La Realidad Segun Tomas De Aquino
Melissa46 de Septiembre de 2014
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Para Santo Tomás la característica básica de toda la realidad creada es la contingencia, el ser así pero poder ser de otro modo, el existir pero poder no existir, o no existir y poder existir. La razón última que explica la contingencia o carácter radicalmente indigente de todos los seres creados es la existencia en ellos de una composición metafísica básica, la composición de esencia y existencia. Todos los seres creados son seres compuestos: las substancias puramente espirituales como las almas humanas y los ángeles constan de la composición metafísica citada de esencia y existencia, y en el caso de los seres corpóreos, además, de composición material. Que estén compuestos de esta manera quiere decir que la existencia es un añadido a la esencia –o la esencia a la existencia, como se quiera–. Cuando una característica se encuentra en la esencia de una cosa, esa cosa necesariamente la ha de poseer: puesto que el tener tres líneas rectas se encuentra en la esencia de los triángulos, dado un triángulo se tienen que dar necesariamente tres líneas rectas; en la esencia del hombre se encuentra el tener voluntad, por lo que dado un hombre, necesariamente debe poseer voluntad; pero si la característica no se encuentra en dicha esencia, la cosa la posee de forma contingente, no necesaria: el tener una altura de diez centímetros es algo añadido y no esencial al triángulo o tener color blanco es un añadido no esencial al hombre, por ello se puede ser triángulo sin tener diez centímetros de altura u hombre sin ser blanco. Del mismo modo, a las cosas les corresponde en último término la gratuidad completa de su existencia pues la existencia no se encuentra en su esencia, por ello pueden dejar de existir si existen o pueden existir si no existen. Santo Tomás creerá que la contingencia de las cosas exige para dar cuenta de su presencia en el mundo, para dar cuenta de su existencia, de un ser necesario que la haya puesto en el ser. Ese ser necesario es Dios.
El concepto de realidad es algo primitivo, anterior y evidente, es decir, el concepto de realidad va siempre unido al concepto de ser, en otras palabras, lo real es lo que es. O viceversa, ser simplemente lo real.
Según esto, en la realidad encontramos dos rasgos característicos que son:
LA PRESENCIALIDAD: esto es que el ser no es creado por el espíritu sino encontrado por él. La realidad o el mundo no es objetivo, no lo inventamos, no es una contemplación de nuestras propias creaciones. Tomas de Aquino, sin duda el más grande filosofo de la edad media y de la filosofía escolástica, de pregunta si acaso el ser no tendrá tan solo una existencia en nuestra conciencia; si así fuera no cabría posibilidad para la ciencia, por lo que el ser, en toda circunstancia tiene que ser transubjetivo, es decir, fuera de y encontrado por nosotros. En esto consiste la realidad y objetividad, en ello también está la verdad. Las cosas determinan nuestro espíritu.
El ente concreto e individual. Otro rasgo característico de la concepción de Tomas de Aquino de la realidad el que está en el espacio y en el tiempo, o sustancia primera, es para Tomas de Aquino, el ser en su propio y original sentido.
El ser es la sustancia primera que surge de la materia y la forma unidas, el objeto del conocimiento humano, es una “quididad” que existe en la materia en una realización individual. Este es el ser propio y real.
La gnoseología tomista está estrechamente unida a la cuestión de la relación entre teología y filosofía (entre el orden natural y el sobrenatural). Esto se debe a que en Santo Tomás la concepción del ser queda radicalizado en el singular quedando pegada a una filosofía del espíritu, no a una filosofía de la físis como en Aristóteles. Hay una existencia concreta de la cosa.
Pero igualmente Santo Tomás de Aquino siguiendo el empirismo aristotélico, estima que todo conocimiento ha de partir de una reflexión de que se da en la experiencia sensible. No se trata de una limitación a los datos de los sentidos. El sujeto comienza con lo dado, pero ha de seguir un proceso de abstracción.
Al igual que Aristóteles, considera que la realidad está formada por sustancias, compuestas por materia y forma, siendo la forma la responsable de la esencia de dicha sustancia. El mundo se articula debido a la existencia de estas formas, sin las cuales sería imposible el conocimiento. La teoría tomista del conocimiento se basa pues, en el carácter abstractivo del proceso de conocer.
En Santo Tomás hay que distinguir el conocimiento sensible, que proviene de las sensaciones corporales y es un conocimiento particular de las cualidades sensibles de las cosas, y del conocimiento inteligible, obra del entendimiento y que se constituye como un conocimiento universal o por conceptos.
En un primer momento, los estímulos del medio impresionan nuestros órganos sensoriales, produciéndose lo que Tomás de Aquino denomina "especie sensible impresa", que se registra en la imaginación ocasionando ciertas imágenes o "especies sensibles impresas". Estas imágenes conservan vestigios de particularidad de los objetos de los que provienen, pues el universal, como tal, todavía no ha sido captado.
Es en el conocimiento inteligible donde se produce la abstracción, la separación de la forma o esencia con respecto a la materia individual. La abstracción es el proceso por el que se pasa del conocimiento sensible a inteligible. Cuando se conoce intelectivamente, lo que se separa es la forma de la materia individual. Por ejemplo en el hombre la carne y los huesos sería materia común, pero, esta carne, estos huesos sería materia individual. El entendimiento abstrae la especie de la materia sensible e individual, no de la materia común, pues ésta pertenece a la naturaleza específica de la substancia.
LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD: Los conceptos de esencia y existencia son nuevos y nuestro autor los recibe en herencia especialmente del pensador árabe iraní Avicena. T.de Aquino distingue cuidadosamente entre lo que las cosas son (esencia) y el hecho de que existan o no (existencia). La esencia es un conjunto de características que hacen que una cosa sea lo que es, que la hacen distinguirse de otras. Exigencia es el acto de ser, recibido en la esencia por la intervención de causas segundas o de la causa primera, que es acto puro. En Dios, esencia y existencia se identifican, no hay distinción. Dios es un ser necesario: existe y no deja de existir. Su esencia consiste en el acto de existir. Por lo contrario, los seres creados, que están compuestos de esencia y existencia son contingentes, existen, pero pueden dejar de existir. Los seres creados participan del ser de Dios en grados diferentes.
De una manera más precisa, Santo Tomás distingue el ser de las criaturas, separable de su esencia y, por consiguiente, creado, y el ser de Dios, idéntico con su esencia y, por consiguiente, necesario. Por ello el ser debe considerarse desde una triple significación: (1) como existencia (tomado como participio) (2) como función específica del juicio, es decir, como la afirmación de la identidad ontológica del sujeto y el predicado (tomado como cópula verbal) (3) como esencia o constitución de una realidad (tomado como nombre).Es en este último sentido, el ser como nombre, en lo que consiste el objeto propio de la metafísica. Expresa la esencia que define una realidad, aquello por lo que una cosa es lo que es, como capacidad de existencia, y se aplica primordialmente a la substancia.
Esta noción abstracta del ser hace que contenga una serie de diferencias o formas de manifestarse en medio de una pluralidad de entes. El ser no es una noción unívoca, pues no puede aplicarse en un solo sentido y con una significación absolutamente idéntica para todos los seres. En efecto, el ser no conviene por igual a todas las cosas que son, ni es, por eso, un concepto rigurosamente universal que se predique del mismo modo de todos los individuos de una misma especie. Esto puede ilustrarse con aquellos vocablos en donde existe una identidad tanto de palabra como de significado, como en el caso del término animal, cuya acepción se aplica en un mismo sentido al caballo, al perro y al hombre. Tampoco el ser es equívoco, pues ello equivaldría a que todos los seres aun compartiendo la noción de ser, tendrían siempre una diversidad absoluta de significado y parentesco. Ello puede ilustrarse cuando una misma palabra se aplica a objetos distintos con diversidad absoluta de significado, como la palabra can, aplicada al animal y a la constelación. Por eso la metafísica tomista tiene como fundamento la analogía. Los seres convienen en algunas cosas, pero se diferencian en muchas otras. En Santo Tomás no puede haber un solo ser, ni éste puede convenirles a todos los seres de la misma manera y por igual, como pretendía Parménides. En el Aquinate existe una escala jerárquica del ser, en donde se hallan muchos seres y muchas maneras de ser. Por consiguiente, no es lo mismo el ser como substancia que como accidente, el ser como esencia que como existencia, o el ser como Dios o como las criaturas. De tal forma, el concepto de ser en lugar de darse como una noción común a todos los seres, expresa la semejanza de una relación que permite enlazar, jerárquicamente, toda la diversidad de la estructura ontológica del ser.
En el tema de la analogía en Santo Tomás subyace como consideración fundamental la idea de la inteligibilidad del ser, es decir, la confianza en la capacidad racional de la mente humana para aprehender la riqueza del ente. En este sentido, la posición tomista no puede cuadrar con un análisis unívoco o equívoco del ser. Guillermo Fraile considera que las filosofías tendientes al univocismo,
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