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La Felicidad


Enviado por   •  2 de Febrero de 2014  •  2.122 Palabras (9 Páginas)  •  341 Visitas

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INTRODUCCION

La posmodernidad trajo a cuestas una serie de nuevos ideales, nuevas formas de vidas y nuevas concepciones acerca de la vida, esta empezó a convertirse en algo superficial, carente de valores y de moral.

El hombre posmoderno o el hombre Light (como lo denomina Enrique Rojas en su libro “El Hombre Light”) es frívolo, pragmático, materialista, hedonista, permisivo, consumista. Busca pasarla a bien a costa de lo que sea, es capaz de perder sus ideales con el fin de sentir sensaciones cada vez más nuevas y excitantes.

Este hombre no corre riesgos, va con la seguridad por delante, no cree en casi nada y sus pensamientos cambian rápidamente, es vulnerable, se siente indefenso, no hace las cosas con pasión.

Lo que desea es poder, fama, un buen nivel de vida. Es un hombre sin vínculos, descomprometido. Pero este hombre posmoderno que lleva una vida placentera… ¿es feliz? ¿Qué es la felicidad? ¿Podemos ser felices satisfaciendo solamente los deseos naturales?

Para responder a estos cuestionamientos vamos a recurrir a los siguientes filosofos: Aristóteles, Epicuro y Enrique Rojas, quienes con sus libros, ensayos y reflexiones nos van a ayudar a encontrar la respuesta a nuestras preguntas.

DESARROLLO

La Felicidad, es un estado emocional que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas.

Se define como una condición interna de satisfacción y alegría.

Aristóteles considera la felicidad como el bien supremo, el fin último al cual tienden las cosas humanas.

Cotidianamente sabemos identificar la felicidad con formas de vida placenteras, en las que logramos obtener aquello que deseamos.

Felicidad y placer parecieran ser sinónimos.

Aristóteles relaciona la felicidad con el placer.

Reconoce una tendencia natural del ser humano al placer, así como también la aspiración a la felicidad como fin de las acciones.

Porque “el placer esta en íntima relación con la naturaleza humana”, ya que “los hombres prefieren las cosas que son placenteras y huyen de las penosas”.

Pero ocurre que la relación entre el placer y el bien ha sido objeto de muchas discusiones. Están quienes identifican el placer con el bien y quienes lo consideran directamente como un mal absoluto, especialmente por que sostienen que el hombre tiende a depender de los placeres.

Aristóteles aclara que no se puede identificar el placer con el bien, ya que hay placeres que son reprochables. Además, hay acciones que deben ser realizadas por que son buenas aunque no proporcionen placer. Pero no es correcto tampoco, identificar el placer con el mal y oponerlo de este modo al bien, ya que cuando el placer acompaña a una actividad buena la hace más perfecta.

O sea que no rechaza el placer, sino más bien lo incorpora a la reflexión ética pero aclarando que no es totalmente identificable ni con la felicidad ni con el bien.

Si lo pensamos en la relación con la virtud moral, vemos que es importante hallar gusto en las cosas buenas y disgusto en las cosas malas. Si hablamos de actos buenos y actos malos, podemos decir que el placer que acompaña a un acto bueno o virtuoso será un placer honesto y el que acompaña a un acto malo será un placer perverso.

Si los placeres varían de una persona a otra, la medida de ellas la dará quien sea la medida de todas las cosas, es decir, la virtud. Así, los placeres buenos serán los que resulten tales al hombre virtuoso, ya que este se complace en el bien y encuentra desagrado en el mal.

Como señala Aristóteles, mucha es la corrupción que hay en los hombres; por eso es necesario no perder el gusto por el bien, porque “hacer cosas bellas y buenas pertenece a lo que es en sí mismo deseable”. El hombre corrupto, por el contrario, ha perdido esta sabiduría y pone el placer en actos que son reconocidamente vergonzosos.

Por eso, en la práctica en la virtud el hombre encuentra la felicidad, y su mayor satisfacción. Aquí radica el verdadero placer porque la vida virtuosa es agradable de por sí. Aristóteles no ignora que la felicidad requiere también otros bienes como la salud, el reconocimiento social, el dinero. Todos ellos contribuyen a la felicidad pero esta no se identifica con ellos. Porque el hombre virtuoso no depende de las cosas ni de los placeres que estas pueden brindarle.

Si la felicidad se identificara con el placer, cualquier adversidad la haría fracasar; pero como la felicidad radica en la vida virtuosa, esto es en la fidelidad al bien, la adversidad será ocasión para ejercer la grandeza del alma. Aquel que elige una vida orientada hacia el bien podrá ser feliz aunque tenga que pasar situaciones adversas.

Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer.

Epicuro señala que existen tres tipos de placeres

•Los naturales y necesarios: las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de seguridad

•Los Naturales e innecesarios: la conversación amena, la gratificación sexual y las artes.

•Los innaturales e innecesarios: la fama, el poder político o el prestigio.

Formulo algunas recomendaciones en torno a todas estas categorías de deseos:

•El hombre debe satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.

•Se pueden perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción del corazón, pero no más allá.

•No se debe arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto solo conduce a un sufrimiento futuro.

•Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es efímero.

También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división del hombre en dos antes diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma

•Placeres del cuerpo: aunque considera que son los más importantes, en el fondo su propuesta es la renuncia de estos placeres y la

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