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Nietzsche Foucault


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  1.970 Palabras (8 Páginas)  •  313 Visitas

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Nietzsche comienza el texto con una fábula, la cual explica que el conocimiento ha sido “creado por animales inteligentes”. Este conocimiento humano junto a las sensaciones crean una “niebla cegadora”, haciendo que este conocimiento no nos lleve a la verdad sino que nos va a hacer caer en el engaño. Nietzsche señala que la vida social está conformada por un “Tratado de paz” en base a nuestro lenguaje, donde el hombre veraz usará con ‘normalidad’ las palabras y no romperá este consenso, mientras que el mentiroso le dará un significado distinto a las palabras para usarlas en beneficio propio. Ahora, si yo miento no estoy diciendo la verdad, pero si engaño, le estoy dando a la mentira apariencia de verdad. La relación que plantea Nietzsche sobre la verdad y el engaño es que los hombres lo utilizaran de forma extra moral. La disposición a la verdad es una disposición a engañarse porque no es posible conocer las cosas en sí mismas, ya que la verdad es una metáfora pero nosotros pensamos que es una representación exacta de la realidad. Es veraz quien respeta el “Tratado de Paz” o la convención lingüística y no quien intente definir adecuadamente la realidad. Aquí también se puede notar que Nietzsche critica a los seguidores de Aristóteles porque sostienen el criterio de verdad por adecuación.

FOUCAULT, M: La Verdad y las Formas Jurídicas

Me propongo demostrar cómo la tragedia de Edipo es representativa e instauradora de un determinado tipo de relación entre poder y saber, entre poder político y conocimiento. Creo que hay un complejo de Edipo en nuestra civilización que se da a nivel colectivo. La tragedia de Edipo es el primer testimonio que tenemos de las prácticas judiciales griegas. Es una historia que cuestiona la propia soberanía del soberano. Es la historia de una investigación de la verdad. El primer testimonio del investigación de la verdad en el procedimiento judicial griego se remonta a la Ilíada. Se trata de la historia de la disputa de Antíloco y Menéalo durante unos juegos. En estos se produce una irregularidad y cuando Antíloco llega primero Menelao eleva una queja y dice al juez que Antíloco ha cometido una irregularidad. Los organizadores de los juegos habían colocado a alguien que se hacía responsable de la regularidad de la carrera pero su testimonio no se cita y no se le hace pregunta alguna. Menelao lanza un desafío en el que le pide que jure ante Zeus y Antíloco renuncia a ella, no jura y reconoce así que cometió irregularidad. Esta es una manera de establecer la verdad jurídica: no se pasa por el testigo si no por una especie de prueba. Si lo hubiese aceptado, el descubrimiento final de la verdad quedaría en manos de los dioses. La prueba, una característica de la sociedad griega arcaica, aparecerá también en la Alta Edad Media. Si bien entre la disputa de Menelao y Antíloco y la historia de Edipo pasaron muchos siglos, en la tragedia de Sófocles, encontramos también restos de la práctica de establecer la verdad por medio de la prueba, como en los litigios entre guerreros arcaicos en los que los adversarios se incluían mutuamente en los juramentos de promesa y maldición. Sin embargo, toda la tragedia está fundada en otro mecanismo. Este obedece a una ley, la ley de las mitades. El descubrimiento de la verdad se lleva a cabo por mitades que se ajustan y se acoplan. cuando Edipo consulta al dios de Delfos, Apolo, a sus respuestas les falta una mitad. La maldición corresponde a una mitad del asesinato, falta pues la segunda: el nombre del asesino. Para saber el nombre del asesino será preciso apelar alguien ya que no se puede forzar la voluntad de los dioses. Apela al doble humano, la sombra mortal de Apolo, el adivino Tresias, quien le responderá que ha sido el quien mató a Layo. El juego de las mitades está completo: maldición, asesinato, quien fue muerto, quien mató. Tenemos toda la verdad, pero la forma prescriptiva y profética característica del oráculo y el adivino, pero falta la dimensión del presente, la actualidad. Falta el testigo de lo que realmente ha ocurrido. La segunda mitad de esta prescripción y previsión, pasado y presente, se da en el resto de la obra y también por un extraño juego de mitades. Edipo no es únicamente aquel que mató al rey, sino también quien mató a su propio padre y se casó luego con su madre. Mientras que no se pruebe que Edipo es hijo de Layo, la predicción no estará realizada, lo que será probado por dos testimonios diferentes de dos esclavos. A partir de ese momento el ciclo está cerrado por una serie de acoplamientos de mitades que se ajustan unas con otras.

Edipo es una forma retórica, religiosa y política. Consiste en la famosa técnica del símbolo griego. Un instrumento de poder, del ejercicio de poder que permite a alguien que guarda un secreto o un poder romper en dos partes un objeto cualquiera guardar una de ellas y confiar la otra alguien que debe llevar el mensaje o para prueba de su autenticidad. La coincidencia o ajuste de estas dos mitades permitirá reconocer la autenticidad del mensaje. El poder se manifiesta, completo su ciclo y mantiene su unidad gracias a este juego de pequeños fragmentos separados unos de otros, de un objeto único, cuya configuración general es la forma manifiesta del poder. Este mecanismo provoca una especie de desplazamiento que sobreviene a medida que las mitades se ajustan. Los mecanismos enunciativos de la verdad o la forma en que la verdad se enuncia cambia. Toda la obra es una manera de desplazar la enunciación de la verdad de un discurso profético y prescriptiva de otro retrospectivo:

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