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La Inmortalidad


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  1.448 Palabras (6 Páginas)  •  415 Visitas

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La inmortalidad es algo que todos queremos tener, pero pocos buscamos obtener.

El arte nunca Muere

Cuando decimos que algo es importante, o un acontecimiento resalta; tendemos a ubicarlo en una línea de tiempo, en la cual esté obtiene vida eterna. El arte por ejemplo es algo que siempre será inmortal, ya que todo lo artístico que vemos o escuchamos es ubicado en esa delgada línea de tiempo que divide todo en pasado o futuro, en un antes y un después; dejando el presente en tan sólo una palabra imaginaria. Pero convirtiendo cada acto hermoso y artístico en un hecho o acción inmortal.

“Lo que se mueve por sí mismo es inmortal.”

La inmortalidad se origina a partir de la invención de la escritura, de todos los gráficos y símbolos que hoy conocemos y sabemos que hacen parte del arte. La escritura es la mayor y única arma que puede utilizar toda persona que diga llamarse historiador; esa persona que se encarga de hacer inmortal todo acontecimiento importante.

Gracias a la escritura (literatura), el alma del hombre ha quedado plasmada a través del papel, llenándonos así con la verdadera esencia de cada época y vendiéndonos esa idea de que algún día después de nuestra muerte, podemos llegar a ser parte de la historia. Personas inmortales.

La literatura ligada a la escritura; es quizá el factor más influyente en aquel sueño que todos tenemos y llamamos inmortalidad. En ese deseo nuestro de hacer parte de la historia, de ser personas importantes e influyentes para nuestra sociedad, personas que dejen una huella inmensa en algunos, o porque no mejor en todos los corazones.

Todos tenemos un significado y apreciamos de diferente manera aquello que llamamos INMORTALIDAD. Debido a esto voy a citar textualmente en este ensayo lo que opina cada rama de la inmortalidad.

“Cada uno de nosotros tiene a todos como mortales menos a sí mismo.”

Inmortalidad según la religión:

“Para los creyentes la inmortalidad es básicamente, la continuación de la vida más allá de la apariencia de la muerte física que se produce en este mundo sensorial. La promesa de una vida eterna individual es característica de las religiones monoteístas abrahámicas (cristianismo, judaísmo e islam).

Para quienes aceptan la existencia de un alma trascendente, la verdadera inmortalidad implica un fenómeno individual en el que la muerte del cuerpo y la rescisión del vínculo terrenal prosigue con la salida del espíritu, y su ascensión hacia la región de lo inmutable y del Ser puro, lográndose la eternidad del estado consciente, en el cielo o el infierno de acuerdo con el merecimiento de cada uno.”

Según esto, interpretamos que la inmortalidad según la religión, es tener esa posibilidad de ser eternos después de una muerte absurda del cuerpo, de algo que según la religión es sólo polvo; un símbolo de vida, algo que es sólo figurativo y no tiene ningún valor.

Para todo creyente, los humanos somos seres inmortales por el sólo hecho de tener “alma” y “ser hijos de Dios”

Inmortalidad según la filosofía:

“La filosofía se ha preguntado sobre la inmortalidad del ser humano o de otros seres vivos. Uno de los autores antiguos que más habló sobre el tema fue Platón, que ofreció en sus Diálogos diversos argumentos.

Los más famosos se encuentran en el Fedón, en la República y en el Fedro.”

Aquí nos citan a Platón, hombre que se refirió a la inmortalidad del alma, quien la demuestra con cuatro acciones:

1) La prueba de los contrarios

— Dinos a tu vez la combinación de la vida y de la muerte. ¿No dices que la muerte es lo contrario de la vida?

— Sí.

— ¿Y que la una nace de la otra?

— Sí.

— ¿Qué nace entonces de la vida?

— La muerte.

— ¿Qué nace de la muerte?

— Es preciso confesar que es la vida.

— De lo que muere, replicó Sócrates, nace por consiguiente todo lo que vive y tiene vida, lo inmortal.

2) La prueba de la reminiscencia

— Hasta el infinito, dijo Simmias.

— He aquí lo que es la reminiscencia; sobre todo, cuando se llega a recordar cosas, que se habían olvidado por el trascurso del tiempo, o por haberlas perdido de vista.

— Es muy cierto, dijo Simmias.

— Pero, replicó Sócrates, al ver un caballo o una lira pintados, ¿no puede recordarse a un hombre? Y al ver el retrato de Simmias, ¿no puede recordarse a Cebes?

— ¿Quién lo duda?

— Con más razón, si se ve el retrato de Simmias,

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