La Pregunta por el Hombre, El Hombre como ser Filosófico
Benjamin Castillo LascarroApuntes25 de Abril de 2020
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La Pregunta por el Hombre, El Hombre como ser Filosófico
Fundamentos de antropología y sociología
Darly Julieth Cardona Luna
Michell Dehorta
Andrés Alfonso Gamarra
Romel Andrés Almazo Medina
Benjamín Castillo
José Guillermo Piedrahita Porras
Universidad popular del cesar
Valledupar/ cesar
2020
En la actualidad, la antropología filosófica es de especial importancia en todas las carreras profesionales con ella es posible cimentar los estudios de las diferentes profesiones sobre el conocimiento de lo que es el hombre, en general, y de las características específicas que le son propias en Latinoamérica. El individualismo de nuestra sociedad hace que nos olvidemos de los problemas fundamentales de las preguntas por el hombre ya que el ser humano constituye el último objetivo de todas las ciencias, debido a que otros campos del conocimiento humano van dirigidos al perfeccionismo, bienestar de la humanidad, consumismo y plusvalía.
El hombre en la vida diaria se ocupa de muchas cosas derivadas de su trabajo, de su estudio, de sus intereses particulares y profesionales, de los problemas de la organización social, política en fin de múltiples actividades exigidas por la vida social que implican una especial dedicación y preocupación, pero atareados por todas estas rutinas vamos perdiendo la raíz misma de nuestro ser y de nuestra actividad. Principalmente nos perdemos a nosotros mismos, ocupándonos de todo, nos olvidamos de lo central: nuestro propio ser, nuestra humanidad, ¿Qué o quiénes somos? ¿Quién es el hombre?¿tiene algún sentido la vida humana, la historia?¿cuáles son o cuales deben ser los objetivos básicos de nuestras actividades, todos estos problemas, aunque están en la base de nuestra vida diaria, se han ocultado por el trajín rutinario de nuestra vida monótona, o por las condiciones inhumanas de trabajo. La sociedad actual parece satisfecha en la esfera puramente del hacer, del tener y el consumir, parece como si todo estuviera orientado a la subsistencia diaria. Dicho de esta manera y basándose en la opinión de pensadores medievales como Thomas Hobbes: “primero vivir y luego filosofar” esto sucede debido a que el hombre está enfrentando primeramente al reto de la subsistencia, teniendo como consecuencia que las preguntas fundamentales se hagan de manera tardía, por asuntos biológicos y sociales.
A esto agregamos que cuando alguien nace ya lo hace al interior de una red de relaciones sociales que denotan una tradición, una historia, un patrimonio cultural que nos antecede y nos crea hasta cierto punto. Presentándose las presiones sociales en donde todo individuo se ve impelido a tomar decisiones. Esto debido a que el ser humano de nuestra época está lleno de aparatos tecnológicos que lo envician y lo ciegan, rodeado de modas, de tendencias frágiles, devastación emocional, de carencia de objetivos, la falta de propósitos, creando un vacío existencial porque creen que sus vidas no tienen sentido y que el sentido de la vida va ligado a lo que poseen, de que familia vienen, a lo que hacen, y no se definen realmente como son, por su propio ser y existir , de esta manera el ser humano no es centrado, no tiene la madurez y la determinación para tomar decisiones.
Cuando niños interrogamos todo con admiración como si cada evento fuese una revelación extraordinaria. En cambio cuando adultos, por el afán diario, la rutina, vamos perdiendo el sentido de la admiración. Tenemos muchas veces la sensación de estar en un mundo eterno presente en donde ya todo está dado y hecho y en donde todo es lo mismo fundamentalmente todos los días. Perdemos esa capacidad de soñar, el ser humano se siente conforme satisfecho y a parte no se atreve a generar un cambio un ejemplo de esto es lo que expreso Zygmunt Bauman para el diario vanguardia “hoy hay una enorme cantidad de gente que quiere el cambio, que tiene ideas de cómo hacer el mundo mejor no sólo para ellos sino también para los demás, más hospitalario. Pero en la sociedad contemporánea, en la que somos más libres que nunca antes, a la vez somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia. Todos sentimos la desagradable experiencia de ser incapaces de cambiar nada. Somos un conjunto de individuos con buenas intenciones, pero que entre sus intenciones y diseños y la realidad hay mucha distancia.
En el contexto latinoamericano existe otra circunstancia (subdesarrollo-dependencia) que impide darse el lujo de cuestionare sobre el sentido de la vida o sobre la realidad en cuanto a tal todo lo absorbe el trabajo diario, hecho mayormente en condiciones inhumanas de explotación. Aquí solo tiene cabida un interrogante: el ser del trabajador, su humanidad sufriente, el ser utilizado como ocasión de producción y ganancia, el producto de plusvalía.
En los países capitalistas desarrollados en base a la industrialización y el trabajo del proletariado se han creado altos niveles de confort material que han generado una sociedad de consumo, creando una sociedad materialista que impone una mentalidad de ajetreo de producción y consumo, así mismo una sociedad altamente organizada, jerarquizada y programada.
Todo lo anterior hace un llamado a vivir auténticamente y solo empezamos a vivir auténticamente cuando empezamos a problematizarnos a nosotros mismos.
En determinadas ocasiones y dependiendo de las situaciones, tanto el individuo como los grupos sociales solo empiezan a actuar y de algún modo a tomar conciencia cuando se ven enfrentados a problemas; los cuales se les volverá difícil evadir. Uno de estos problemas es la pregunta sobre su existencia, tras detectar estas situaciones pueden llevar al hombre al límite, empezando a experimentar emociones tales como el sufrimiento, el dolor, la culpa, la muerte.
Los peligros actuales en el mundo generan una sensibilidad por el problema del hombre y su futuro; es lo que se conoce como humanización y deshumanización.
El hombre de hoy parece capaz de hacer lo mejor y lo peor, pues en sus manos está elegir el camino correcto, desde pequeño empieza a tomar decisiones y a medida del tiempo conoce que siempre puede hacer el bien a pesar de encontrarse en una encrucijada que radicalmente le da dos opciones: el avance o el retroceso pues el camino presentado no viene predeterminado por nada ni por nadie, es dejado a la voluntad, solo está en el hombre sumarse a las fuerzas de la humanización o la deshumanización.
Como es lógico se presentan ante el individuo preguntas angustiosas sobre el origen y el provenir de su historia, es allí cuando se presenta el fenómeno de la masificación que hace referencia a la perdida de dónde provienen o el quiénes son, generando así la degradación de su propio ser. Los individuos empezaron a vivir el anonimato que cada vez los llevaba a romper lazos sagrados entre sus relaciones humanas ya que este, junto con el aislamiento generaba una vida impersonal. Con los nuevos cambios que trajo la época en donde las condiciones de las nuevas clases sociales traían consigo unos malestares culturales, motivaban al individuo a estar bajo presión tanto así que se generaban índices de altos suicidios, de problemas psicológicos y psiquiátricos. Toda esta masificación como fenómeno generaba individualidad ante el paso acelerado de las nuevas culturas y las situaciones en las que el hombre se veía reducido a ser un simple medio o instrumento ante todos estos nuevos cambios que iba generando una pérdida de su propio ser.
En las relaciones de trabajo la humanidad del obrero se reducía al nivel de una cosa, en donde solo era entregado a la labor de transformar la naturaleza, convirtiendo todo en riquezas llevándose la peor parte el obrero puesto que la deshumanización existente lo llevaba a vivir en la precariedad y en una constante pérdida de su ser y sus propias cualidades; llevando al individuo a sentir la necesidad de reencontrarse consigo mismo y con lo poco de humanidad que le quedaba. Todo esto se conoce como el proceso de cosificación. Generalmente el obrero se siente más humano fuera de su ámbito laboral y esto supone que no todo trabajo es de por si humanizador, creador o fuente de felicidad para el mismo.
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