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Jacqes Derrida

werevernight21 de Febrero de 2014

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JACQUES DERRIDA

Autor: Jorge León Casero

Para bien o para mal, el nombre de Jacques Derrida ha pasado a la historia de la filosofía y las humanidades como sinónimo de la “Deconstrucción”, si bien desde un ámbito estrictamente académico actualmente se le está re-situando dentro de una categoría más amplia denominada “Filosofía de la diferencia”, junto a la obra de otros filósofos como Michel Foucault o GillesDeleuze. De cualquiera manera, la compleja obra de Jacques Derrida se caracteriza por una gran proliferación de nuevos términos no exclusivamente conceptuales como por ejemplo son los de “différance”, “huella”, “suplemento”, “subyectil”, “párergon”, “espaciamiento”, “khora” o la misma “deconstrucción” que, juntos, conforman una crítica múltiple a la historia de la metafísica y la ontología occidental en tanto que “fonocéntrica”, “logocéntrica” o “falocéntrica”.

Es desde este marco general de revisión de la racionalidad y los conceptos propiamente filosóficos que Jacques Derrida ejercerá su trabajo desde campos tan variados como la fenomenología trascendental, la filosofía del lenguaje, la semiótica estructuralista, la estética y las artes, el psicoanálisis, la teoría de género, la filosofía política, la filosofía de la historia, la filosofía del derecho y la teoría literaria. Ámbitos todos ellos en los que tratará de mostrar cómo, paradójicamente, sus mismas “condiciones de posibilidad” son y no pueden no ser, simultáneamente, sus “condiciones de im-posibilidad”.

1. Biografía

Filósofo con nacionalidad francesa de origen judío sefardí, Jacques Derrida nace en El Biar (Argelia), el 15 de Julio de 1930, donde debido a la represión del gobierno de Vichy —Derrida siempre afirmó que «no hubo un solo alemán en Argelia» [Derrida 2003: 241]— fue expulsado de su instituto argelino a la edad de 12 años, hecho que marcará su pensamiento tanto filosófico como político hacia la responsabilidad absoluta por el respeto del otro en cuanto otro.

A la edad de 19 años sale por primera vez de su Argelia natal en dirección a París, Francia. Allí cursará cuatro años de clases preparatorias en el Liceo Luis el Grande para ingresar posteriormente en la ÉcoleNormaleSupérieure de París en 1952, lugar donde será alumno de Louis Althusser o Maurice de Gandillac hasta su traslado a la Universidad de Harvard, donde completaría sus estudios.

En 1957 se casa con la psicoanalista y traductora MargueriteAucouturier con quien tiene dos hijos, Pierre (1963) y Jean (1967). De vuelta en Argelia para cursar el servicio militar, conoce a Pierre Bourdieu mientras imparte clases de inglés y francés en Koléa, cerca de Argel. En 1959 vuelve a Francia, donde imparte clases en el Liceo de Le Mans hasta que en 1965 obtiene el cargo de Director de Estudios del departamento de Filosofía de la ÉcoleNormaleSupérieure, donde traba amistad con Georges Canguilhem y Michel Foucault.

En 1964 participa en un Encuentro sobre las ciencias francesas en Baltimore junto a Jacques Lacan, RolandBarthes, Jean Hyppolite, Lucien Goldman o Georges Poulet, que resultará decisivo para su reconocimiento internacional. Es en esta ocasión donde se encuentra por vez primera con Paul de Man, futuro director del Departamento de Literatura Comparada de la Universidad de Yale y miembro de la Yale School of Deconstruction.

En 1967 son publicadas simultáneamente tres obras capitales de su pensamiento como son De la gramatología, un análisis sistemático del origen del lenguaje en las obras de Saussure, Rousseau y Lévi-Strauss, La escritura y la diferencia, una recopilación de artículos escritos entre 1963 y 1967 en los que trata las obras de Foucault, Levinas, Husserl, Heidegger, Hegel, Bataille y Artaud, y La voz y el fenómeno, una aguda crítica de la obra de Husserl encaminada a mostrar la no presencia a sí inmediata de la conciencia y la mediación irrecusable de la voz.

Tras dichas publicaciones, la labor investigadora de Jacques Derrida no ha conocido interrupción, dando lugar a obras de gran reconocimiento e influencia en el mundo académico como son La diseminación (1972), Márgenes de la filosofía (1972), Glas (1974), Dar el tiempo (1991), Mal de Archivo (1995) o Papel Máquina (2001). Dentro de la filosofía política, destacan Fuerza de ley (1991), Espectros de Marx (1993), y Políticas de la amistad (1994). Entre el gran número de intelectuales con los que trabó amistad destacan los nombres de ÉmmanuelLevinas, Maurice Blanchot, Jean Luc Nancy, PhilippeLacoueLabarthe, Sarah Kofman o el mismo Paul de Man, cuyas obras fueron estudiadas y deconstruidas por el propio Derrida.

En lo que se refiere a su activismo institucional y político cabe destacar su participación en la fundación del Colegio Internacional de Filosofía en 1983, la dirección de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales desde 1984 hasta el día de su muerte, o la colaboración en la fundación de la asociación JanHus en apoyo de los intelectuales disidentes de Checoslovaquia, colaboración que le valdría la encarcelación en Praga tras impartir unos seminarios clandestinos de filosofía en 1981.

De forma general, siempre se opuso públicamente a la guerra, ya fuera la guerra de Vietnam durante Mayo del 68, o la guerra de Irak en 2003. Participó en actividades culturales a favor de Nelson Mandela o por la liberación tanto del periodista afroamericano Mumia Abu Jamal (por quien llegó a escribir una carta al presidente de los EEUU Bill Clinton) como por el líder del Movimiento de los Trabajadores Rurales (MST) de Brasil José Raihna. Murió el 8 de octubre de 2004 en París debido a un cáncer pancreático.

2. Lenguaje y fenomenología: la deconstrucción como ausencia constituyente

2.1. Introducción

La obra de Jacques Derrida se caracteriza por una gran complejidad terminológica en la que abundan ciertos neologismos que cruzan transversalmente la mayor parte de sus diferentes trabajos. Así pues, aunque éste no sea el lugar adecuado para realizar una investigación sistemática de toda la problemática semántico-terminológica de la obra derrideana, resulta imprescindible realizar una primera introducción aproximativa a los matices semánticos de los principales términos empleados por el filósofo francés.

A este respecto, resulta fundamental un primer tratamiento del término que mayor difusión ha adquirido en el ámbito tanto académico como extra-académico: la «deconstrucción». Como el mismo Derrida afirma en Carta a un amigo japonés, el término deconstrucción procede de un intento de traducción de los términos heideggerianos de Destruktion y Abbau, en tanto que una operación de des-montaje analítico de «la estructura o la arquitectura tradicional de los conceptos fundadores de la ontología o de la metafísica occidental» [Derrida 1997a: 23] que no implicase de forma excesiva una «reducción negativa» —más próxima a la «demolición nietzscheana»— o la mera «destrucción» de una lógica y su sustitución por otra.

Además, puesto que nos encontramos inmersos de lleno en la filosofía francesa de los años 60, época completamente dominada por el estructuralismo en general, o las semiologías (Saussure, Barthes), antropologías (Lévi-Strauss) y psicoanálisis (Lacan) estructuralistas en particular, afirma Derrida que «deconstruir era asimismo un gesto estructuralista, en cualquier caso, era un gesto que asumía una cierta necesidad de la problemática estructuralista. Pero era también un gesto antiestructuralista; y su éxito se debe, en parte, a este equívoco» [Derrida 1997a: 25].

Toda deconstrucción será una nueva lectura intencionalmente dirigida a buscar dentro de un texto todos los sentidos y posibilidades presentes y no seguidas por el texto mismo, todo lo que el “sentido propio” ha expulsado fuera de su unidad para poder constituirse como tal y que late en su fondo como posibilidad misma de toda deconstrucción, de forma que ya desde este primer momento vemos cómo la diferencia y la multiplicidad son condición de posibilidad de la unidad, y que esta última únicamente puede constituirse como tal en tanto que acto violento segundo sobre la diferencia originaria primera, que Derrida llamará différance, distinguiéndola del concepto usual de diferencia (différence). La grafía de la palabra différance es distinta del término usual francés différence, aunque en la lengua hablada son fonéticamente idénticas. En efecto, se trata de una “diferencia” que va más allá de la lengua hablada.

Con esto ya entramos, sin embargo, de lleno en la problemática central de toda deconstrucción, problemática que la afecta a sí misma en cuanto concepto, pues la deconstrucción —tanto de la arquitectura de la metafísica occidental en su conjunto como de ciertos discursos o prácticas discursivas menores dentro de esta arquitectónica general— conllevará siempre la búsqueda de aquellos momentos en los que la polivocidad y ambigüedad propia de todo lenguaje —incluido el filosófico— intente determinarse en la identidad del concepto filosófico, en

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