Hacia Una Periodización De La Filosofía En La América Latina*
jhor933 de Mayo de 2012
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Hacia una periodización de la Filosofía en la América Latina*
El vasto territorio de la América Latina, ya se sabe, no es una mera suma de individualidades. La comunidad de historia y de situaciones ha hecho posible que, dentro de las inevitables particularidades, la evolución de Latinoamérica se presenta como una unidad de las ideas filosóficas y sociales que han florecido a lo largo de los cuatro siglos y tanto de su existencia desde la colonización.
En línea general, las tendencias filosóficas que se han arraigado en nuestro continente después del período pre-colombino, han sido, en gran medida, el producto de la influencia de las diferentes corrientes europeas que, con mayor o menor fuerza, se han hecho sentir en los diversos momentos de su historia. La similitud que obviamente aflora del análisis de esas diversas influencias permite delinear períodos y etapas comunes para el continente, visto éste en su conjunto.
A la hora de proponer una periodización de la filosofía, resulta oportuno precisar algunas cuestiones metodológicas generales, así como algunas particularidades propias de una periodización destinada al continente latinoamericano.
Lo primero que habría que destacar es que, independientemente de las muy variadas intensidades en el quehacer filosófico de nuestro continente, se constata, a lo largo de toda su historia, la existencia y la evolución de una vida filosófica. Sin esta condición, naturalmente, el propósito mismo de delinear una periodización carecería de sentido. La existencia de esa vida filosófica durante varios siglos está ampliamente demostrada por los innumerables —aunque insuficientes— estudios que se han llevado a cabo, sobre todo en lo que a países particulares y figuras cimeras se refiere. Por lo tanto no parece adecuado considerar, por ejemplo, al movimiento filosófico contemporáneo latinoamericano como producto de la actividad de ciertas figuras relevantes que adquirirían, entonces, la categoría de “fundadores”.
Es indiscutible que toda periodización envuelve innumerables problemas teóricos y metodológicos, para algunos de los cuales es oportuno intentar una respuesta adecuada, si es que el modelo (periodización) que se diseñe ha de corresponder debidamente al sistema que trata de representar. Sin duda hay importantes cuestiones conceptuales que deben quedar aclaradas desde un inicio.
El esbozo de una periodización de la filosofía es, en principio, la generalización teórica de un proceso evolutivo a través de la identificación de hitos más o menos precisos que han caracterizado ese devenir. Pero no se debe olvidar que la periodización no es sólo una generalización o el dibujo de un gran fresco sin una lógica interna bien definida. La determinación de períodos y etapas es, sobre todo, un instrumento de trabajo de carácter científico, cuya validez solamente se sostiene en tanto y cuando demuestre ese carácter científico. A través de ella se resaltan nódulos y momentos de cambio de viraje de cierta profundidad, cuyo significado en la vida social y del pensamiento está en gran medida determinado por la función ideológica que desempeñan dentro de la formación económico-social. Estos nódulos o hitos facilitan la comprensión del proceso a un nivel determinado de su esencialidad, lo que los diferencia de la simple enumeración histórica.
En consecuencia, es correcto afirmar que una periodización es un modelo científico que representa a un sistema determinado y que, por ello, resulta un instrumento valioso para la interpretación y comprensión de su objeto específico de estudio así como para su comprensión dentro de un todo más amplio al que pertenece y del que ha sido extraído, siguiendo las normas que el caso requiere, para un análisis más profundo. (En nuestro caso, las ideas filosóficas habría siempre que entenderlas, como ya se apuntó, dentro del conjunto de la formación económico-social de la que forma parte, y sin lo cual el grado de cientificidad susceptible de ser alcanzado mermaría considerablemente).
Es importante subrayar que toda periodización, al ser un esquema generalizador, tiene circunscrito su valor metodológico a ciertos niveles específicos de abstracción, es decir, a aquellos a los que corresponde y para cuya comprensión ha sido elaborado. Científicamente considerada no puede, pues, utilizarse para la interpretación definitiva de aspectos que corresponden a otro plazo o nivel de generalización.
Obviamente, una periodización o modelo es sólo válido para el sistema para el cual ha sido diseñado y no para ningún otro, y es sólo conformable, asimismo, dentro de un cierto nivel de generalización. Es decir, que una periodización de la filosofía para la América Latina puede que no se corresponda con la de un país específico. Esto es claramente constatable, por ejemplo, en el caso de Cuba, cuya evolución histórica y del pensamiento tiene peculiaridades muy propias, lo cual redunda también en la determinación de la función ideológica que determinada corriente ha desempeñado en un momento dado.
Una periodización, es bueno puntualizar, indica un nivel determinado, ya adquirido, de conocimiento de la realidad; lo cual implica, entre otras cosas: a) una comprensión global del sistema, que se presenta como un todo; b) la puesta al descubierto de las diversas funciones de los elementos que en ella operan; c) la consideración de la relación entre esos diversos elementos; d) la plasmación de una sistematización, o sea, de la representación ordenada de los elementos interdependientes de un sistema, imprescindible a la construcción lógica de toda ciencia, y e) una clarificación del tránsito de una etapa o período a otro, de forma tal que el devenir general de los períodos y la función que cada elemento desempeña dentro de ellos, no resulta el producto de una arbitrariedad ciega.
Por su propia naturaleza, la elaboración de una periodización pivotea sobre la unidad de lo lógico y lo histórico. En ello se pone al descubierto la estructura de una historia particular, a saber, en nuestro caso, la estructura de la historia de las ideas en la América Latina. La historia de las ideas en nuestro continente muestra, a su vez, un cierto orden, una regularidad, un devenir con una lógica interna, que la periodización propuesta debe poner al descubierto y resaltar, es decir, revelar la lógica interna del devenir (unidad de lo lógico y lo histórico) del objeto de estudio (la filosofía en Latinoamérica). Los cambios y modificaciones del objeto, así como el paso de un momento a otro dentro del sistema, obedecen a esta lógica interna dentro del objeto. De tal manera la filosofía, como sistema, se ve en su desarrollo real.
La periodización, al destacar la estructura y la lógica de ese desarrollo, lo hace inteligible. De lo contrario quedaría como una mera descripción, como el despliegue superficial del devenir. La periodización debe, en consecuencia, destacar la esencia de los procesos, ilustrada por su estructura interna.
Es indiscutible que a la hora de esbozar una periodización de las ideas filosóficas se pueden tomar diversos criterios organizadores. Ahí radica, obviamente, una de las claves para obtener una elaboración que refleje adecuada y esencialmente el devenir de la filosofía y de las ideas en general. Por ello, es de suma importancia determinar qué criterios o parámetros deben servir de guía.
En el estado actual de desarrollo de los estudios sociales sería imposible realizar una periodización de las ideas filosóficas en la América Latina que no esté guiada por la concepción marxista de la historia y del mundo. Por ende, el bosquejo de una periodización forma parte de las tareas de una disciplina científica bien definida que es la Historia de la Filosofía. Para el enfoque científico de la Historia de las Ideas —y de la Historia de la Filosofía, por tanto—, el marxismo ha establecido, como se sabe, bases mínimas fundamentales.
Hacer una periodización conlleva, quiérase o no, una interpretación del devenir de las ideas filosóficas a través de un aparato conceptual que se enriquecerá con el avance del propio estudio. Si partimos, por ejemplo, de la tesis de la sucesión de generaciones, como eje central interpretativo, resultará un tipo de periodización que encerrará a su vez, necesariamente, una interpretación de la historia de las ideas afín a ella. Puede, por el contrario, servir como nudo unificador, pongamos por caso, el país de procedencia de las ideas. En el caso de la América Latina se tendrían, pues, corrientes de influencia inglesas, francesas, germánicas, etcétera, de las más variadas tendencias y de las más diferentes connotaciones ideológicas. Mediante esta interpretación el sentido ideológico de las tendencias se diluiría completamente; y no sólo él, también la mera obtención de claridad sobre el contenido de las ideas se esfumaría.
Una periodización científica de las ideas filosóficas en Latinoamérica (filosofía social y política inclusive) exige establecer la relación con el condicionamiento histórico-social y con el desarrollo de las luchas de clases, lo cual no quiere decir —y esto sería sin duda anticientífico— que, subestimando el objeto específico de estudio —es decir, la filosofía—, el investigador derive la historia de la filosofía o de las ideas, del devenir socio-económico. Se trata, por el contrario, de tener en cuenta para el modelo científico las relaciones que su objeto (la filosofía) establece de manera esencial con las otras instancias de la formación económico-social a la que pertenece e inclusive entre las diversas expresiones de las ideas (políticas, religiosas, sociales, económicas, etcétera).
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