Los Ladrillos De La Comunicacion

ENTENDAMONOS “LADRILLOS DE LA COMUNICACIÓN”

Lilia Martinez Otero

Existen temas esenciales para ir construyendo una mejor comunicación, por ejemplo nuestra concepción de la realidad. En gran medida “la realidad” dependerá del juicio y la opinión de cada uno de nosotros sobre ella, al convertirnos en la unidad de medida para decidir que tiene valor y significado y que no lo tiene; las cosas, los hechos y las situaciones se configuran desde nuestra muy particular manera de percibirlas.

Día a día, nuestra experiencia confirma la diferencia de motivaciones, sensaciones, percepciones y acciones de las personas en nuestro entorno. Para acercarnos mas a la realidad debemos aceptar lo que es como es, hacerlo no significa complacernos en la pasividad, la apatía o el conformismo. El supuesto simplista e ingenuo de que nuestra concepción de la realidad es la única verdad tiene, en ocasiones consecuencias nefastas para nuestra comunicación.

Existe el refrán “a donde fueres haz lo que vieres”. Así las personas nos presionamos unas a otras para aceptar y obedecer las normas del grupo, obteniendo una estructura más o menos homogénea en lo relativo a nuestros valores y comportamientos. Cuando nacemos, la educación no ha trastocado nuestra concepción del bien y del mal, actuamos con libertad; exploramos, manipulamos y experimentamos sin cesar. Nuestras necesidades y emociones fluyen con la misma espontaneidad. En el proceso de nuestro aprendizaje estamos expuestos al fenómeno de la generalización que es un proceso muy útil pues permite aprovechar el conocimiento obtenido en experiencias previas para anticipar situaciones futuras que puedan considerarse similares.

Si pensamos que por naturaleza las personas son malas, nuestras interacciones comunicativas serán en consecuencia, de desconfianza, des valoración, temor y necesidad de reprimir constantemente dicha naturaleza. Desde luego, esta necesidad de control se aplicara tanto a uno mismo como a quienes se encuentran en el entorno.

En nuestra naturaleza no están la maldad ni la perversión como motivaciones iniciales para conducirnos en nuestro entorno, sino la inscripción en nuestros genes de sobrevivir y trascender, a costa de lo que sea, como seres humanos y seres en relación. En Etapas tempranas de nuestro desarrollo como personas, nuestra motivación está orientada, exclusivamente, por estímulos internos. Conforme vamos creciendo aprendemos a ejecutar una gran variedad de respuestas; sin embargo cada una adquiere una fuerza diferente para ser ejecutada a partir de la motivación que le precede, lo que da lugar a un proceso interno de selección y a la jerarquía de nuestras respuestas. El deseo de ser amados y aceptados comienza a competir con la necesidad puramente adaptativa de sobrevivir.

Este deseo de ser amados y aceptados se desarrollo

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