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NO PRONUNCIA NINGÚN LLAMADO

Carlos Chávez BedregalTrabajo13 de Noviembre de 2016

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NO PRONUNCIA NINGÚN LLAMADO

“Ocurre que este niño no pronuncia ningún llamado. El sistema por el que el sujeto llega a situarse en el lenguaje está interrumpido a nivel de la palabra”

JACQUES LACAN, El Seminario, Libro I

El primer caso de autismo que Lacan comentó en su Seminario fue un niño tratado por Melanie Klein llamado Dick. La publicación de este caso es de 1930, anterior al libro de Kanner en 1943, que tardó unos años en trascender, por lo que ni Klein ni Lacan lo llaman autista. Sin embargo, en la descripción que hace Melanie Klein están presentes la mayoría de los fenómenos clínicos del autismo: “Faltaban casi completamente la adaptación a la realidad y relaciones emocionales con su ambiente. Este niño, Dick, carecía de afecto y era indiferente a la presencia o ausencia de la madre o la niñera. Desde el principio, sólo rara vez había manifestado angustia, e incluso en un grado anormalmente reducido. Con excepción de cierto interés especial (...) no tenía casi intereses, no jugaba y no tenía contacto con su medio. Generalmente, articulaba sonidos ininteligibles y repetía constantemente ciertos ruidos. Cuando hablaba, utilizaba incorrectamente su escaso vocabulario. Pero no sólo era incapaz de hacerse inteligible; tampoco lo deseaba. Más aun, la madre advertía a veces claramente en Dick una actitud fuertemente negativa, que se expresaba en que con frecuencia hacía precisamente lo contrario de lo que se esperaba de él”.

El caso Dick

Se puede considerar que el desarrollo de Lacan sobre el caso Dick en el Seminario l es su primera teorización sobre el autismo en sentido amplio. Si bien está enmarcada en la concepción estructuralista de lo simbólico de los años ’50, Lacan pone el acento paradójicamente en ciertos detalles que exceden a la teoría del significante, que retoma en su última enseñanza veinte años más tarde. Este caso tiene entonces el interés de presentarse como una especie de “caso contrario” a su teoría, pues muestra en la clínica cómo el Otro no es previo al sujeto, cómo el significante no es lo primero que se constituye a nivel de lo simbólico, y cómo el inconsciente puede no estructurarse como un lenguaje. Así, el autismo hace caer todos los clichés que vulgarmente se repiten sobre la primera enseñanza de Lacan, lo cual nos enfrenta a un desafío teórico y clínico.

Lejos de ocultar todos estos datos clínicos para hacerlos concordar con su teoría en ciernes, Lacan los acentúa, marcando estas paradojas.

De este modo, el autismo constituye una excepción a la teoría de lo simbólico de los años ’50, por una dimensión que no se constituye, o lo hace deficientemente, que es la del llamado. El llamado es anterior a la constitución del lenguaje, y del Otro. El autismo le enseña a Lacan cómo la instancia del lenguaje, como sistema de oposiciones significantes, puede estar constituida y no ponerse en funcionamiento, lo cual produce que lo simbólico y lo imaginario no estén anudados. Y el único caso clínico al que aplica esta excepción es el de Dick.

Así abre Lacan su comentario: “El punto significativo es simplemente éste: no dirige ningún llamado. El llamado, les recomiendo retengan esta noción”.

Lo que caracteriza a Dick es que él no ha entrado en la dimensión del llamado. El concepto de llamado se sitúa lógicamente en un momento anterior a la constitución del significante, e implica tres consecuencias: permite la constitución del Otro y del sujeto, produce el pasaje del lenguaje a la palabra, y construye el anudamiento entre lo simbólico y lo imaginario, que localiza lo real.

El grito del niño, como displacer sin forma, es sancionado por el Otro que le da una respuesta significativa, y en esa respuesta, ese acto de sanción del Otro, el grito se constituye en llamado.  A partir de ahí, el grito ya no existe como tal, sólo hay llamado. Jacques-Alain Miller dice: “¿Qué diferencia hay entre el grito y el llamado? El llamado supone al Otro. En cambio, el grito, en tanto secreción orgánica, prescinde de él, como si concerniera solamente al organismo. ¿Qué se necesita para que el grito se convierta en llamado? (...) se necesita el acuse de recibo del Otro (...), el reconocimiento del Otro”. 

Lo fundamental de este reconocimiento del Otro es que allí mismo se crea el sujeto en la medida en que reconoce un llamado pero, como lo expresa Miller, paradójicamente, en un único acto se funda el Otro que lo escucha que, con su respuesta, funda al sujeto: del lado del sujeto, llamar al Otro implica fundarlo como tal, y simultáneamente, el Otro funda al sujeto.

Por esta razón Rosine y Robert Lefort utilizaron la expresión nacimiento del Otro, porque a partir del llamado, el Otro nace como tal. Como dice Miller: “No piensen sin embargo, que hay una dirección única que sólo conduce a la emergencia del sujeto. Y es que también está en juego el nacimiento del Otro -expresión utilizada por nuestros amigos Lefort como título de una obra. Si la respuesta del Otro hace emerger al sujeto, es igualmente cierto que el grito crea al Otro”.

Lacan dice: “Con Dick estamos a nivel del llamado. El llamado cobra su valor en el interior del sistema ya adquirido del lenguaje. Ahora bien, ocurre que este niño no pronuncia ningún llamado. El sistema por el que el sujeto llega a situarse en el lenguaje está interrumpido a nivel de la palabra. El lenguaje y la palabra no son lo mismo: este niño hasta cierto punto es dueño del lenguaje, pero no habla. Es un sujeto que está allí, y que, literalmente, no responde. La palabra no le ha llegado. El lenguaje no se ha enlazado a su sistema imaginario, cuyo registro es extremadamente pobre”.

El párrafo sitúa tres cuestiones: que Dick no pronuncia un llamado, que por esa razón hay una interrupción, una detención de la posición del sujeto que se produce entre el lenguaje y la palabra -la palabra no le llega porque no hubo llamado-. Finalmente, que por efecto de esto, el lenguaje no se enlaza con lo imaginario.

El lenguaje, sistema de oposiciones significantes que se rigen de acuerdo a leyes, preexiste al sujeto. Lacan habla del “baño de lenguaje” para situar que todas las necesidades del niño son significadas por aquellos que se ocupan de él desde el inicio, es decir, aquellos que ocupan el lugar del Otro, y por lo tanto, siempre se está en el lenguaje, incluso antes de aprender su uso. La respuesta del Otro, que convierte el grito en llamado, es una respuesta de lenguaje.

Lacan toma, si bien con reparos, la teorización de Karl Bühler, quien habla de tres niveles del lenguaje: a) la enunciación, que implica su significado, b) la comunicación, que implica aquello de lo que se trata y su referencia a la situación, y c) el llamado, que se caracteriza por dirigirse al Otro. De estos tres niveles, Lacan distingue la función del llamado. Por lo tanto, se puede estar en el lenguaje -incluso se puede tener un lenguaje que disponga de la enunciación significativa y también de la dimensión comunicante-, pero sin disponer del llamado.

Lacan presenta a Dick como un niño que dispone del lenguaje, que puede enunciar y comunicar, pero no está en la dimensión del llamado que es la primera forma de la direccionalidad al Otro. De esto se desprende que si el lenguaje no dispone del llamado es un lenguaje sin Otro.

Como ejemplo de ese lenguaje sin Otro encontramos al lenguaje de las computadoras, que intercambian información, incluso significaciones, donde se cumplen los dos primeros niveles de Bühler, pero no el tercero.

Luego de definir el llamado y el lenguaje, la tercera instancia es la palabra, que Lacan define como hablarle al Otro.

El llamado es la primera forma, originaria, de la dirección al Otro. Una vez inscripto el llamado y sus consecuencias, un sujeto puede tomar la palabra y hablarle al Otro. Así, el llamado es el tiempo cero de la palabra que funda al sujeto. Es lo que permite pasar del lenguaje a la palabra. Y si no hay llamado, tampoco habrá palabra.

Cuando Lacan construye el esquema Lambda, ubica el eje simbólico en esta perspectiva: la direccionalidad entre el sujeto y el Otro sólo se produce cuando el sujeto le habla al Otro, toma la palabra, y en esa medida, es una palabra verdadera. A su vez, el inconsciente implica que el sujeto es hablado por el Otro.[pic 1]

Algo del sujeto autista quedó detenido en ese pasaje del lenguaje a la palabra por su rechazo a entrar a la dimensión del llamado: “El sistema por el que el sujeto llega a situarse en el lenguaje está interrumpido a nivel de la palabra”.  La posición del sujeto en el lenguaje se interrumpe, se detiene a nivel de la palabra. Veintidós años más tarde, Lacan sigue diciendo que en el autista hay algo que se congela: “Se trata de saber por qué hay algo en el autista o en el llamado esquizofrénico que se congela, podría decirse”,  dice en 1975.

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