Hobbes
Enviado por • 20 de Junio de 2013 • Informes • 1.923 Palabras (8 Páginas) • 228 Visitas
En el primer vídeo sobre Hobbes vimos que el Estado es un
fenómeno artificial que requiere de una explicación. Hay ciertas
condiciones previas a su existencia que posibilitan su creación.
Estas condiciones existen en lo que los teóricos del contrato
social llaman el estado de naturaleza. En todo teoría de este
tipo, incluso la de Hobbes, vemos una relación entre estado de
naturaleza y estado civil mediado, como veremos, por un
contrato social.
En el capítulo trece de El leviatán Hobbes habla de estas
condiciones en el estado de naturaleza. La primera y más
importante desde un punto de vista lógico es la que comenta en
las primeras líneas del capítulo. Dice que en el estado de
naturaleza los hombres se encuentran en condiciones de
igualdad con respecto a la competencia entre sí. Ciertamente
hay diferencias. Unos son más grandes y fuertes pero otros son
más listos y hábiles. La fuerza de uno es cancelado por el
ingenio del otro, de modo que, considero en conjunto, las
diferencias no son tan importantes. Esta igualdad general es
importante como punto de partida, ya que si el físicamente más
fuerte siempre ganara existiría una simple relación de
dominación del más fuerte sobre los débiles. En el estado de
naturaleza de los animales esta relación de dominación es
natural no artificial o convencional. Es decir, no requiere de
explicación. De igual modo, si esta relación de dominación
existía en el estado de naturaleza de los humanos, no habría
necesidad de hacer filosofía política porque no habría un
fenómeno artificial que explicar sino simplemente un fenómeno
natural: fuertes ganando a los débiles, como los leones y las
gacelas. Pero el estado civil, digamos una monarquía, en el que
una sola persona manda sobre los demás es un fenómeno Hobbes 2
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bastante extraño y sí requiere de una explicación. Veamos en
qué consiste.
Pues no extraña que esta igualdad general conduzca a pleitos
y conflictos. Si dos personas desean la misma cosa se vuelven
enemigos y tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a otro. Las
causas principales de este conflicto son tres: competencia,
desconfianza, y gloria. La primera de estas causas dice Hobbes
impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio; la
segunda, para lograr seguridad; y la tercera, para ganar
reputación. Durante el tiempo en que los hombres viven sin un
poder común que los atemorice a todos, se hallan en la
condición que se denomina guerra - una guerra de todos contra
todos.
Imagínate que mañana desaparecieran todas las reglas y leyes
bajo las que vivimos y las fuerzas policiacas que las hacen
cumplir. ¿Cómo cambiaría nuestra manera de relacionarnos con
los demás? Mi vecino, por ejemplo, tiene su música a todo
volumen. Sin poder llamar a la policía yo, enojado, corto la luz
que va a su departamento. Él se da cuenta que fui yo y rompe
una de mis ventanas y así va en aumento el conflicto. La guerra
que se daría según Hobbes no tiene que consistir en una batalla
actual sino en un período de tiempo donde la intención de
luchar está más que manifiesta. Semejante situación provoca
inseguridad y miedo. Me veo obligado a quedarme en casa todo
el día para defender mis cosas contra vandalismo o robo. En este
estado de cosas dice Hobbes no hay industria, ni construcción,
ni arte, ni cultura. Los frutos de la sociedad rápidamente
desaparecen y existe un continuo temor y peligro de muerte
violenta. La vida del hombre en tal estado es, en sus inmortales
palabras, solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve.Hobbes 2
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Pero ¿cómo sabe Hobbes que tal estado realmente existió
históricamente? Pues Hobbes no lo sabe ni pretende afirmarlo.
Es importante saber que Hobbes habla aquí no de forma histórica
sino lógica. Su descripción del estado de naturaleza es una
deducción a priori a partir de un análisis de las pasiones del
hombre. Pero si hiciera falta una prueba empírica de lo que
sucedería sin un poder común, no tenemos que ir más lejos que
nuestro propio comportamiento. Cuando salimos de la casa
cerramos la puerta con llave. Cuando estacionamos el coche
subimos el cristal y lo cerramos bien. Con estas acciones
acusamos a la humanidad tanto como Hobbes lo hace con sus
palabras.
De vez en cuando en las noticias leemos que un niño cae en
el recinto de los gorilas en el zoológico y matan al niño. Es una
noticia horrible pero no decimos que el gorila es malo o que
actuó de forma inmoral. En el estado de naturaleza de los
animales no hablamos del bien y del mal, de la justicia o la
injusticia. Semejantes términos están fuera de lugar. Igual en el
estado de naturaleza de los humanos dice Hobbes. Ahí no tiene
sentido hablar de justicia porque la justicia se da cuando haya
leyes que se cumplan. Pero si no hay un poder común, entonces
no hay leyes y si no hay leyes no puede haber justicia. Es
parecido a los conceptos de verdad y falsedad. Lo verdadero y
lo falso no existen en el mundo como tal sino sólo en función de
un lenguaje. Las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas
pero no las cosas en sí misma.
Entonces, los hombres se encuentran en una situación
bastante desagradable gracias a diversas pasiones como la
avaricia, la gloria, y la desconfianza. ¿Habrá una salida? Dice
Hobbes que hay otras pasiones que inclinan a los hombres a la Hobbes 2
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paz: el temor a la muerte y el deseo de una vida confortable. En
el capítulo catorce habla Hobbes de cómo la razón sugiere pasos
que conducirían a la paz.
Nuevamente, hay que tener en cuenta que Hobbes no está
dando consejos aquí. El texto se escribe no en un tenor
normativo sino puramente descriptivo, científico. Su forma de
pensar aquí se parece mucho al análisis de vectores en la física.
Al estudiar un sistema compuesto de diferentes variables el físico
las representa con flechas que representan su dirección y
magnitud. Para ver el resultado final de las interacciones de
todas ellas simplemente las suma, así. Esto es simplificando
mucho, pero la idea es la misma en Hobbes. El resultado final es
el Estado y lo que hace en el camino hacia él es mostrar cómo
los vectores, o sea las pasiones humanas, se combinan para
producirlo.
El capítulo catorce empieza con una distinción entre “derecho
de naturaleza” y “ley de naturaleza”. El derecho de naturaleza
es la libertad que cada hombre tiene para hacer lo que sea
necesario para la conservación de su propia vida. Esté uno en el
estado de naturaleza o en el estado civil, nunca puede ser
obligado a quitarse la vida. Aun así, es claramente insuficiente
para lograr tranquilidad, seguridad y la esperanza de una vida
mejor. Hace falta algo más que el instinto natural y por eso
plantea Hobbes una serie de leyes de naturaleza. Estas leyes no
son leyes en el sentido de la física, como la ley de la gravedad.
Más bien son dictados condicionales de la razón que toman la
forma: Si A, luego B. Si queremos paz, hay que hacer X y Y.
Entonces, primero está el derecho de la naturaleza, el empleo
de todos los medios necesarios para conservar la vida, que como
vimos anteriormente conduce al estado de guerra que describió Hobbes 2
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Hobbes. Es en este punto que ciertas leyes de la naturaleza se
sugieren. La primera ley o sugerencia es sencilla: “cada hombre
debe esforzarse por la paz, mientras tiene la esperanza de
lograrla; y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar
todas las ayudas y ventajas de la guerra.” Este primer paso es
obvio pero poco eficaz, ya que mientras todos sostengan su
derecho a todo lo que se les antoje, la disposición a luchar sigue.
Hay que razonar un poco más. Aquí plantea Hobbes una
segunda ley de naturaleza: “que uno acceda, si los demás
consienten también, a renunciar este derecho a todas las cosas”.
Esta segunda ley llega al meollo del problema, aquello que
realmente constituye la base del conflicto. Imagínate dos
personas con escopetas listas cada una de disparar a la otra. Es
muy bueno que tienen la disposición de buscar la paz pero hasta
renunciar su derecho de hacer todo lo que se les antoje, no van a
ningún lado. Tienen que bajar sus armas. ¿Pero quién lo hará
primero. “Tú primero. No, tú?” ¿Ves el problema? La
desconfianza no ha desaparecido. Hace falta un acuerdo
general en el que todos se comprometen a renunciar sus
derechos y a bajar sus armas. Éste es el famoso contrato social.
Pero si el acuerdo se hace en condición de mera naturaleza
donde impera la guerra, es totalmente nulo, ya que, como señala
Hobbes, no hay nada que se rompe con más facilidad que la
palabra del hombre. Pero cuando existe un poder común sobre
todos con derecho y fuerza suficiente para obligar el
cumplimiento, es válido.
Es interesante ver en todo esto cómo Hobbes entiende las
pasiones y la razón. Sin duda es razonable seguir estas dos leyes
de la naturaleza, es decir, buscar la paz y renunciar nuestro
derecho, pero la razón es insuficiente para obligar el Hobbes 2
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cumplimiento del convenio. Nuestra conducta está determinada
no tanto por la razón sino por el miedo de ser castigado, o sea
por una pasión. El poder coercitivo es lo que hace real y efectivo
ese miedo.
Hobbes menciona otras leyes de naturaleza pero éstas que
hemos visto son las importantes para la creación del Estado. Es
importante entender que el convenio que se realiza se hace no
entre los gobernados y el soberano sino sólo entre todos los
gobernados. El soberano no es uno de los contratantes. Él se
queda fuera del pacto y permanece dentro del estado de
naturaleza. ¿Por qué? Primero, que tengamos clara la función
del soberano. Aquí vemos el convenio simplificado entre dos
personas. La línea entre las dos representa el convenio. No se
rompe porque existe un poder común que lo hace obligar. El
soberano queda fuera del convenio para que pueda ejercerse
como poder coercitivo. Si fuera parte del convenio se requeriría
otro soberano para hacer obligar el convenio, para que no se
rompiera. Y si ese soberano también formara parte del convenio
haría falta otro, ad infinitum. Para evitar ese problema el
soberano queda fuera del convenio, en el estado de naturaleza.
Recuerda que en el estado de naturaleza no hay ni justicia ni
injusticia. De hecho Hobbes dice que el soberano puede
cometer iniquidad pero no injusticia. Su función es la de obligar
el cumplimiento del convenio y puede hacer todo lo que le da la
gana siempre y cuando cumpla su función. Si, bajo su mando, el
estado civil se tornara peor que la guerra en el estado de
naturaleza, los súbditos podrían legítimamente rebelar para
instaurar un nuevo soberano, pero de ahí en fuera tienen que
someterse a su mando.
Así llegamos entonces a la sorprendente conclusión de El Hobbes 2
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leviatán: un contrato social que conduce a una monarquía en
vez de una democracia. La razón estriba en la manera en que
Hobbes describe el estado de naturaleza. Si fuera menos
violento y desagradable (como piensa Locke) o casi un paraíso
(como en Rousseau), el resultado habría sido distinto. ¿Qué
piensas tú? ¿Si mañana desaparecieran todas las leyes y fuerzas
del Estado caeríamos en una guerra civil? ¿Tiene el estado de
naturaleza remedios para estos males que no sean tan drásticos
como una monarquía absoluta? En posteriores vídeos veremos lo
que otros filósofos han propuesto.
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