La República, en griego Πολιτεία, es reconocida por su carácter político

La República, en griego Πολιτεία, es reconocida por su carácter político, es así como en el libro VIII y IX del texto, nos habla de las clases de constitución política, en el libro se nos presenta la aristocracia, monarquía, timocracia, oligarquía, democracia y la tiranía como formas de gobierno; como se generan, como se llevan a cabo y las razones de porqué gran parte de ellas no son consideradas como una buena opción a la hora de gobernar.

Para en tender esto hay que tener claro lo que se considera una clase de gobierno y una sociedad buena y justa; la aristocracia es considerada la mejor forma de gobierno ya que sería el gobierno de los mejor preparados, donde los gobernantes, que serían más de uno, fuesen personas destacadas por su sabiduría e intelecto. Recordemos que Platón nos habla del ergón, la capacidad innata de llevar a cabo una tarea o actividad humana, la justicia estaría en que cada hombre hiciese aquello que le corresponde según éste, designando a partir de ello las clases sociales dentro de la ciudad ideal. Así también, en este gobierno era primordial la educación, para así generar buenas futuras generaciones que puedan seguir la estructura social sin corromperse. Para llegar a la anhelada ciudad ideal puede ser válida también la monarquía, siempre cuando ese “uno” que gobierna lo haga con sabiduría. En este estado ideal podemos apreciar tres clases de habitantes: los gobernantes, cuya misión es gobernar el estado, militares que deben defender y proteger al estado, y por último los artesanos u obreros. Quienes otorgan la mano de obra y el mercado.

A grandes rasgos podemos decir que la aristocracia podría bien ser sofocracia, un gobierno de sabios, cuya degeneración traería consigo la timocracia, un gobierno de guerreros, debido a que ellos no poseen un equilibrio entre música y gimnasia, sino que prima en ellos la gimnasia, al hombre timocrático le domina la ambición y su deseo de honor, busca el poder y le gusta mandar, pero no en fin de un bien común si no por placer, es el placer lo que logra que la degeneración continúe, y ya no solo no poseen sabiduría, también pierden la valentía y solo viven de esos placeres; de la degeneración de ésta viene la oligarquía, el gobierno de la “clase alta”, un gobierno motivado por las riquezas materiales, el hombre oligárquico es avaro y codicioso, los hombres con riquezas son pocos y viven bien, esto hace que aquellos muchos que viven mal se rebelen, dando paso así a la democracia o gobierno del pueblo, podemos decir de esta que el hombre democrático es dominado por su ansia de libertad hasta el punto del libertinaje, un ser individualista, cuando los pobres llegan al gobierno la situación se torna caótica, las riquezas no bastan para satisfacer a todos ellos, por lo que el gobernante da paso a la tiranía, el gobierno de “uno”, al igual que la monarquía, pero en este caso ese “uno” sea un hombre

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