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Hermeneutica Nietzche


Enviado por   •  14 de Marzo de 2015  •  1.892 Palabras (8 Páginas)  •  575 Visitas

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RESEÑA CRÍTICA

“La ardua liberación de la interpretación” del Dr. Carlos B. Gutiérrez. Pags. 53-84

(En el libro de: Navia, Maurico y Rodriguez, Agustín 2008. Hermenéutica Interpretaciones de Nietzsche, Gadamer y Ricoeur. ULA Consejo de publicaciones. Mérida)

Conocer el mundo es interpretarlo y para interpretarlo hace falta el lenguaje, es decir, la transmisión de palabras, conceptos y categorías que le dan formas a los hechos y datos que afectan nuestra experiencia sensorial. La ciencia que se encarga de interpretar el mundo, de darle sentido a los hechos a través de las palabras y del lenguaje para organizarlo en un todo coherente, susceptible a interpretación es la hermenéutica. Aquí nada es verdad, inmutable o eterno como lo concebía Platón, todo es relativo y sometido a interpretación como lo concebía Nietzsche.

Carlos Gutiérrez en su artículo “La ardua liberación de la interpretación” publicado por la Universidad de los Andes en el 2008 centra su objeto de estudio en la rehabilitación de la interpretación en el discurrir filosófico del siglo XX. Artículo que se proyecta en tres dimensiones: 1. La lucha que sostuvo Nietzsche -el filósofo inconforme y crítico de la modernidad mecanicista- contra el conocimiento positivista. 2. La influencia que la propuesta Nietzscheana ejerció sobre la historia de la filosofía hermenéutica. 3. El fuerte influjo que hoy tiene sobre las ciencias sociales y naturales, a raíz del advenimiento del paradigma post positivista.

En el primer punto, Carlos Gutiérrez deja claro que el sigue la “rebelión hermenéutica de Nietzsche” contra el imperialismo epistemológico del positivismo que tenía como presupuesto que toda verdad tiene que ser el resultado de cotejar los hechos con las cosas, en palabras de Gutiérrez: “A partir de la rebelión de Nietzsche me propongo en este trabajo reconstruir a grandes trazos la historia del sometimiento y de la rehabilitación de la interpretación en el discurrir filosófico del siglo XX y destacar los aires de liberación que circundan hoy a las ciencias humanas.”

La ciencia positiva contra la que lucha Nietzsche, dice: “Solo hay hechos”, solo hay cosas y la realidad sólo puede ser cognicible a través de la búsqueda de esos hechos que se pueden medir, que se pueden apreciar con los sentidos, que se pueden oler, que se pueden tocar. El sociólogo francés Emilio Durkheim llegó al extremo de afirmar: “La sociedad hay que analizarla como cosas, como hechos sociales” es decir, ya no hay hombres con sentimientos ni afecciones, sólo hay cosas susceptibles de cálculo racional de la medición y observación. Contra este tipo de afirmación levanta Nietzsche su voz y su pluma: “Contra el positivismo que se detiene ante el fenómeno sólo hay hechos yo diría: no, justamente no hay hechos, sólo interpretaciones.” Y Nietzsche entiende que la verdadera tarea del ser humano es interpretar, es decir, poner, querer y disponer creativos, fijando objetivos y configurando lo fáctico hacia ellos. En otras palabras, las cosas solo tienen sentido a través de las palabras y están organizadas a través de la interpretación, con ella los hombres logran comunicarse. Nada es verdad, nada es mentira, todo es metáfora y el conocimiento es fábula. En este mundo interpretativo se impone la voluntad de poder, los instintos: “Lo que existe emerge para Nietzsche del juego azaroso de las fuerzas, juego que deciden quienes se apoderan de los sistemas de reglas, de por si libres de significación esencial y les imponen la dirección de su voluntad, es decir, una nueva interpretación.” Con esto, Nietzsche rompe con la tiranía de lo absoluto y de los hechos inconmovibles contra la aleatoriedad mecanicista, y en su lugar introduce las interpretaciones que se producen en el tiempo según los diferentes intereses y perspectivas, según la voluntad de poder. Este es un problema existencial que lo podemos resumir como la dimensión interpretativa de la vida.

En el segundo punto, Carlos Gutiérrez apunta hacia la historia moderna de la hermenéutica. La misma comienza con la quiebra de la conciencia histórica o extrañamiento histórico, la historicidad de todo presente y la relatividad de toda opinión que enjuicia al pasado desde las instituciones e ideales y con una postura reflexiva que Gadamer llama interpretación: “La interpretación parte de la extrañeza de aquello que se busca comprender y puesto que la tradición en su conjunto se había tornado extraña la interpretación terminó cobijando al conjunto de la historia.” Siguiendo a Nietzsche, la verdadera actividad ante la historia era develar su encubrimiento, su desfiguración y enajenación de sentidos a manos de intereses pasados y presentes. Con estas ideas hermenéuticas, Nietzsche influye a Gadamer y Heidegger y su desconfianza por los conceptos tradicionales.

La primera guerra mundial y el ocaso de occidente hizo que la dimensión interpretativa de la vida de Nietzsche tuviera relevancia, que progresivamente se fue perdiendo con el advenimiento del empirismo lógico y su idea de llevar los métodos de la ciencias naturales al mundo de la ciencia del espíritu donde no había posibilidad de apelar a la interpretación o a juicios no susceptibles de verificación: Dato e interpretación se excluyen recíprocamente. Todo es un dato bruto, un dato sensorial que prescinde de la intuición subjetiva. Sólo con la obra de Heidegger “Ser y tiempo” se reintroduciría la necesidad de la hermenéutica en la vida como la única forma de liberar al ser humano de un mundo material que lo absorbe, lo enajena y lo destruye.

Con Wittgenstein se rehabilita la interpretación en tanto converge lo analítico y lo hermenéutico, según este autor, los problemas prácticos de lo que se ocupa la filosofía no son empíricos (no buscan explicaciones mecanicistas ni estadísticas) son más bien problemas conceptuales, “En los que cuentan las interpretaciones y las metáforas

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