIA MERIDIONAL; EL ORFISMO; LA CONFRATERNIDAD PITAGÓRICA
Durante la última parte del siglo VI, el centro de la vida intelectual griega se
trasladó a las brillantes y poderosas ciudades de la Magna Grecia. Allí llegó Pitágoras
emigrado de Samos, y allí fundó, alrededor del año 530, en Crotona, la confraternidad
Pitagórica. Esta nueva escuela filosófica, la escuela itálica, inaugurada por Pitágoras,
difiere mucho de la cosmogonía milesia y posee un fundamento espiritual muy diferente.
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Detrás de la filosofía pitagórica se halla el extraño movimiento religioso conocido como
orfismo. El movimiento órfico apareció en Grecia durante el siglo VI a.C. El orfismo ejerció
una dilatada influencia, cuyos límites precisos no resultan fáciles de establecer y que
perduró hasta el fin del paganismo clásico. No obstante, parece que los libros órficos
contenían cosmogonías al modo de las de Hesíodo, pero más fantásticas y dotadas de
algunos rasgos excepcionales (en especial, el "huevo del mundo"). Parece ser que para
éstos el alma (y se trata aquí de una idea nueva dentro del mundo griego) era un dios
inmortal encarcelado en el cuerpo y condenado (como no fuera puesto en libertad por la
práctica del modo órfico de vida) a girar en la rueda de las reencarnaciones en una
interminable sucesión de vidas, animales y humanas. Por medio de las purificaciones
rituales, de una vida ascética cuyo rasgo más importante lo constituía la abstinencia de
carne animal, y del conocimiento correcto de formulas mágicas destinadas a ser
utilizadas en el viaje de ultratumba, los órficos esperaban obtener su liberación del cuerpo
y retornar a la companía
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