Pensadores del siglo XIX

Pensadores del siglo XIX, no todos eran antropólogos aunque después se los ha considerado como tal, estimaron que el conocimiento del ser humano podía abordarse desde el método científico del mismo modo que se hacía con las ciencias naturales ya que al enunciar leyes y regularidades se podría conocer y predecir el futuro de la humanidad. Pese a lo equivocado del planteamiento tanto las cuestiones como algunos de los métodos usados han tenido trascendencia y sentaron las bases del estudio antropológico.

A principios del XX y hasta mediados del mismo se cambiaron las premisas y desarrollaron tanto en el continente europeo (Francia sobre todo), como en las islas británicas y en USA distintas escuelas antropológicas que rechazando la pretensión de ciencia dura que había orientado a los fundadores porque la antropología no podría “nunca” descubrir los orígenes de las instituciones ni sus causas. No existía la ciencia de la historia ni leyes históricas que se repitieran y predijeran. No podía tenerse una antropología especulativa dado que la intensa actividad etnográfica que se llevaba a cabo mostraba más diferencias que semejanzas.

Tanto la recopilación de datos, como su exposición tenían subyacentes postulados teóricos de alcance mínimo o medio se formulaban conclusiones que pretendían fuesen del mayor alcance posible. Se divulgaron entre otras disciplinas y entraron en la perspectiva y concepción que sobre la humanidad y sus culturas tenía el público en general. El problema es que sus bases intelectuales y etnográficas eran flojas incorrectas o mal interpretadas por lo que el conocimiento no era ni científico ni verdadero. Se exageraron los ingrediente extraños o exóticos, se resaltaba lo divergente e incomparable y el conocimiento del “otro” tomó un sesgo fuertemente etnocentrista negando el determinismo histórico, el que impone la naturaleza y lo irracional desacreditó una ciencia humana, la antropología, que se centraba en el estudio de los aspectos ideográficos, únicos y no repetitivos.

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