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Laura Diaz

pablo0712 de Noviembre de 2012

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Empezamos con la vida de Laura Díaz. Protagonista muy atractiva para el lector

por su vida tan rica y variada, también causa a veces una distancia en cuanto a la

identificación que caracteriza a cada lector de cualquier obra. El obstáculo a la empatía

lo constituye el profundo egocentrismo que despliega a lo largo de su vida, que sea en

su infidelidad matrimonial, en el abandono de sus hijos o en su falta de compromiso

familiar. Se puede invocar su eterna honestidad para atenuar su actitud pero las

circunstancias todavía han sido en gran parte provocadas por su propio comportamiento

egoísta.

Creciendo en un ambiente familiar bastante protector y cariñoso con una

educación escolar respetable, la joven Laura dispone de todas las oportunidades que se

necesitan para elaborar una vida variada, interesante y estable. Leyendo la obra, el lector

se da cuenta de que efectivamente se desarrolla la descripción de una vida variada e

interesante pero muy turbulenta: entre sus 4 amantes, y muchas otras aventuras, Laura

Díaz parece a veces ser la víctima de su propio porvenir. Y aunque su vida parezca en

su totalidad bastante tolerable, no tenemos que olvidar que ha sobrevivido a la mayoría

de la gente a la que quería. ¿Dónde reside entonces la relación entrañable con el país

cuyas ciudades y llanuras fueron el paisaje de su vida? La respuesta se debe buscar en

las mismas oportunidades de las cuales dispone México o como lo dice Carlos Fuentes:

“Le Mexique est un pays de mendiants sur une montagne d‟or”.

Se refleja esta metáfora en la vida de nuestra protagonista cuando observamos la vida turbulenta que ha conocido. Y todo eso a pesar de las posibilidades para un futuro mucho más sólido y

convencional. Si tomamos en consideración el potencial agricultural, la riqueza cultural

y la capacidad intelectual de México por un lado y la educación ejemplar de Laura Díaz

por otro lado, llegamos a la conclusión de que el paralelismo entre la realidad y el

presente del país y de la protagonista es muy significante. Ambos reflejan 45

explícitamente este bagaje cultural aunque fracasan trágicamente en su desarrollo óptimo.

Hilda y Virgina:

En lo que concierne a las tías Hilda y Virginia, el reflejo de México es bastante

similar a lo que hemos desarrollado para el caso de Laura Díaz. La diferencia reside en

el acento en las capacidades intelectuales de ambos personajes. México también ha sido

la víctima de su historia por lo que atañe a la vida intelectual. El pasado colonial fue una

sangría cultural y tenemos la impresión de que la verdadera epopeya cultural mexicana

explícita sólo ha empezado en los últimos siglos. Por supuesto, la segunda Guerra

Mundial ha significado una gran inmigración de intelectuales europeos en el continente

hispanoamericano pero todavía no se puede interpretar como el verdadero despliegue

del potencial cultural del país mismo. Si ponemos al lado de estos hechos históricos las

biografías de la música Hilda y la poetisa Virginia, llegamos a la conclusión de que

ambos carecen de su éxito merecido. La frustración es una característica fatalmente

vinculada a México por su cadena de fracasos políticos y culturales; la frustración

también constituye el rasgo fundamental de las tías Kelsen.

La violencia sigue siendo un tema muy actual en México y por consiguiente en la obra

de Carlos Fuentes, pero volveremos a hablar de este tema cuando busquemos el

paralelismo entre la vida de Santiago III y su país de origen. Ahora, continuamos con el

siguiente reflejo del espejo metáforico que postulamos: María de la O.

María de la O : los indios entre inferioridad y solidaridad

Maria de la O es la tía de origen indio adoptada por los abuelos Kelsen y en otras

palabras el portavoz soñado del autor para poner en escena la identidad india en la

sociedad mexicana. El procedimiento de mimesis es muy evidente en este ejemplo:

ofrecer una perspectiva en el pasado colonial y el presente de integración a través de un

personaje secundario y su anécdota biográfica. No obstante, el reflejo resulta ser más

bien un espejismo en el sentido de que la historia colonial ha sido marcada por

intolerancia y violencia. Se ha reservado en Los años con Laura Díaz un porvenir y una

vejez bastante feliz para Maria de la O.

“-Se acabaron las tristezas. Me voy a vivir en Veracruz. Un viejo novio del

puerto me ha propuesto que nos casemos. Es un hombre de mi edad, aunque yo

no sé cuál es mi edad porque mi máma no me registró. Quería que creciera

pronto para seguirla en la vida alegre. Vieja pendeja, ojalá se achicharre en el

infierno. Lo único que me consta es que Matías Matadamas - es el nombre de mi

galán - baila danzón como un ángel y me ha prometido sacarme a bailar dos

veces por semana a la Plaza de Armas y entre el público y la gente.” (p 279)

Pero el final feliz parece demasiado fácil cuando el autor nos cuenta su niñez. Tenemos

dificultades en creer que no lleva más cicatrices psicológicas por su dura juventud.

Salvada de los brazos de su pobre madre que trabaja de puta, la niña tiene mucha

suerte de encontrarse luego en la hacienda de don Felipe Kelsen. Son bienaventurados 47

los que tienen esa suerte, pero esto pone en el olvido a todos los mexicanos de origen

indio que se quedan en su eterna posición de inferioridad.

Sin embargo, Fuentes consigue perfectamente ilustrar la idea que quiere dar de

esa situación social particular. Con una técnica muy discreta, alcanza a acentuar

simultáneamente la discreción del personaje mismo: el procedimiento consiste en las

menciones sistemáticamente breves de Maria de la O.

Otros procedimientos para identificar a la tía con los indios en México son

primero el largo silencio que se impone a sí misma después de la muerte de su cuñado -

el marido de Leticia Kelsen y padre de Laura Díaz - y sus piernas tan pesadas que le

dificultan su movilidad. Estos detalles parecen muy superficiales en la primera lectura

pero a la luz de nuestra hipótesis, adoptan una dimensión mucho más significativa. Se

oponen en el personaje entonces la devoción por su familia y su posición inferior. En

ningún momento el lector tiene una impresión de igualdad entre María de la O y otros

miembros de la familia Kelsen. Entre solidaridad (la adopción de la niñita negra

predestinada a la miseria) e inferioridad (su papel atento y desprendido en la familia), la

mujer encarna el estatuto ambiguo de los nativos del continente hispanoamericano. La

diferencia con el caso de Laura Díaz y de las tías Hilda y Virginia se tiene que buscar en

la técnica de mimesis adoptada para reflejar la realidad mexicana: explícita en las dos

primeras ilustraciones, observamos un planteamiento muy discreto en lo que concierne a

Maria de la O y el mensaje que quiere transmitir el autor.

Juan Francisco López Greene: la paradoja revolucionaria

El caso de Juan Fransisco López Greene exige la inserción de un breve resumen

de la historia revolucionaria de Mexico. La revolución mexicana marca le entrada

agitada y sangrienta del país en el siglo XX. Este período dura unos veinte años, hasta

1929 y la fundación del Partido Nacional Revolucionario, el PNR. Este partido se

llamará más tarde el PRI, Partido Revolucionario Institucional. El nombre suena

bastante contradictorio. Sin embargo se mantendrá hasta el año 2002.

Este período significa de hecho una guerra entre el viejo y el nuevo México,

durante la cual se sigue oscilando entre reformas imprescindibles para una verdadera

democracia y el mantenimiento en el poder de los hacendados, es decir, los ricos

propietarios muy atados a sus privilegios.

Al principio del siglo, durante los últimos años del „porfiriato‟, el reinato de

Porfirio Diaz, crece el disgusto y en 1909, Madero, un rico propietario del norte, se

opone con éxito a Diaz. Será elegido presidente en 1911. Pero muy pronto se verá

confrontado a los mismos problemas entre liberales y conservadores y en la

imposibilidad de contentar a cualquiera.

Varios jefes se suceden: Orozco , Huerta, que será presidente después del asesinato de

Madero en 1913. Carranza, por fin, promete una constitución al país.

De entrada, los dos combatientes más famosos de esta revolución están

presentes : en el norte, Francisco “Pancho‟ Villa y en el centro y el sur, Emiliano

Zapata. Estas dos figuras emblemáticas llevan a cuestas la revolución. Los guerilleros

de Villa son de orígen popular, son vaqueros, mineros o campesinos sin tierra. Zapata

también exige que los campesinos tengan tierra propia con el grito de “Tierra y

Libertad” .Los dos se encuentran, pero una alianza entre ellos resulta imposible y el año

1915 es un año espantoso con “la guerra de la facciones‟. Por fin, la ‟Constitucion de

1917 “se hace realidad.

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