LECTURA: DINÁMICA DE TEORÍAS POPPER Y KUHN SOBRE EL PROGRESO CIENTÍFICO
ef123445Informe18 de Junio de 2022
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LECTURA: DINÁMICA DE TEORÍAS POPPER Y KUHN SOBRE EL PROGRESO CIENTÍFICO
¿Innumerables refutaciones o unas pocas revoluciones? Ostalé, J. (2020). Filosofía de la Ciencia. Temas de Investigación y ciencia. 100. p. 20-23. Barcelona: Investigación y ciencia. Por: Julio Ostalé. Profesor de lógica y teoría del conocimiento en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
El 13 de julio de 1965 se celebraba en Londres el simposio Criticism and the growth of knowledge. Fue en aquel acto donde se inició el famoso debate entre el filósofo Karl Popper y el historiador de la ciencia Thomas S. Kuhn en torno al progreso científico, debate que ha marcado todos los modelos contemporáneos sobre cómo y por qué unas teorías son sustituidas por otras. Popper había publicado en 1959 The logic of scientific discovery (La lógica de la investigación científica, Tecnos, 1962), disponible desde 1934 pero solo en alemán. Kuhn acababa de publicar en 1962 The structure of scientific revolutions (La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, 1971), que iniciaba el giro historicista al que se sumarían Lakatos, Feyerabend, Hanson, Toulmin y también Laudan una década más tarde.
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Según Popper (1902-1994), el progreso científico no ha de verse principalmente como persecución de la verdad, sino como huida de la falsedad.
El falsacionismo de Popper.
Según Popper (1902-1994), el progreso científico no ha de verse principalmente como persecución de la verdad, sino como huida de la falsedad. El falsacionismo de Popper Según Popper, la ciencia avanza a través de hipótesis audaces y falsaciones severas. En la imagen decimonónica, la ciencia parte de hechos para inferir desde ahí teorías. Popper, en cambio, defiende que partimos siempre de alguna teoría previa, que orienta nuestra atención hacia unos hechos más que hacia otros, y por medio de esa teoría intentamos solucionar problemas.
Desde esta perspectiva, los momentos del progreso científico serían cuatro. Primero nos enfrentamos a los problemas, ya sean prácticos (¿Cómo curo esta gripe?) o teóricos (¿Qué es la gripe?). Después proponemos hipótesis a modo de soluciones tentativas. Dichas hipótesis son entidades abstractas que se corresponden con enunciados, desde «Todos los cisnes son blancos» hasta la ley de gravitación de Newton. El modo como inventamos las hipótesis es, según Popper, un misterio. En tercer lugar, una vez que las hipótesis han sido formuladas, el verdadero científico trata de falsarlas una a una hasta quedarse con la que mejor resista a la crítica. La crítica en cuestión puede basarse en criterios como la coherencia o la simplicidad, aunque lo más característico de la ciencia empírica es que se base en la experiencia, es decir, en observaciones y experimentos. Por último, el científico descubre que la hipótesis corroborada por la crítica genera nuevos problemas, con lo que el ciclo del progreso científico vuelve a empezar.
Esta generalización del método de ensayo y error, que a veces se ha llamado método hipotéticodeductivo, implica que el progreso científico no ha de verse principalmente como persecución de la verdad, sino como huida de la falsedad. Según Popper, el científico que actúa como tal no busca verificar ni confirmar las hipótesis, sino falsarlas, desmentirlas. La discusión que mantuvieron Popper y Rudolf Carnap en la década de 1930 versaba, de hecho, sobre la alternativa confirmación-falsación. Para Carnap, la ciencia busca lo primero; para Popper, lo segundo.
Popper distinguía dos conceptos de falsabilidad Popper distinguía dos conceptos de falsabilidad. En sentido lógico, una hipótesis H es falsable, y con ello científica, si de ella se sigue algún enunciado fáctico que, de ser verdadero, falsaría H. En sentido metodológico, H queda falsada si la experiencia enseña que es verdadero alguno de aquellos enunciados fácticos. En definitiva, falsar a posteriori una hipótesis es distinto de —y, en general, más problemático que— demostrar a priori su falsabilidad.
“Todos los cisnes son blancos” es falsable porque de ella se sigue “El cisne ahí escondido es blanco”, lo cual podría ser falso. Ahora bien, falsar «Todos los cisnes son blancos» no es tan sencillo. Si alguien dice que ve un cisne negro, yo puedo responder que precisamente porque es negro no puede ser un cisne. Estaría interpretando la 237 hipótesis como si fuera una definición. Incluso admitiendo que es una hipótesis, podría objetar que lo observado es un cisne blanco manchado de ceniza. En general, si alguien declara falsada H porque la experiencia demuestra que una de sus consecuencias fácticas C es falsa, se puede responder que C no se sigue solo de H, sino de la conjunción de H con unos supuestos auxiliares (S1, S2, etcétera), de modo que la falsedad de C no implica la falsedad de H, sino de algún elemento de esa conjunción. En tercer lugar, por neutral que parezca un enunciado fáctico, contiene necesariamente términos, como cisne, cuyo significado depende de las hipótesis en que aparece, hipótesis de cuya verdad nunca podemos estar seguros.
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Kuhn (1922-1996) explica el progreso científico como una sucesión de largos periodos de ciencia normal y breves episodios de ciencia revolucionaria.
El historicismo de Kuhn
Kuhn (1922-1996) explica el progreso científico como una sucesión de largos periodos de ciencia normal y breves episodios de ciencia revolucionaria. El historicismo de Kuhn se ocupa, no de la ciencia como conjunto de hipótesis junto con sus consecuencias lógicas, sino del hacer ciencia, una actividad humana en la cual están involucradas las teorías, pero también otros elementos. Para su estudio son necesarias la historia, la sociología, la psicología y la lingüística, sin dejar de lado el análisis lógico de teorías. Y dentro de ese quehacer científico distingue Kuhn entre ciencia normal y ciencia revolucionaria.
La primera consiste en lo que la mayoría de los investigadores hacen la mayor parte del tiempo: solucionar rompecabezas nuevos conforme a cómo se han solucionado ya antes otros semejantes. Los problemas de examen en matemáticas y física, el experimento para obtener luz a partir de una patata o la declinación de rosa, rosae son ejemplos de solución de rompecabezas. Kuhn los llamó, con gran acierto etimológico, paradigmas, o sea, ejemplos. Pero utilizó ese mismo término en un segundo sentido, más amplio y que engloba tanto a los paradigmas en sentido restringido como a otros elementos que comparten los científicos cuando practican ciencia normal. En el epílogo de 1969 a su obra de 1962, aclaraba que un paradigma en sentido amplio comprende: generalizaciones simbólicas, modelos, valores y ejemplos.
Las generalizaciones simbólicas se corresponden hasta cierto punto con las leyes científicas. Pueden ser cuantitativas (ecuaciones de Schrödinger) o cualitativas (ley de la oferta y la demanda).
Los modelos proporcionan a los científicos analogías con que pensar la realidad, así como enseñar y difundir sus ideas, pero también innovar. Hay modelos heurísticos (pensar la dinámica de un gas como infinidad de bolas de billar en movimiento) y los hay ontológicos (creer que toda causa es anterior a su efecto).
Los valores sirven a la comunidad científica para evaluar su propia actividad. Los más importantes son internos (una medición ha de ser precisa), pero hay otros externos (la ciencia debe ser útil).
Los ejemplos (paradigmas en sentido restringido) son aplicaciones muy concretas de las generalizaciones simbólicas. Suelen tener la forma de resolución de rompecabezas. Muestran cómo se desciende de la teoría a la realidad, cuando, hasta Kuhn, lo normal era estudiar cómo se asciende de la realidad a la teoría con vistas a confirmarla (Carnap) o falsarla (Popper). Estos ejemplos marcan la pauta de cómo hacer ciencia.
A partir de estos conceptos, Kuhn explica el progreso científico como una sucesión de largos períodos de ciencia normal y breves episodios de ciencia revolucionaria. En la ciencia normal, el científico es algo así como un burócrata altamente especializado, cuya tarea diaria consiste en resolver rompecabezas con las herramientas del paradigma. Pero, en ocasiones, un problema no se deja solucionar y se convierte en una anomalía. Se entra entonces en un período de crisis, caracterizado por la defensa pública de paradigmas alternativos. Sigue a la crisis la ciencia revolucionaria, durante la cual los científicos no examinan la realidad a través de un paradigma, sino que examinan varios paradigmas con objeto de comprobar cuál resuelve mejor la anomalía y al mismo tiempo soluciona el mayor número de rompecabezas. Pero nunca abandonan su paradigma antes de adoptar uno nuevo. Hecha la elección, comienza otro período de ciencia normal.
Kuhn nunca precisó cuándo un rompecabezas pasa a convertirse en una anomalía, qué diferencia sus rompecabezas de los problemas de Popper, ni por qué ha de preferirse un nuevo paradigma al anterior. Se limitó a discutir casos concretos de la historia de la ciencia. Y observó que, en ocasiones, no hay algoritmo posible que decida cuál de entre dos paradigmas alternativos es preferible. Aplicando valores internos distintos, decía, se obtiene a veces que un paradigma es mejor en relación a un valor y peor en relación a otro, de modo que elegir uno u otro paradigma depende del peso relativo que en cada caso se otorgue a cada valor. De ahí el relativismo kuhniano, que, al menos, tiene la virtud de estar claramente planteado.
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