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La verdad racional


Enviado por   •  15 de Octubre de 2021  •  Síntesis  •  7.103 Palabras (29 Páginas)  •  313 Visitas

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Esta primera parte consta de una recopilación de 5 conceptos de verdad que nos ayudan a explicarla, a saber ¿qué es la verdad?, desde el punto de vista de varios (bastantes, perdón creo que me pase) filósofos.

Se pueden distinguir cinco conceptos fundamentales de la V.: 1) la V. como correspondencia o relación; 2) la V. como revelación; 3) la V. como conformidad a una regla; 4) la V. como coherencia; 5) la V. como utilidad.

1) El concepto de la V. como correspondencia es presupuesto por muchas de las escuelas presocráticas, fue por vez primera formulado explícitamente por Platón al definir el discurso verdadero en el Cratilo: "Verdadero es el discurso que dice las cosas como son, falso el que las dice como no son”.  A su vez decía Aristóteles: "Negar lo que es y afirmar lo que no es, es lo falso, en tanto que afirmar lo que es y negar lo que no es, es lo verdadero”. Aristóteles enunció también los dos teoremas fundamentales de esta concepción de la verdad. El primero es que la verdad está en el pensamiento o en el lenguaje, no en el ser o en la cosa. El segundo es que la medida de la V. es el ser o la cosa, no el pensamiento o el discurso: de tal manera que una cosa no es blanca porque se afirma con V. que es tal, sino que se afirma con V. que es tal porque es blanca.

Estoicos y epicúreos siguen admitiendo que la V. es la correspondencia del conocimiento con la cosa, pero consideran que el criterio de la V. es diferente, ya que los estoicos la ven en la representación cataléptica (véase), que es la manifestación del objeto en el hombre, y los epicúreos la ven en la sensación, que es, para ellos, el manifestarse mismo de la cosa. 

San Agustín considera como V. "lo que revela lo que es o que se manifiesta a sí mismo” y en tal sentido identifica la V. con el Verbum o Logos, que es la primera, inmediata y perfecta manifestación del Ser, o sea de Dios. A su vez Santo Tomás, volviendo a una definición dada por Isaac Ben Salomón en el siglo IX, define la V. como "conformidad entre el entendimiento y las cosas”. Si bien conserva, con respecto al hombre, el teorema aristotélico que enuncia que las cosas y no el entendimiento constituyen la medida de la V., invierte este teorema con respecto a Dios. "El entendimiento divino —dice— es medidor, no medido; la cosa natural es medidora y medida, pero nuestro entendimiento está medido, y no es medidor con referencia a las cosas naturales y sólo es medidor con referencia a las cosas artificiales”. Existe una V. de las cosas, que es aquello por lo cual las cosas semejan su principio (que es Dios) y en este sentido Dios mismo es la primera y suma V. Estos conceptos aparecen con frecuencia en la filosofía medieval. El concepto de la V. como correspondencia es ampliamente utilizado. Pedro Hispano, Herveus Natalis y Antonio Andrea conservan la doctrina de la V. como conformidad entre el entendimiento y las cosas si bien polemizan acerca del modo de ser de las cosas o, más precisamente, de los objetos a los cuales debe conformarse el entendimiento.

En general, en la escolástica de la segunda mitad del siglo XIII y en la mitad del siglo XIV se especifica que la "cosa” a la que debe conformarse el entendimiento es la "res inteltecta" o sea la cosa tal como es aprehendida por el entendimiento, no exterior a éste mismo. El concepto de la adecuación o de la conformidad pierde, a partir del siglo VIV, su alcance metafísico y teológico para tomar un significado estrictamente lógico.

Hobbes insiste en el punto de vista nominalista de la V. como simple atributo de las proposiciones, al igual que Locke y Leibniz, que rechaza la noción metafísica de la V. como "atributo del ser” y se limita a ver en la V. "la correspondencia de las proposiciones, que están en el espíritu, con las cosas de que se trata". Wolff afirmó al mismo tiempo el concepto de la V. como "concordancia de nuestro juicio con el objeto, o sea con la cosa representada”, que denominó definición nominal de la V., y la noción lógica de la V. como "determinabilidad del predicado mediante la noción del sujeto”, que denominó definición real. Baum garten volvió a la noción de V. metafísica como “orden de lo múltiple en la unidad”. Kant declaró presuponer simplemente la "definición nominal de la V.” como el "acuerdo del conocimiento con su objeto” y se formuló el problema de encontrar un criterio para la V.

A la doctrina de la correspondencia (o relación) recurren también los lógicos contemporáneos, que intentan formularla en tal forma que resulte independiente de cualquier hipótesis metafísica. Desde este punto de vista la mejor formulación es la dada por Alfred Tarski. "Un enunciado es verdadero en caso de designar un estado de cosas existentes”. Tarski ha partido de una equivalencia de este género: "El enunciado ‘la nieve es blanca’ es verdadero si (y sólo sí) la nieve es blanca” para generalizarla en la fórmula "X es verdadero si, y sólo si p”. Utilizando la noción semántica de satisfacción, entendida como la relación entre objetos arbitrarios y determinadas expresiones llamadas “funciones enunciativas” del tipo “x es blanco” "x es más grande que y", etc., Tarski ha dado la siguiente definición de la V.: "Un enunciado es verdadero si es satisfecho por todos los objetos y falso en caso contrario”.

2) La segunda concepción fundamental de la V. es la concepción que la considera como revelación o manifestación. Tiene dos formas fundamentales, una empirista, la otra metafísica o teológica. La forma empirista consiste en admitir que la V. es lo que inmediatamente se revela al hombre y es, por lo tanto, sensación, intuición o fenómeno. La forma metafísica o teológica es la forma según la cual la V. se revela en modos de conocimiento excepcionales o privilegiados, a través de los cuales se hace evidente la esencia de las cosas, su ser o su mismo principio (o sea Dios). La característica fundamental de esta concepción es la importancia que se da a la evidencia.

Los cirenaicos entendieron, en sentido empirista, la V. como revelación, pues veían en las sensaciones la evidencia misma de las cosas, así lo hicieron también los epicúreos, que consideraban la sensación como el criterio de la V. y los estoicos, que lo veían en la representación cataléptica (véase).

De la misma interpretación metafísica o teológica de la V. como correspondencia (o relación) nace el concepto de V. como manifestación del ser o del principio supremo. Decía Plotino: "La V. verdadera no está de acuerdo con otra cosa, pero sí en acuerdo consigo misma: nada enuncia fuera de sí, pero enuncia lo que ella misma es”. En este sentido la V. no es el carácter formal de determinados procedimientos cognoscitivos, pero sí un principio metafísico o teológico, que tiene la misma sustancialidad y la misma dignidad del principio que en ella se manifiesta, o sea de Dios.

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