Jaime Barylko

Jaime Barylko, en su obra “Reflexiones Filosóficas, los múltiples caminos hacía la verdad”, se pregunta por la vida, y como podemos ser felices?

Para tratar de responder esto es que el hombre, utiliza el pensamiento, este es un reflejo de sus ideas. Las cuales han sido transmitidas de diferentes modos por ejemplo: Sócrates, utilizaba la dialéctica para hacer reflexionar a los jóvenes con los cuales dialogaba en la plaza de Atenas.

La confrontación de las ideas nos lleva a ver, la razón del bueno y la razón del malo y como una razón puede ser sostenida de acuerdo a los argumentos con que cada uno cuenta, es el modo de llegar a la verdad.

Sólo lo que sale de tus adentros, de tu elaboración, en contacto con la palabra ajena, pero con la libertad de que esa palabra te fecunde sólo eso es sabiduría.

Platón, imagina una vida anterior a ésta, en la que el alma sin cuerpo se nutria intelectualmente de las verdades eternas. Al nacer, el alma se in-corpora. Ingresa en un cuerpo y la materialidad, el cuerpo, lo contamina y le hace olvidar esas ideas aprendidas en aquel mundo, llamado mundo inteligible.

En está existencia física nos encontramos con acontecimientos, cosas, situaciones y palabras, eso te hace aparecer la idea que alguna vez habías aprendido. El exterior nos estimula, y el interior reacciona y trae la idea evocada.

Entonces -¿Qué es educar?- Es estimular la mente ajena para que ella produzca su saber, desde adentro.

El hombre, se hace a través de la educación, tiene que decidir si se deja llevar por los sentidos, por lo transitorio o por la razón, por eso “el hombre depende de sí mismo”, y las decisiones que tome.

Cuando ya no estemos (vivos), lo único que permanecerá serán las ideas, ya que estas son universales, son inmutables, esto explica la “inmortalidad del alma”.

Aristóteles, discípulo de Platón, en su obra más importante “metafísica”, contrario a las ideas de Platón habla del mundo sensible y el mundo inteligible, Aristóteles, sugiere que sin los sentidos no podemos llegar a nada, ellos son la base de todo y nos permiten aprehender del mundo , nos educan.

Se dice que para filosofar, hay que tener tiempo;¡ Ser vagos!, Aristóteles, habla de acto y potencia. Un acto es lo que esta pasando ahora y potencia es lo que puede llegar a ser o suceder.

Dios es acto, el puede mover todo, pero no es movido por nada, por eso es perfecto y al no ser movido por nada no es potencia. Para

Aristóteles, Dios es la inteligencia suprema, él fue quién inició el concepto de Dios.

El acto y la potencia a su vez pueden ser considerados, materia y forma. La forma determina, qué es el acto ahora, en cambio la materia puede llegar a tener varias formas, potencia. El alma no es la forma del cuerpo, pero este último no es la cárcel de primero, tal cómo lo planteaba Platón el cuerpo es: La materia del alma.

Aristóteles, no nos propone alejarnos de la realidad, sino encontrar un justo medio, para llegar a él, hay que practicar, y adquirir buenos hábitos, de esto se trata la vida humana “educación”, mediante hábitos y costumbres.

Cuando hábitos y costumbres entran en crisis, aparece la Filosofía. Se requiere del asombro como actitud de la Filosofía, y el ocio como circunstancia imprescindible para filosofar. Las ocupaciones materiales son las que no nos permiten que el alma llegue a su punto “la vida contemplativa”, acercándonos a la felicidad. El único que podrá alcanzar esa felicidad será el hombre sabio, ya que él es auto suficiente y auto independiente; ciertamente está independencia es la que lo acerca a Dios, a él nadie lo cambia, eso trae como consecuencia la semejanza entre Dios y un sabio.

Ya que la inteligencia es lo que nos diferencia de otro hombre, para llegar a la felicidad es preciso que cada uno se dedique a lo que cada uno le corresponde y así alcanzar su fin.

El problema al que se enfrenta el hombre actual es a la falta de comunicación.

Platón se admira de la comunicación y se pregunta:

-¿Cómo es ésta posible?-

Precisamente una de las funciones de la filosofía es tomar las palabras y redefinirlas.

La relación, constituye una comunidad, es lo que hace posible un vínculo entre los hombres. Este convivir diario hace que en el hombre aparezcan los sentimientos negativos (envidia, egoísmo), son los que nos impiden ser felices.

Sobre la ciudad de griegos nació una nueva ciudad, aún más esplendorosa: el imperio romano, el cual prometía en sus comienzos un mundo de felicidad y cambios.

Todo estuvo bien hasta que ese mundo se derrumbo.

Fue en ese momento que una nueva corriente religiosa, surgió en medio de ésta crisis: el Cristianismo.

Los seguidores de ésta religión eran descendientes de Judíos, sus creencias se basaban en el gran salvador Jesús y en su mensaje, que planteaba que la verdadera riqueza se encuentra en el interior de los seres humanos.

Los judíos, llamados “pueblo elegido”, se sentían abandonados y sólo esperaban un Mesías, porque cuando la muerte nos espera, nace la Fe.

De todos los individuos que se presentaron como Mesías, sólo uno cautivo y ese fue Jesús de Nazaret.

Él se dirigió a los hombres para reclutarlos en las enseñanzas del Antiguo Testamento.

Aquí comienza la confrontación entre saber y creer.

El saber no significa creer, la filosofía es saber, pero no es ni religión, ni fe, la fe no es saber.

En el campo de la religión el Dios del misterio, y el Dios Aristotélico, el cual es incompatible con el religioso, he aquí el choque que se da entre filosofía y religión.

La religión se fue convirtiendo en un órgano político.

Quien cree no necesita saber, y el que sabe no necesita creer.

La fe coincide con la razón, la primera sale en búsqueda de la segunda.

La Ecolástica fue un movimiento de integración entre dos mundos: el de los pastores y creyentes civilizados de Oriente Medio y el mundo de la literatura, la ingeniería, la arquitectura, el arte, y la filosofía de Occidente.

Surgen las universidades y se tenía libertad de pensamiento siempre y cuando se respetaran los límites de la filosofía griega de Aristóteles,

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