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La cultura de la vida. Historia, orígenes, contexto y situación actual


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2017  •  Ensayos  •  3.376 Palabras (14 Páginas)  •  218 Visitas

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La cultura de la vida. Historia, orígenes, contexto y situación actual

INTRODUCCIÓN

        Seguramente no es coincidencia que en el lapso de dos semanas, las circunstancias me hayan traído a reflexionar acerca de mi tan afamada Cultura de la Vida.

        Hace apenas dos semanas, cuando preparaba una exposición acerca de Paternidad Responsable, mi hijo de 10 años que me ayudaba a preparar el material (proyector, plumones, hojas, etc.) me dijo: Mamá, en sí ¿Qué es la Cultura de la Vida?, ¿Es lo que papá y tú anuncian, o no?... La verdad, de momento no encontraba las palabras para explicarlo, hasta que por fin, viendo sus ojos inquietos y reflexivos sobre mí, alcancé a decir: Cultura de la vida, más que una forma de pensar, es un estilo de vida donde se comprende y acepta nuestra naturaleza humana, en todos los sentidos. -Entonces, ¿No es defender a los bebés que quieren abortar? -Me preguntó. –Claro que sí, justamente porque comprendemos esa ley natural que Dios ha inscrito en nuestro cuerpo y que nos enseña por medio de la naturaleza, nos damos cuenta que debemos respetar y valorar la vida en todas sus etapas y bajo cualquier circunstancia, desde la concepción hasta la muerte natural.

        Luego, él pareció convencido de lo que dije, se fue, me quedé reflexionando si le habría dado una respuesta vaga; y ahora una vez más, ante el hecho de elaborar este ensayo, vuelvo a reflexiona qué es la Cultura de la Vida y si le di a mi hijo la mejor respuesta.

        Seguramente Juan José entendió todo lo que tenía que entender,  pues muy seguro de lo que decía, me dijo que Dios era muy bueno al hacer la ley natural tan fácil de entender y que cuando sea grande él también quiere anunciar la cultura de la vida. La verdad eso me llena de satisfacción. Pero, ¿habré entendido bien lo que debo entender para actuar consecuentemente con mi responsabilidad ante la Cultura de la Vida? La respuesta, realmente me hace estremecer; y el motivo, lo podrás encontrar en el presente ensayo. ¡Bienvenido!

CULTURA DE LA VIDA

San Juan Pablo II acuñó el término “Cultura de la Vida” para señalar la necesidad de llevar las convicciones a favor de la vida y la persona, a cada aspecto de la vida diaria y de la sociedad.

Por tanto, “Cultura de la vida” es valorar la vida humana, respetando la dignidad intrínseca a la persona, que protege los derechos inalienables de todos los seres humanos desde la concepción hasta la muerte natural. Cultura que debe estar presente en el arte, música, literatura popular y medios de comunicación; reflejada en las leyes, política e instituciones educativas. Cultura que debe ser naturalmente asumida en las actitudes y costumbres de los ciudadanos.

Así, la cultura de la vida, apunta a nuestra responsabilidad de llevar nuestras convicciones personales pro-vida a cada aspecto de la cultura. Tarea que no siempre será fácil, pero que sin lugar a dudas es necesaria para rescatar el futuro incierto de nuestra sociedad.

Ahora bien, considerando que cultura es el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico, podemos ver claramente, que en la actualidad tenemos una cultura caracterizada como light, que es una síntesis insulsa que transita por la banda media de la sociedad, donde todo es suave, sin riesgos y con la seguridad por delante.

El relativismo dominante, trascendente de la cultura que se vive en la actualidad, parece ser propio de una cultura de la emoción, de la tolerancia, del lucro y de la no creencia.

En principio, la modernidad nos ha llevado a una emoción, donde conocer el modo menos doloroso y más veloz de gozar un instante, se ha vuelto una máxima sapiencial de nuestra era; fomentando así una cultura del lucro, donde el dinero es el centro y criterio del desarrollo personal, regional o nacional, desplazando el campo trascendente de la fe a la inmanencia del dinero; donde la tolerancia no está dispuesta a soportar la objeción de conciencia y ha dejado de ser una expresión de la clásica virtud de la prudencia haciéndose una tolerancia ideológica con pretensión de virtud teórica. Entrando así, al ateísmo como negación de una causa primera, que ha dado paso a un sentimiento religioso light que cada vez toma más fuerza expresándose como la New Age.

No cabe duda, que vivimos inmersos en una cultura cambiante, en relación con la variedad de bienes creados y enriquecida constantemente por el progreso científico y tecnológico, en una cultura del “usar y tirar” donde subyace una falsa concepción del progreso. Sin embargo, no es tarde para evitar sumergirnos en esta cultura yoísta donde el relativismo ha puesto su sello seduciendo a nuestra juventud.

Éste es nuestro tiempo, tiempo de actuar, de ser agentes de cambio, llenarnos de gozo y esperanza en el futuro, porque predicar el Evangelio de la vida en esta sociedad contemporánea, es “Trabajar a favor de la vida, es contribuir a la renovación de la sociedad (revisión de nuestro entorno cultural) mediante la edificación del bien común”, como nos lo dice San Juan Pablo II en la Encíclica Evangelium Vitae (Madrid, 1995. 196 p).

Esta tarea no es sencilla, más bien es titánica; pero poco a poco cambiando nuestro entorno, educando en la verdad, podemos transformar nuestra cultura.  

Ahora bien y por otro lado; reflexionemos ahora sobre la vida, y ante este análisis no escapa la pregunta obligada: Es la vida un valor? Por supuesto que sí, la vida vale porque el valor máximo y primero es el del “ser”, primero es el ser y después el valor. El fundamento de todos los valores humanos y sociales posibles es la vida, si la vida no vale ningún otro valor será posible.  Pero aunque el valor de la vida es primero; es básico, puede haber valores más altos que justifiquen ofrecer la vida por ellos.

La vida, cualquier vida humana es un bien para todos, lo definitivamente original y único que hay en el mundo, lo que con la verdad y la bondad de su ser, manifiesta la dignidad de un ser participado que es relativamente absoluto.

La naturaleza de la vida personal, nos lleva a repensar en esta secuencia natural: la Physis de la persona, que es el embrión humano que se asienta como sujeto vicario, cuya carne animada, apela al Bios, coprincipio orgánico de ese espíritu encarnado y cuyo conjunto tiene un propósito o fin, el cual se expresa en el Telos de la persona, que no puede darse contestación a sí mismo, sino que necesita del Logos que traduce como palabra el pensamiento, encajando muy bien con el Verbum o Logos cristiano; de esta forma la persona puede saber a qué atenerse para conducirse a sí misma, libremente a donde quiere; para lo cual es preciso recuperar el Ethos, ciencia que ayuda a la persona a alcanzar la felicidad. Así, la secuencia mencionada es natural y necesaria, natural porque es preciso remontarse al origen y necesaria porque si no se piensa en ella, es muy difícil en la actualidad la justificación del Ethos; además de que pone de manifiesto el estatuto ontológico del embrión humano.

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