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LA VERGÜENZA MORAL


Enviado por   •  10 de Febrero de 2021  •  Resúmenes  •  2.019 Palabras (9 Páginas)  •  325 Visitas

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Índice

ENSAYO        3

LA VERGÜENZA MORAL        4

RESUMEN        8

RESUMEN DEL CAPÍTULO V Y VI        9


ENSAYO


LA VERGÜENZA MORAL

La vergüenza es una emoción universal que tiene relevancia en la socialización del individuo y en su proceso de adaptación e integración; regula las conductas que las personas manifiestan y la expresión de otras emociones que podrían no ser adecuadas desde la perspectiva de las convenciones sociales y culturales. Alguien que no posee vergüenza es porque tiene una dificultad mental que lo mantiene aislado de la realidad o quiere demostrar ser dueño de una libertad sin límites cuando en realidad es víctima de su propio desorden interior, donde las pasiones y los sentimientos lo dominan sin dejarle espacio para razonar sobre aquello que es más conveniente para su felicidad mediata. La vergüenza le sirve al hombre para tomar conciencia de su vinculación con la ética.

Ortero. P (2007). “Uno de los primeros en analizar el tema de la vergüenza fue Aristóteles, quien aseguró que era un indicio evidente de la presencia del sentimiento ético en el hombre. La asoció a la conducta moral y a partir de ahí se la consideró como aquella que reprime, de alguna manera, el impulso a violar las leyes”. Es evidente decir que cuando al ser humano le falta vergüenza y a todo lo que hace le da igual, se olvida de normas y leyes, se corrompe él y a la sociedad que la rodea. De igual manera la moral es reemplazada por el falso lema: “Si lo siento, lo hago”. La vergüenza también es el sentimiento que surge cuando se corre el riesgo de perder el honor, el respeto del otro. Como mencionamos ya en el párrafo introductorio la vergüenza le sirve al hombre para tomar conciencia de su vinculación natural con la ética; en cambio un psicópata nunca sentirá ni culpa ni vergüenza en ningún aspecto de su vida, porque está aislado de la realidad.

Senior (2017) manifiesta que nosotros “aprendemos desde muy temprano a mostrar nuestras fortalezas y a ocultar nuestras debilidades, aquellas que podrían ser motivo de vergüenza, por eso resulta tan doloroso cuando alguien se da cuenta de ellas, te las señala o cuando descubres algo de ti con lo que no te sientes cómodo, aunque no sea de conocimiento público”. Por otro lado, sentir vergüenza se impone como un deber moral que podría tener impacto no solo en el nivel de aceptación por parte de los demás. Así mismo, no sentir vergüenza, por algo que gobierna determinada sociedad, provoca rechazo y señalamiento hacia quien no dé muestras de dicha emoción. La vergüenza es un componente público que la hace ser una emoción social. De esta manera, podemos decir que la vergüenza se convierte en un catalizador del comportamiento, en un filtro que decide qué hacer y qué no y en un indicador de aprobación por parte del otro y de sí mismo.

Hace cuatro décadas G. Piers y M. B. Singer “estableció una distinción entre vergüenza y culpa según la cual la primera dice que se produce cuando no se alcanza un objetivo que forma parte del concepto que tenemos de nosotros mismos. Estos autores estaban interesados en destacar que la vergüenza puede presentar manifestaciones tan profundas e íntimas como el sentimiento de culpa”. El miedo a experimentar un sentimiento tan doloroso, profundo y oscuro como la vergüenza hace que cada uno de nosotros no haga nada para exponerla o traerla a contexto, ya que no queremos sentirnos vulnerables ante la sociedad. No tengamos miedo a la vergüenza, rompamos todos aquellos prejuicios y estereotipos que nos encadenan a vivir una vida que no es nuestra. Seamos libres de vivir nuestra propia vida, a nuestra manera, pero siempre teniendo en cuenta la ética y moralidad.  

Cázares R. y Serrano F. dijeron “Quienes somos, desde un punto de vista moral, depende en buena medida de cómo otros nos identifican e interpretan dentro de las prácticas morales. Y lo que percibimos dolorosamente como vergüenza es un daño a nuestra identidad como agentes morales; tanto uno mismo como los demás pueden interpretar la conducta que nos avergüenza” ¿A qué nos referimos con esto? La respuesta más sencilla es cuando experimentamos la vergüenza moral. Aquí nos es más difícil asimilar ser el centro de atención, porque, por un lado, los que nos rodean representan una perspectiva moral que compartimos y a la misma vez nos refleja. Por otro lado, afrontar este tipo de vergüenza puede llegar a implicar el renunciar a las relaciones, proyectos o actividades que compartimos con otros y forman parte de nuestra vida.

Gil.M (2009) “Aristóteles realiza una clasificación en la “Ética Nicomáquea” que establece cuándo es adecuado sentir esta pasión y cuándo no, en función de la edad que se tenga”. Dado que la ética se centra en las emociones para descubrir dónde se encuentra su término medio, es lógico interesarse en fijar los límites en que el pudor es merecedor de honra. Basado en ello, podemos decir que la única edad en que sería apropiado ser pudoroso es la juventud, ya que estos viven de una forma más apasionada e impulsiva. Los jóvenes en su mayoría presentan ausencia de moderación debido a su falta de experiencia, lo que los lleva cometer acciones erróneas. Y es aquí donde el pudor tiene la función de actuar como inhibidor con el objetivo de impedir posibles faltas. Caso contrario sucede con las personas que alcanzaron la madurez, estas no deberían sentir vergüenza alguna y si la tienen es debido a acciones indebidas que realizan con frecuencia y esto evidencia su falta de moralidad. Algo similar se dice de los ancianos porque “nadie alabaría a un viejo que fuera vergonzoso, pues no creemos que deba hacer nada por lo que tenga que avergonzarse”.

Según todo lo mencionado en los párrafos anteriores se nos explicó qué es la vergüenza y la vergüenza moral, ahora sabemos que esta última conlleva prácticas morales de sanción, el resentimiento, la indignación, la gratitud, la culpa, el remordimiento; en otras palabras, las emociones reactivas. Así mismo, la vergüenza moral está íntimamente conectada con su identidad como agente moral. Si carecemos de ella vamos a poder realizar acciones sin que nos preocupe el qué dirán, por ello es de suma importancia contar con la vergüenza porque de una manera u otra nos ayuda a regular nuestros actos inmorales. Recordemos que estamos viviendo en tiempos difíciles de manejar porque cada día representa un reto. Nos enfrentamos a guerras internas donde el bien y el mal son los protagonistas. Ante estas situaciones nuestra mejor arma es la ética y moralidad. No es momento de avergonzarnos de hacer lo correcto, seamos jóvenes o adultos, andemos con la frente en alto. Como nación ayudemos a sacarla adelante y reflejar su mejor versión. Nuestra mejor versión.

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