Nuevo orden mundial: homo consumens

Nuevo orden mundial: homo consumens

Vivimos en el pleno auge de la globalización, andamos por el mundo consumidos en un pensamiento convulsivo por acaparar el mercado. Somos máquinas programadas para arrasar con la última tendencia, somos los únicos responsables del consumismo.

“Los superiores” siempre aprovecharán nuestra debilidad, somos los directos responsables de que nos dominen, y lo permitimos. Cuando se dieron cuenta que podían con sus “superpoderes” crear la denominada “obsolescencia programada”, que no es más que el ridículo interés personal con aires de “iluminatis”, queriendo dominar masas que se comporten como zombis, y que les permitan mantenerse y alzarse en lo alto de la cúspide; fue oro puro para reactivar y mantener viva la economía mundial a costa de los ciudadanos que se rajan el lomo trabajando para luego gastar y mantener el ciclo vital del capitalismo.

 ¡Y ojo! Con esto no me considero comunista, ni “anti-imperialista”; pero siempre considero que debe primar lo moral y el bienestar del ser humano por encima de cualquier cosa.

El engaño, la dominación, los intereses particulares, pasaron al primer plano, y el más importante, el consumidor, a ser un obrero al cuál se le incrustó el chip del reemplazo (pobre subordinado, sometido a gastar y hacerse a lo “último” en el mercado, cuando lo que tiene supuestamente ya “venció”).

¿A dónde migró la calidad? ¿Dónde quedó el respeto por el medio ambiente? El maldito dinero prima por encima de cualquier cosa, incluso del mismo ser humano. Lo único importante es el excesivo lucro económico, dejando de lado las verdaderas necesidades del consumidor, su satisfacción (que debe ser lo más importante, sin pasar por encima de él), y mucho menos la consideración de las graves consecuencias generadas por la acumulación de residuos y el aumento de la huella carbono, llevándonos a la destrucción del planeta y a espacios altamente contaminados.

De todo lo anterior surgen los siguientes interrogantes, ¿Producir con qué fin? ¿Qué prima en ti? Podemos ser grandes, volver a la época en que se producían y consumían productos de alta calidad, cómo la bombilla del cuerpo de bomberos de Livermore (USA) que aún mantiene encendida, o los viejos televisores convencionales que ya son considerados “obsoletos”, producto de la despreciable sociedad reprogramada, la misma que ahora parece estar destinada a ser dominada y al fondo del abismo.

De allí nace una gran responsabilidad para la persona educada para la transformación de la sociedad con su manera de pensar, creatividad e ingenio; esta última palabra, la que mayor engloba al ingeniero, debe mancomunarse con la moralidad, la ética, y la búsqueda del bienestar del ser humano. Evaluar las implicaciones de sus actos, y mirar la forma en que contribuye a la evolución de la sociedad, harán de éste el verdadero ente diseñado para construir y no para destruir.

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