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Friedrich Nietzsche


Enviado por   •  31 de Julio de 2013  •  3.171 Palabras (13 Páginas)  •  350 Visitas

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Friedrich Nietzsche

“Solamente aquel que contribuye al futuro, tiene derecho a juzgar el pasado” Nietzsche

Friedrich Wilhelm Nietzsche fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX.

Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental, mediante la deconstrucción de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente a generaciones posteriores de teólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, poetas, novelistas y dramaturgos.

Meditó sobre las consecuencias del triunfo del secularismo de la Ilustración, expresada en su observación «Dios ha muerto», de una manera que determinó la agenda de muchos de los intelectuales más célebres después de su muerte.

Si bien hay quienes sostienen que la característica definitoria de Nietzsche no es tanto la temática que trataba sino el estilo y la sutileza con que lo hacía, fue un autor que introdujo, como ningún otro, una cosmovisión que ha reorganizado el pensamiento del siglo XX, en autores tales como Martin Heidegger, Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze, o Gianni Vattimo, entre otros.

Nietzsche recibió amplio reconocimiento durante la segunda mitad del siglo XX como una figura significativa en la filosofía moderna. Su influencia fue particularmente notoria en los filósofos existencialistas, críticos, fenomenológicos, postestructuralistas ypostmodernos y en la sociología de Max Weber. Es considerado uno de los tres «Maestros de la sospecha» (según la conocida expresión de Paul Ricoeur), junto a Karl Marx y Sigmund Freud.

NIETZSCHE Y LA MUERTE

La frase «Dios ha muerto», también conocida como la muerte de Dios, es usualmente atribuida Nietzsche. Sin embargo, la encontramos antes en Hegel (Fenomenología del espíritu, FCE, 435). Se refiere al colapso de las ciudades estado y su orden autónomo. Es un momento que se expresa plásticamente en el panteón romano, recinto circular que reunía todas las deidades de las provincias sin conceder preeminencia a ninguna. «Dios ha muerto» es una frase dolorosa, que sirve como expresión de una de las figuras del Espíritu, denominada «Conciencia desventurada»: «es el destino trágico que reúne todos aquellos dioses individuales y todos aquellos atributos de la substancia en un panteón, en el espíritu autoconsciente como espíritu» (ibíd. p. 436). Es una figura o momento espiritual, incomprensible al margen de su contrario dialéctico, la «conciencia cósmica», que simboliza la liberación del espíritu de las formas anquilosadas en las que estaba preso por los diversos órdenes mitológicos y teocráticos, que aglutinó el Imperio romano: «la ausencia total de terror, la ausencia de esencia de cuanto es extraño, y un bienestar y un sentirse bien de la conciencia, tales como no se encontrarán nunca ya fuera de esta comedia» (ibíd. p. 433).

Nietzsche retoma la frase en La gaya ciencia (Die, en la sección 108 («Nuevas luchas»), en la sección 125 («El loco»), y por tercera vez en la sección 343 («Lo que pasa con nuestra alegre serenidad»). También se encuentra en Así habló Zarathustra, libro responsable de popularizar la frase. La idea indicada en «El loco» es la siguiente:

Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?

Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125

EXPLICACIÓN

«Dios ha muerto» no quiere decir literalmente que «Dios está efectivamente muerto»; es la manera de Nietzsche de decir que la idea de Dios no es capaz de actuar como fuente del código moral o teleológico (teleología). Nietzsche reconoce la crisis que la muerte de Dios representa para las consideraciones morales existentes, porque «cuando uno desecha la fe cristiana, se olvida de la moralidad cristiana. Esta moralidad de ninguna manera es evidente en sí misma. Rompiendo un concepto principal del cristianismo, la fe en Dios, uno rompe el esquema: nada necesario se mantiene en las manos de uno».1 Esta es la razón por la cual en «El loco», el loco se dirige a los ateos — el problema es conservar cualquier sistema de valores en ausencia de un orden divino.

La muerte de Dios es la forma de decir que los humanos ya no son capaces de creer en cualquier orden cósmico desde que ellos mismos no lo reconocen. La muerte de Dios conducirá, dice Nietzsche, no sólo al rechazo de la creencia en un orden cósmico o físico, sino también al rechazo de los valores absolutos — al rechazo de la creencia en una objetividad y una ley moral universal, que se ejerce sobre todos los individuos. De esta manera, la pérdida de una base absoluta de moralidad conduce al anti nihilismo. Este anti nihilismo es el que trabajó Nietzsche para encontrar una solución a la reevaluación de los fundamentos de los valores humanos. Esto significa, para Nietzsche, la búsqueda de los fundamentos más profundos que los valores cristianos, más allá de los cuales él sentía que la mayoría de los cristianos rechazaba mirar.

AFORISMO 125

El aforismo nietzscheano se encuentra de modo específico y fundamental en la sección número 125. La traducción de su título podría corresponder a «El frenético» o «El hombre loco».

Dicho hombre, frenético o loco, cierta mañana se deja conducir al mercado. Provisto con una linterna en sus manos no dejaba de gritar: « ¡Busco a Dios!» Allí había muchos ateos y no dejaron de reírse. Los descreídos, mirándose con sorna entre sí, se decían: « ¿Se ha perdido?» « ¿Se ha extraviado?». Y agregaban: «Se habrá ocultado». «O tendrá miedo». «Acaso se habrá embarcado o emigrado». Y las carcajadas seguían. El loco no gustó de esas burlas y, precipitándose entre ellos, les espetó: « ¿Qué ha sido de Dios?» Fulminándolos con la mirada agregó: «Os lo voy a decir. Lo hemos matado. Vosotros y yo lo hemos matado. Hemos dejado esta tierra sin su sol, sin su orden, sin quién pueda conducirla... ¿Hemos vaciado el mar? Vagamos como a través de una nada infinita». Y en tono interrogativo y con énfasis prosiguió afirmando que nos roza el soplo del vacío, que la noche

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