La ética y moral en la sociedad moderna

La ética y moral en la sociedad moderna.

Edith Dolores Hernández Pérez

Los seres humanos estamos dotados de una conciencia que nos permite distinguir entre el bien y el mal, lo correcto e incorrecto, tal vez lo justo o injusto. El hacer juicios de valor sobre nuestras acciones nos permite conducir nuestros actos. En una sociedad es indispensable establecer reglas o normas de conducta para convivir. Estas normas o reglas determinarán nuestro comportamiento, por lo que se puede decir que el comportamiento humano está basado en lo que entendemos como ética y como moral, aunque ambas palabras pueden parecer lo mismo, existe una marcada diferencia.

Según la Real Academia de la Lengua Española el concepto de moral está relacionado a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva, está basado en el entendimiento o la conciencia, y no en los sentidos.

Por su parte, la palabra ética viene del griego “ethos” que significa “forma de ser” o “carácter”, estudia los principios que deben regir la conducta humana al tratar de explicar las reglas morales de manera racional, fundamentada, científica y teórica. La ética es definida también como el conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida.

De acuerdo con los conceptos anteriores la ética puede conceptualizarse como las normas que valoran si el comportamiento del individuo es bueno o malo, y la moral valora el comportamiento de la persona respecto a las costumbres, reglas o principios establecidos en el entorno y contexto donde se desarrolla.

Desde mi punto de vista cobra importancia el concepto de ética, en el sentido de la congruencia entre “el deber” y “el hacer” de cada individuo, coherencia sustentada en sus principios y valores. Para Sócrates, el concepto de ética iría más allá del sentido común de su tiempo, el cuerpo sería la prisión del alma, que es inmutable y eterna. Aristóteles dice que en la práctica ética somos lo que hacemos, apuntando a un propósito bueno o virtuoso. Santo Tomás de Aquino y San Agustín, incorporan la idea de que la virtud se define desde la relación con Dios. Kant afirmó que: “no hay bondad natural. Por naturaleza somos egoístas, ambiciosos, destructivos, agresivos, crueles, hambrientos de placeres que nunca nos satisfacen y por los que matamos, mentimos, robamos”. Friedrich Hegel aporta una nueva perspectiva Hombre - Cultura e Historia, y la ética debe estar determinada por las relaciones sociales. Como sujetos históricos culturales, nuestra voluntad subjetiva debe someterse a la voluntad social, de las instituciones de la sociedad. Nietzsche atribuye el origen de los valores éticos, no a la razón, sino a emoción; para él, el hombre fuerte es aquel que no reprime sus impulsos y deseos, que no se somete a una moral demagógica y represiva (Saenz., 1981).

El estudio de la ética ha cobrado importancia desde la antigua Grecia y es que no puede estar separada de la vida humana, necesitamos pensar y/o reflexionar sobre nuestras acciones y sus repercusiones, además porque nos encontramos en una sociedad que cada vez tiene más poder sobre la vida de los otros.

De acuerdo a García González citado por Buganza (Buganza, 2021), el principal problema de este mundo moderno es, "Una actitud para la que no hay nada por lo que valga la pena luchar, ni valores que puedan servir de guías valiosas para la vida, ni asideros desde los cuales sostenerse, sino que todo es posible incluso lo que cualquiera rechazaría por inhumano".

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