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JERARQUIA DE VALORES ¿una o dos dimensiones?

Sahir Palomino ColonioInforme3 de Diciembre de 2017

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JERARQUIA  DE  VALORES

 ¿una o dos dimensiones?

                                                                                                                        José Maria Méndez

Estudios de Axiología

Madrid

1.- Criterio de la altura.

        ¿Qué es más valioso, respetar la vida o respetar la propiedad? A esta pregunta se suele responder de manera indirecta: es más valioso el respeto a la vida que el respeto a la propiedad, porque la vida vale más que las propiedades o bienes que podamos tener. Se asigna de modo inmediato el valor a la vida y al dinero, y después se deduce de ahí el orden entre los respectivos respetos, a la vida o a los bienes económicos.

        Pero si hacemos la pregunta sobre los respectivos antivalores -¿qué es más antivalioso, asesinar o robar?-, la respuesta es en cambio totalmente directa. Todo el mundo ve de modo inmediato e intuitivo que el asesinato es peor que el robo. No hace falta aducir una razón o explicación previa. Justo porque aquí no cabe la menor duda, ante la  perentoria intimación ¡la bolsa o la vida! se entrega el dinero, con tal de salvar el pellejo, como dice la castiza expresión.

        Dejando para luego examinar ese diferente procedimiento para contestar ambas preguntas, podemos presentar las anteriores respuestas de manera gráfica, indicando en el eje horizontal  el valor cero o la indiferencia axiológica, y en el eje vertical los valores y respectivos antivalores:  

                                             

                                         

                                         Respeto a la vida humana

                                       [pic 1][pic 2]

                                         Respeto  la propiedad                                                  

      [pic 3]

                                          Valor cero o indiferencia axiológica

                                              [pic 4]

                                          Robo      

                                          Asesinato

       

                                                                                             

        Este gráfico hay que interpretarlo con números ordinales, no cardinales. No está definida una unidad de valor, que permita decir un asesinato es diez veces más grave que un expolio total, o que respetar la vida es tres veces más valioso que respetar la propiedad. Pero sí hay relaciones de orden perfectamente definidas en los juicios de valor del tipo el asesinato es peor que un robo, dar de lo necesario es más meritorio que dar de lo superfluo, o cualesquiera otros parecidos. Y con una matemática meramente ordinal se pueden obtener resultados importantes.

        Así ocurrió con la corrección con que Pareto mejoró las ecuaciones del equilibrio económico general formuladas por Walras, que en economía tienen una importancia similar a la que tuvo la gravitación universal de Newton para la física. Y la rama matemática conocida como topología ha sido descrita como lo que queda de la geometría, si quitamos la noción de distancia. Lo que queda es justamente el orden entre los puntos. Nadie se atrevería a decir que la topología no es conocimiento objetivo. Pues bien, es justamente esta matemática ordinal la que formaliza los juicios de valor de los que hablamos aquí.

        El gráfico responde a la jerarquía propuesta por Scheler, que hablaba de una dimensión vertical o altura (die Höhe). Esta dimensión vertical expresaría, mediante relaciones de orden, la valiosidad intrínseca de los valores, su mayor o menor excelencia o dignidad, su tamaño o magnitud axiológica, por así decir; el mérito que nuestra intuición de los valores atribuye a las diversas materias  en las que descubrimos lo valioso. Scheler pensaba sobre todo en la parte positiva, la que está por encima de la indiferencia axiológica (flecha hacia arriba). Pero la dimensión vertical de la altura sirve también para indicar la mayor o menor malicia o gravedad de los antivalores (flecha hacia abajo).

.         Volviendo a la diferente manera, antes señalada, de tratar valores y antivalores,  ya Hartmann hizo notar que nuestra intuición de los  antivalores suele ser más firme y segura, al establecer  relaciones de orden, que la intuición de los  valores. Vemos clara y rotundamente que un asesinato es peor que un robo. En cambio, para afirmar que el respeto a la vida es más valioso que el respeto a la propiedad no hay tanta inmediatez. Se suele pensar del modo indirecto antes señalado. Se apela a la estimación previa de que la vida vale más que el dinero o los bienes económicos.

        Sin duda esto último nos parece obvio, pero no se trata propiamente de una intuición axiológica, de una percepción de lo valioso en sí. La vida y los bienes económicos son hechos, realidades ya acabadas o terminadas; nunca son vistos como algo que debe-ser y aún no es, que es lo propio de la intuición axiológica. El valor no está en los bienes económicos como tales, sino en el respeto a la propiedad. El valor no está en el hecho bruto de estar vivos, sino en el respeto a la vida, la propia y la ajena. Los valores no están en las cosas, sino en las acciones humanas. En cambio, el asesinato y el robo son intuidos directamente en las respectivas acciones humanas como lo que debe-no-ser.

        El gráfico sugiere también que la indiferencia axiológica siempre está a medio camino entre el valor y el respectivo antivalor, supuesto que los lugares ocupados por las etiquetas respeto a la vida, respeto a la propiedad indiquen la máxima realización de estas dos materias valiosas, y las etiquetas asesinato y robo su máxima violación.

        Pero eso es falso, afirma Hartmann. La distancia de la etiqueta Asesinato al eje horizontal de la indiferencia axiológica no puede ser la misma que la distancia del respectivo valor a dicho eje. La gravedad del asesinato nos parece enorme, muy grande, mientras que el mérito moral de la persona que nunca ha matado es pequeño, casi irrelevante. Es lo mínimo que se puede pedir. Nadie se eleva a gran altura valiosa sólo por no haber matado nunca. La distancia desde la etiqueta respeto a la vida humana hasta la indiferencia axiológica ha de ser por tanto menor que la distancia de la etiqueta asesinato al eje horizontal.

        En cambio, si consideramos el valor Amor, la situación es justo la contraria.  Estimamos el amor como un altísimo valor. Su distancia al eje horizontal ha de ser grande. En cambio el respectivo antivalor, en este caso la falta de amor, la insensibilidad o mera carencia de ese sentimiento, no es vista como un crimen o un delito, ni siquiera una ofensa grave, sino a lo sumo como una lamentable deficiencia; algo negativo desde luego, pero cuya perversidad moral no es grande. La distancia al eje horizontal ha de ser más pequeña que la que atribuimos al valor Amor.         

        Incluso en el lenguaje ordinario podemos apreciar esta disparidad. Disponemos de palabras netas y rotundas para lo que salta a la vista, ya sea por su mérito o ya sea por su gravedad -amor, robo, asesinato-, mientras que para lo menos evidente u obvio carecemos de palabras precisas y  recurrimos a circunloquios como falta de amor, respeto a la vida o respeto a la propiedad.

        Así pues, que el eje de indiferencia axiológica, se sitúe más o menos cerca del valor o del antivalor depende de la materia valiosa que estemos considerando, concluye Hartmann. Sólo excepcionalmente estaría justo en el punto medio.

        Estas observaciones de Hartmann nos hacen poner en duda la creencia generalizada o convencional de que el respeto a la vida es un valor más alto que el respeto a la propiedad. Más bien nos invitan  a colocar la etiqueta Respeto a la vida muy cerca del eje horizontal, incluso por debajo del Respeto a la propiedad.

        Lo cual es coherente, como ya indicamos, con el equivocado desenfoque de la intuición axiológica  cuando se afirma que la vida, como mero hecho biológico, es más valiosa que los bienes económicos, como meras cosas. Ni la vida ni las cosas son propiamente valores que deben-ser. Los valores hay que verlos en las conductas humanas frente a esos hechos o cosas; no en las cosas o hechos como tales. Los valores deben ser, las cosas ya son.

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