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Frankenstein El Educador


Enviado por   •  22 de Abril de 2014  •  2.557 Palabras (11 Páginas)  •  976 Visitas

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Meirieu , Philipìe: ‘’A mitad de recorrido: por una verdadera ‘revolución copernicana’ en pedagogía’’, en Freankenstein ecuador, Barcelona, 2000 pp.:67-96.

Ya en 1862, Claparede hablaba de la necesidad de una ‘verdadera revolución copernicana en pedagogía’. Seguía la pista de Rousseau y consideraba que este había dado definitivamente vuelta a la página de una pedagogía normativa y autoritaria.

Pero no es tan seguro que las cosas sean tan sencillas. Por una parte, una lectura atenta de Emilio saca a luz muchísimas más imposiciones educativas de lo que solemos suponer. La no poca ‘astucia’ de Rousseau consiste, pues en organizar la pedagogía en torno al ‘interés del niño’.

No es seguro que el ‘centrar la educación en el niño’ sea una formula completamente defendible, porque puede hacer creer que el niño lleva en si los fines de su propia educación y que esta le ha de quedar eternamente subordinada. Atender sus peticiones, someterse a sus necesidades, es arriesgarse a mantenerlo en un estado de dependencia, incluso en una vida vegetativa en la que, privado de exigencias, se dejara caer al nivel más bajo. La educación, entonces, se reducirá a la contemplación embobada de unas aptitudes que se despiertan; ratificaría todas las formas de desigualdad y dejaría a los ‘hombrecitos’ completamente inermes, incapaces de entender lo que les ocurre.

¿Hay que volver, entonces al proyecto que se propone hacer del niño un objeto de ‘fabricación’, un simple resultado de experiencias fisiológicas, psicológicas y sociales? Por supuesto que no. La ambición de dominar por completo el desarrollo de un individuo, es siempre una ambición perversa y mortífera.

Las disciplinas escolares se han convertido, en el curso del tiempo en ‘fragmentos de cadáver exhumados de panteones y de osarios’ en jirones de conocimientos extirpados de tratados eruditos y compilados en manuales.

La educación solo puede escapar a las desviaciones simétricas sede la abstención pedagógica y de la fabricación del niño, si se centra en la relación del sujeto con el mundo. Su tarea es movilizar todo lo necesario para que el sujeto entre en el mundo y se sostenga en él, se apropie de los interrogantes que han constituido la cultura humana, incorpore los saberes elaborados por los hombres en respuesta a esos interrogantes… Esa es la finalidad de la empresa educativa: que aquel que llega al mundo sea acompañado al mundo

En suma: la verdadera revolución copernicana en pedagogía consiste en volver la espalda resueltamente al proyecto del doctor Frankenstein y a la ‘educación como fabricación’. Pero no hay que subordinar toda la actividad educativa a los caprichos de un niño-rey. La educación, en realidad, ha de centrarse en la relación entre el sujeto y el mundo humano que lo acoge.

-‘Nos ha nacido un niño’, o por qué la paternidad no es una casualidad

Aceptar al niño que llega como un don, renunciar a ejercer con él nuestro deseo de dominio, despojarse en ciert6o modo, de nuestra propia función generadora sin con ello renunciar a nuestra influencia ni tratar de abolir una filiación sin la cual él no podría conquistar su identidad. Hay que renunciar a ser la causa del otro sin renunciar a ser su padre, sin negar nuestro poder educador en una ridícula gimnasia no-directiva.

En suma: la primera exigencia de la revolución copernicana en pedagogía consiste en renunciar a convertir la relación de filiación en una relación de causalidad o de posesión. No se trata de fabricar un ser sujeto que está inscrito en una historia pero que, al mismo tiempo, representa la promesa de una superación radical de esa historia.

-‘Un ser nos resiste’, o de la necesidad de distinguir entre la fabricación de un objeto y la formación de una persona

Lo ‘’normal’’, en la educación es que la cosa ‘no funcione’: que el otro se resista, se esconda o se rebele. Lo ‘normal’ es que la persona que se construye frente a nosotros no se deje llevar, o incluso se nos oponga, a veces, simplemente, para recordarnos que no es un objeto en construcción sino un sujeto que se construye.

Es fuerte la tentación de dejarse atrapar en un dilema infernal: excluir o enfrentarse. Pero la exclusión es siempre un signo de fracaso y sella un abandono. Se suma a las desventajas sociales y se los devuelve a la calle, donde su futuro es negro.

Para evitar la exclusión, los enseñantes entran a veces en un enfrentamiento para el que no siempre están preparados. Incluso, para conseguirlo, piden ayuda a sus colegas o a la administración. Eso funciona a veces, pasajeramente… Pero llega el día en que el alumno querrá saber hasta qué punto puede poner a prueba al enseñante y cuáles son los límites que no puede franquear. En ese juego, a veces gana el enseñante; pero, muy a menudo, sale maltrecho porque el alumno es hábil explotando las debilidades del adversario.

En suma: la segunda exigencia de la revolución copernicana en pedagogía consiste en reconocer a aquel que llega como una persona que no puedo moldear a mi gusto. Es inevitable y saludable que alguien se resista a aquel que le quiere ‘fabricar’. Es ineluctable que la obstinación del educador en someterle a su poder suscite fenómenos de rechazo que solo pueden llevar a la exclusión o al enfrentamiento. Educar es negarse a entrar en esa lógica.

-‘Toda enseñanza es una quimera’, o como escapar a la ilusión mágica de la transmisión

Los pedagogos han denunciado una y otra vez la idea de que basta con enseñar para que los alumnos aprendan. La actividad del maestro ha de estar subordinada al trabajo y a los progresos del alumno. La fuente del progreso intelectual del espectador no es la calidad intrínseca del espectáculo, sino el modo en que lo acoge.

No es precisamente seguro que convenga obstinarse en ‘enseñar’ a toda costa, de modo tradicional. La lógica que preside la enseñanza no es, en absoluto, la que preside el aprendizaje. Y es que aprender es siempre tomar información del entorno en función de un proyecto personal.

Hay situaciones de enseñanza que funcionan muy bien y en las que los alumnos o los estudiantes ‘absorben’ completa y perfectamente el pensamiento del maestro. Los que aprenden han reprogramado su sistema de aprendizaje en el sistema de explotación del sistema de enseñanza.

En suma: la tercera exigencia de la revolución copernicana en pedagogía consiste en aceptar que la transmisión de saberes y conocimientos no se realiza nunca de modo mecánico y no puede concebirse en forma de una duplicación de idénticos como la que va implícita en muchas formas de enseñanza. Supone una reconstrucción,

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