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La Etica Cristiana


Enviado por   •  9 de Abril de 2014  •  8.663 Palabras (35 Páginas)  •  569 Visitas

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8 LA ÉTICA CRISTIANA

Ronald Preston

La manera más sencilla de caracterizar la ética cristiana es identificarla como la forma de vida adecuada a aquellos que aceptan la fe cristiana. Sin embargo, en el curso de sus casi dos mil años de historia, el cristianismo se ha convertido en un fenómeno proteico universal. Por ello son muchos los puntos de vista desde los que puede analizarse la ética cristiana, y muchas las maneras en que puede trazarse su historia. Esta presentación está escrita por alguien a quien es razonable considerar miembro de la corriente principal del cristianismo, tal y como se ha expresado históricamente. Así pues, el plan de este artículo comienza con una visión general del fenómeno de la ética cristiana, para abordar a continuación su fundamento en la época del Nuevo Testamento en el ministerio de Jesús —y en el intérprete de Jesús de quien tenemos más escritos, San Pablo— y concluir con una breve referencia a las críticas a la ética cristiana formuladas en los últimos años.

1. Visión general de la fe y la ética cristiana

Como su nombre indica, la fe cristiana está relacionada específicamente con Jesucristo. Puede decirse que se basa en dos supuestos. El primero es la realidad de Dios. Pero cuando se plantea el interrogante ¿qué tipo de Dios? (pues en la historia humana ha habido muchos y diversos dioses), el segundo supuesto es que Dios se revela en el ministerio de Jesucristo. Este nombre ha llegado a ser de uso común, aunque el término «Cristo» está arraigado en la fe judía en la que éste vivió. Se refiere a un esperado Salvador que habría sido enviado por Dios para enderezar el undo. Los prime-

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Las grandes tradiciones éticas

ros cristianos fueron aquellos judíos que creían que esto había sucedido en el sacerdocio de Jesús.

Al contrarío que las diversas religiones mistéricas vigentes en el Imperio Romano en la época de Jesús, la fe judía es de carácter vigorosamente ético. Así, no es sorprendente que la fe cristiana también tenga un fuerte cariz ético. Sus orígenes se encuentran en primer lugar en la Biblia. Según la fe cristiana, el .Antiguo Testamento prepara y se consuma (aunque también en muchos aspectos se niega) en el sacerdocio de Jesús. El Nuevo Testamento se concibe como un testimonio de la vida, muerte y triunfo de Jesús sobre la muerte, y también de la nueva comunidad, el Pueblo de Dios, que se formó a resultas de su sacerdocio. Las experiencias acaecidas tras su muerte animaron a sus discípulos más íntimos a rendir culto a Dios mediante él, algo extraordinario para que lo hiciesen judíos estrictamente monoteístas; y ésta es la razón por la que comúnmente la Iglesia cristiana termina las oraciones con la expresión «por Jesucristo nuestro Señor». Sin embargo, incluso el término «resurrección» que utilizaban los cristianos para interpretar el triunfo de Jesús sobre la muerte está tomado del judaísmo de los últimos siglos de antes de nuestra era.

Inicialmente las tradiciones acerca de Jesús se transmitieron por vía oral a las congregaciones cristianas y en el seno de éstas, y de la manera apropiada a su situación. Más tarde se incorporaron a los cuatro evangelios, cada uno de cuyos autores tiene su posición teológica. Marcos es el primero, y escribe unos cuarenta años después de la muerte de Jesús. Antes de esa época tenemos de cartas de San Pablo a diversas Iglesias, varias de las cuales fundó él mismo. Estas cartas reflejan su comprensión básica de la fe y la ética cristianas, y ofrecen su respuesta a problemas éticos específicos que se habían planteado en la vida de estas jóvenes Iglesias.

La Iglesia tardó tres o cuatro siglos antes de dejar claro qué libros consideraría incluidos en el Canon (o Regla) de las Escrituras, y por lo tanto de la Biblia que conocemos hoy día. Las fuentes de la ética cristiana también incluyen así la tradición de reflexión ética de la comunidad de la Iglesia a lo largo de los siglos, al hilo de su toma de posición frente a las cambiantes situaciones a las que hizo frente. Y los propios datos de estos problemas se convirtieron en otra fuente de la ética cristiana. A todos ellos subyace la conciencia (o facultad de razonamiento sobre cuestiones éticas) que los cristianos comparten con todos los seres humanos.

Las cuestiones que habían de plantearse iban desde las de carácter personal íntimo a las más complejas de la vida económica y política, incluidas las de la guerra y la paz. Richard Niebuhr (Christ and Culture, 1951) ha presentado una tipología clásica de cinco actitudes características hacia el ámbito global de la cultura humana que aparecen continuamente en la historia cristiana. Estas actitudes son las siguientes: 1) Cristo contra la cultura,

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una suerte de pietismo ultramundano; 2) el Cristo de la cultura, un cristianismo que proyecta un resplandor evangélico sobre el orden existente y apenas lo cuestiona; 3) Cristo y la cultura en relación paradójica, lo que establece una tajante separación entre el bondadoso gobierno de Dios en la Iglesia y su férreo gobierno en aras del orden en la vida pública; 4) Cristo por encima de la cultura, lo que significa una Iglesia triunfalista que pretende el control de la vida pública; 5) Cristo transformador de la cultura, un fermento para el conjunto de la vida personal y pública que permite una autonomía legítima de los discípulos laicos y pretende influir pero no necesariamente controlar las instituciones. Las cinco posiciones se remiten al mismo material bíblico, lo que muestra lo importante que es la forma en que se decide pasar de la Biblia al mundo moderno. Estos cinco tipos no han sabido ilustrarse de forma totalmente pura; son lo que el sociólogo Max Weber denominó «tipos ideales», en los que se intenta caracterizar los elementos singulares y las diferentes tendencias de cada uno de ellos. Pero se ha sugerido que, dado que han reaparecido de forma tan constante en la historia cristiana, cada uno de ellos tiene probablemente una coherencia básica. Por ejemplo, el tipo de Cristo contra la cultura habla con fuerza cuando los cristianos se encuentran frente a gobiernos hostiles y opresivos; o quizás cuando son una pequeña minoría en un entorno especialmente extraño. Sin embargo, esto no quiere decir que los cinco tipos sean igualmente plausibles. Todos ellos se formaron originalmente sobre la base de un orden social relativamente estable

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