Inteligencia Cultural

El sistema internacional se encuentra basado en una nueva dinámica que ha puesto en contacto a las civilizaciones de todas partes del mundo. El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación ha posibilitado que los individuos de diferentes ciudades puedan estar en constante comunicación y el flujo de la información de un lugar a otro se da de manera más fácil y rápida. Ahora es más común que conozcamos las características de otros pueblos y culturas porque el acceso a esta información es más sencillo y la interacción con otros seres humanos está a la orden del día.

Lo mismo sucede con las relaciones que entablan los Estados, este proceso de interdependencia que conocemos como globalización, ha generado una necesidad de estar en contacto con otros países, así como del intercambio de bienes y servicios que puedan satisfacer las necesidades de sus pobladores. Ningún Estado es del todo autosuficiente por lo que recurre a sociedades con otros Estados para solventar sus requerimientos e incluso cumplir objetivos y metas.

Este proceso de interacción entre Estados no se da de forma espontánea, requiere la participación de personas, individuos que representan los intereses de sus Estados. Las negociaciones a nivel internacional no sólo se ven determinadas por cuestiones como logística, tiempo, tácticas y estrategias sino también por las características de aquellos que se sientan a negociar. Dentro de dichas características encontramos elementos tan generales como sus costumbres, tradiciones, ideología, etc. hasta factores como la familia, los valores, los sentimientos y, finalmente, las aptitudes y habilidades que pueda desarrollar tanto en el ámbito académico como emocional.

La lectura contempla una serie de autores cuyos enfoques teóricos tratan de dar una explicación de los efectos que tienen los caracteres culturales a la hora de negociar pero es necesario destacar que no han resultado efectivos totalmente porque el proceso de definición cultural resulta sumamente complejo. Cada una de las personas actúa de forma particular bajo las diversas situaciones a las que tenga que hacer frente, sus acciones están influenciadas tanto por criterios culturales de la sociedad en la que se ha desarrollado, así como otros valores e ideologías del seno familiar en el que se ha criado y sus propios criterios.

La apertura y el criterio de los individuos se encuentran intrínsecamente relacionados con el tipo de sociedad en el que ha crecido. Autores como Salomón Schwartz distinguen entre sociedades tradicionalistas y sociedades más racionales y abiertas, esta brecha establece una pauta para el comportamiento de los individuos y está relacionado, a su vez, por el nivel de desarrollo económico de sus países de origen. Por ejemplo, en los países desarrollados existe una mayor tendencia a la igualdad y a la apertura hacia otras culturas mientras que los tradicionalistas se encuentran a favor de proteger su identidad y su cultura, en tanto se preocupan por la satisfacción

...