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Las Doctrinas Y Los Hombres


Enviado por   •  4 de Mayo de 2012  •  1.138 Palabras (5 Páginas)  •  650 Visitas

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1. Uno de los deberes más sagrados del escritor de buena fe y de todo aquel que con ánimo recto y desinteresados propósitos aspira a ser útil a sus semejantes y servir la noble causa de la verdad consiste, sobre todo en épocas en que, como la presente, la anarquía moral lo invade todo, en poner de manifiesto con esa entereza que sólo la convicción y la lealtad pueden inspirar lo que hay de verdadero o de imaginario en las declamaciones con que los explotadores de las calamidades públicas se proponen en todas épocas extraviar el juicio de la multitud, siempre más impresionable que reflexiva.

2. Error muy grave y sistemáticamente difundido por los que en la involucración de las nociones de lo bueno, lo justo y lo útil cifran su medro es creer presto que los males públicos no se remedian, antes bien, van en aumento, y de día en día parece más difícil su correctivo; esto consiste únicamente en la maldad intrínseca de las ideas que se proclaman en el orden científico, o se aplican a la gobernación de los estados, confundiendo así lastimosamente lo que en las doctrinas hay de provecho con lo que en los hombres hay de egoísmo, torpeza o mala voluntad.

3. Las ideas pueden ser, y muchas lo son realmente, saludables y salvadoras, al paso que los hombres pueden ser, y en efecto muchos lo son, indignos representantes de ellas, o notables únicamente por su incapacidad de concebirlas en su recta significación, o por el insidioso empeño que ponen en desnaturalizarlas haciéndolas infecundas para el bien.

4. En ninguno de ambos casos puede ni debe atribuirse a las doctrinas la esterilidad de que las hieren la ignorancia, la estrechez de entendimiento o la perfidia de los que se llaman sus más genuinos intérpretes, y que en concepto de tales aspiran a ocupar los primeros puestos del estado, o los asaltan a favor de las luchas que por desgracia dividen a los hijos de una misma nación y a las naciones entre sí.

5. No, pues, en la conducta de los hombres, no siempre ajustada a la razón severa y al estricto deber, sino en el detenido, en el concienzudo estudio de las ideas en sí mismas y en sus relaciones con el estado actual de la inteligencia, de la cultura, del desarrollo social y político de los pueblos, y en el claro conocimiento de sus necesidades debe buscarse la clave de la diferencia que existe entre lo aceptable y lo que debe ser rechazado, entre lo beneficioso y lo nocivo, entre lo bello y lo deforme, entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira.

6. Si la conducta de los hombres hubiese de ser la norma para apreciar los grados de bondad de las diferentes escuelas que se disputan el dominio del mundo religioso, filosófico y político, grande sería la incertidumbre, extraña la confusión que se apoderaría del ánimo de quien a tan falsa norma acudiese.

7. Si porque la conducta de los hombres es en la generalidad de los casos ininteligente, exclusivista o perversa fuese licito inferir y afirmar que las doctrinas de que respectivamente se proclaman apóstoles o caudillos son en el mismo grado a propósito para inducir a la ceguedad del alma, al exclusivismo o a la perversidad, ¿cuál sería, cuál, el criterio a que debiesen subordinar sus juicios, absolutos o comparativos, el hombre honrado, el político amante de su patria, el que desea la felicidad de sus semejantes, el que rinde culto a la verdad, el que se propone, en fin, el triunfo de la justicia?

8. Aun cuando fuese cierto, que

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