Ideas Sobre El Frankenstein Educador

El librito tiene un título inquietante: FRANKENSTEIN EDUCADOR. Su autor es el francés Philippe Meirieu y parte de la idea de que la historia de la educación está plagada por el mito de la fabricación de un ser humano nuevo. Entonces retorna al análisis del doctor Frankenstein y su monstruo, Pigmalion y su estatua, Gepeto y su Pinocho que son considerados por Philippe como ejemplos de esos ensueños educativos que apuntan a instituir a la educación como un proyecto de dominio del educando y de control completo de su destino. De paso podríamos revisar las teorías pedagógicas desde esta mirada para ver con qué sorpresitas nos encontramos.

Entre otras cuestiones, Philippe desliza esta idea que puede servir para repensar, por ejemplo, la formación docente: “…hay que admitir que lo “normal”, en educación, es que la cosa “no funcione”; que el otro se resista, se esconda o se rebele. Lo “normal” es que la persona que se construye frente a nosotros no se deje llevar; o incluso se nos oponga, a veces, simplemente, para recordarnos que no es un objeto en construcción sino un objeto que se construye”.

¿Para qué, entonces, la escuela? Susana Vior, educadora y desde la Universidad Nacional de Luján, intenta responder a esto señalando que la escuela debe lograr la democratización del acceso al conocimiento. Distribuir, por tanto, democráticamente el conocimiento y esto nos lleva a que la escuela también debería ser el espacio donde se produce el aprendizaje de la convivencia democrática. Y Susana en esto es rotunda: “…prácticamente en toda América Latina, la escuela no está cumpliendo esta función de espacio de convivencia”.

Al menos en nuestra isla rodeada de tierra, anda circulando una propuesta desde el Ministerio de Educación y Cultura para normar el tema de la participación de alumnos y alumnas en la escuela. ¿Por qué desde el vamos esto no se está pensando, elaborando de manera democrática con los mismos alumnos y alumnas? ¿No era que estos son sujetos plenos de derecho, conforme al Código de la Niñez y la Adolescencia?

Si nos atrevemos a explorar el cerrado universo de nuestras escuelas desde la invitación de Philippe, podríamos aproximarnos a la idea de que la educación pública debe garantizar los derechos de niños y adolescentes como punto de partida. Si no hacemos esto, persistiremos en la posición del doctor Frankenstein y nuestros Pinochos seguirán demostrándonos día a día que la cosa esta llamada escuela así no funciona.

Recordemos aquí a Alicia, la de Lewis Carroll: ”Por favor, preguntó Alicia; ¿hacia dónde he de ir? Y va el gato y contesta: Eso depende de adónde quieras ir”.

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