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Informe el Mundo de Sofía


Enviado por   •  14 de Agosto de 2016  •  Resúmenes  •  2.607 Palabras (11 Páginas)  •  295 Visitas

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El helenismo se refiere a la época con la cultura predominantemente griega que dominaba en los tres reinos helenísticos: Macedonia, Siria y Egipto. El helenismo se caracterizó por el hecho de que se borraron las fronteras entre los distintos países y culturas, lo que permitió que las distintas culturas se mezclaran en un crisol de ideas religiosas, filosóficas y científicas. Además la gente comenzaba a sentir un declive en el mundo, decían: “El mundo está viejo.” La filosofía se consternó por la buena vida y se mezcló con la religión, acercándose hacia la salvación y el consuelo. Esta fue una de las características más destacables de la filosofía de esta época. La filosofía helenística carecía de ideas nuevas ya que tomaron ideas de los filósofos de Atenas para fundamentar sus pensamientos.

Los cínicos creían que la verdadera felicidad no depende de cosas externas tales como el lujo, el poder político o la buena salud. Decían esto porque si se depende de cosas materiales para adquirir la felicidad, cuando estas cosas materiales se pierdan, se pierde nuestra felicidad y los cínicos creían que eso no estaba bien. Después de los cínicos, aparecieron los estoicos. Ellos veían al individuo como un pequeño mundo que es reflejo de un más grande. Esto condujo a la idea de que existe un derecho universal, al que denominaron “derecho natural.” Creían que este derecho universal se podía aplicar a todas las personas, incluyendo a los esclavos. Señalaban la importancia de la comunidad en la humanidad, interesándose en la política.

Los epicúreos estaban menos interesados en la política y la vida social, “¡Vive en secreto!” Creían que en la vida, se debía buscar el placer pero que el resultado placentero de una acción debería ser evaluado siempre con sus efectos secundarios. Epicuro resumió su filosofía liberadora en lo que llamó las cuatro hierbas curativas: “A los dioses no hay que temerlos. La muerte no es algo de lo que haya que preocuparse. Es fácil conseguir lo bueno. Lo terrible es fácil de soportar.” El neoplatónico más famoso, Plotino, creía que el mundo está en tensión entre dos polos. En un extremo se encuentra la luz divina, que él denomina Uno o Dios. En el otro extremo está la oscuridad total, a donde no llega nada de la luz del Uno pero no la define por su existencia sino que por la ausencia de la otra. Según Plotino, el alma está iluminada por la luz del Uno y la materia es oscuridad, que en realidad no tienen existencia alguna. Por último, Alberto habla sobre el misticismo. Una experiencia mística significa que uno experimenta una unidad con Dios o con “el alma universal.” Ellos creían que las experiencias personales en las que se pierden en encuentros con un ser supremo. “Te pierdes a ti mismo en la forma que tienes en ese momento, pero al mismo tiempo comprendes que en realidad eres algo mucho más grande. En todas las grandes religiones encontramos corrientes místicas y las descripciones que da el místico de la experiencia mística presentan un sorprendente parecido a través de las distintas culturas.
Un día, Sofía fue a una iglesia con Alberto donde él le habla sobre los diez siglos de la edad media. Aunque las personas del renacimiento le llamaban a esta época la edad oscura, Alberto indica que las universidades fueron establecidas en la edad media. Además, se establecieron los Estados nacionales y otras ciudades. “En la Edad Media se volvió a la economía en especie, a la economía del intercambio. A partir de ahora la economía se caracterizaría por lo que llamamos feudalismo, que quiere decir que algunos importantes señores feudales eran propietarios de la tierra que los campesinos tenían que trabajar para ganarse el sustento. También la población disminuyó fuertemente durante aquellos primeros siglos. “Sin embargo, el Papa fue puesto como el máximo representante de la iglesia y los reyes y príncipes de los nuevos estados nacionales iban adquiriendo poder. La cultura greco-romana se dividió y se unió de nuevo en el renacimiento.  San Agustín fue un platonista cristiano que trajo filosofía de Platón en el cristianismo. Se dedicó a unir el pensamiento judío y el griego. En su gran libro llamado la ciudad de dios él sugiere que la salvación sólo viene a través de la iglesia. Podríamos decir que fue San Agustín el que “cristianizó” a Platón. Santo Tomás de Aquino trajo a Aristóteles en la religión cristiana e intentó demostrar que el uso de la razón y la fe no entran en conflicto.  Luego, comienza a explicarle sobre el Renacimiento. Fue una época caracterizada por la fé en la humanidad, con enfoque al individuo. La filosofía y la ciencia se iban desprendiendo cada vez más de la teología de la Iglesia, lo cual, por otra parte, contribuyó a que la fe tuviera una relación más libre con la razón”. Toda la vida cultural floreció y Roma fue reconstruida. Las personas sentían que Dios es inconcebible para el pensamiento. La idea de un método empírico se dio en el Renacimiento y resultó en un énfasis  en la investigación y la experimentación. El valor práctico del conocimiento científico se volvió importante y produjo una innovación científica que ha continuado hasta el presente. Las innovaciones han sido tanto buenas como malas pero es ahora imposible regresar a los tiempos antes de esas invenciones. Copérnico propuso una visión heliocéntrica del mundo. Johannes Kepler fue el primero en opinar que la tierra es un planeta en igualdad con los demás planetas y que regían las mismas leyes físicas en todo el universo. Galileo Galilei formuló la ley de inercia que indica que la velocidad que ha adquirido un cuerpo se mantendrá constante mientras no haya causas exteriores de aceleración o deceleración. Por último, apareció Isaac Newton quien aportó la descripción definitiva del sistema solar y de los movimientos de los planetas. Las esferas celestiales ya no eran precisamente celestiales y la misma ley de gravedad aplicaba a todo el universo. La Tierra ya no podía ser vista como una peculiaridad en el universo.  Poco después, la relación de las personas con Dios se hizo más personal y la Reforma Protestantista demostraba que la visión normal de la iglesia ya no era aceptable para todos.  El periodo Barroco fue un periodo de muchas guerras y con mucha preocupación sobre la naturaleza fugaz de la vida. Frases como “carpe diem” y “memento morí” se pronunciaban con frecuencia para recordar la brevedad de la vida. La gente creía que la vida era como un teatro. La filosofía estaba caracterizada por el conflicto entre el  idealismo y el materialismo. Por un lado, “El materialismo se nutría constantemente de las nuevas ciencias naturales Newton señaló que las mismas leyes de los movimientos rigen en todo a universo.” Por el otro, el idealismo creía que la existencia es espiritual.  René Descartes nació en 1596 y vivió una vida errante por Europa. Desde muy joven había nutrido una fuerte esperanza de conseguir conocimientos seguros sobre la naturaleza de los hombres y del universo. Pero después de haber estudiado filosofía se convenció cada vez más de su propia ignorancia. Como Sócrates, estaba convencido de que sólo nuestra razón puede proporcionarnos conocimientos seguros. No podemos fiarnos de lo que dicen los viejos libros. Ni siquiera podemos fiarnos de lo que nos dicen nuestros sentidos. Hay una línea que va desde Sócrates y Platón y que pasa por San Agustín antes de llegar a Descartes. Todos estos filósofos fueron racionalistas. Opinaban que la razón es la única fuente segura de conocimiento. Tras extensos estudios, Descartes llegó a la conclusión de que los conocimientos que se habían heredado de la Edad Media no eran necesariamente de fiar. En este punto quizás podríamos compararlo con Sócrates, que no se fiaba de las opiniones corrientes con las que solía encontrarse en la plaza de Atenas. Descartes decidió empezar a viajar por Europa, de la misma manera que Sócrates empleó su vida en conversar con las gentes de Atenas. Descartes nos cuenta que a partir de entonces sólo buscará aquella ciencia que pueda encontrar en él mismo o en el «gran libro del mundo». Se adhirió por tanto al servicio de la guerra, que le llevó a varios lugares de Centroeuropa. Más adelante vivió unos años en París, pero en 1629 se fue a Holanda, donde vivió casi 20 años trabajando en sus tratados filosóficos. En 1649 fue invitado a Suecia por la reina Cristina. Pero la estancia en ese lugar que él denominó la «tierra de los osos, del hielo y las rocas», le provocó una pulmonía, y Descartes murió en el invierno de 1650 con sólo 54 años. Pero llegaría a tener una gran importancia para la filosofía, incluso después de su muerte. No es ninguna exageración decir que fue Descartes quien fundó la filosofía de los tiempos modernos. Tras el entusiasta redescubrimiento del re-nacimiento del ser humano y de la naturaleza, surgió de nuevo una necesidad de recoger las ideas de la época en un sistema filosófico consistente. El primer gran sistematizador fue Descartes. Luego le siguieron Spinoza y Leibniz, Locke y Berkeley, Hume y Kant... Con «sistema filosófico» quiero decir una filosofía construida desde los cimientos y que procura encontrar una especie de esclarecimiento de todas las cuestiones filosóficas importantes. La Antigüedad había tenido grandes sistematizadores como Platón y Aristóteles. La Edad Media tuvo a Santo Tomás de Aquino, que quiso construir un puente entre la filosofía de Aristóteles y la teología cristiana. Luego llegó el Renacimiento, con un embrollo de viejos y nuevos pensamientos sobre la naturaleza y la ciencia, sobre Dios y el hombre. Hasta el siglo XVII no hubo por parte de la filosofía un intento de recoger las nuevas ideas en un sistema filosófico esclarecido. El primero en intentarlo fue Descartes. El puso la primera piedra de lo que sería el proyecto más importante de la filosofía de las generaciones siguientes. Ante todo le interesaba averiguar lo que podemos saber, es decir, aclarar la cuestión de la «certeza de nuestro conocimiento». La otra gran cuestión que le preocupó fue la «relación entre el alma y el cuerpo». Estos dos planteamientos caracterizarían el debate filosófico durante los siguientes ciento cincuenta años.

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