Pensamiento Romano
aridnere130825 de Mayo de 2015
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Pensamiento Romano
El tipo de educación griega que hemos visto afirmarse gradualmente en Atenas, y que en Isócrates había encontrado su teórico, es el que acabo por prevalecer y difundirse por todo el mundo helenístico-romano. La educación media es impartida principalmente por el gramático y consiste en la lectura y comentario de los “clásicos”: Homero, Hesíodo, los líricos y los trágicos. La educación superior es sobre todo de carácter oratorio y por lo mismo está confiada al rétor, más tardes también llamado sofista.
En primer lugar, en el curriculum o plan normal de estudios nunca está ausente del todo el aspecto científico-matemático, se le conoce como parte de aquella “cultura general” que la educación helenística se proponía conscientemente impartir. Tal cultura, denominada “enciclopédica” en el sentido de formación multilateral y no especializada o profesional, comprende también las “mathemata” pitagóricas.
Ya hemos dicho que una de las características de la cultura helenística es una especialización científica que no implica en modo alguno la vulgarización en gran escala de los resultados conseguidos. Mención aparte merecen las escuelas filosóficas, las instituciones de alta cultura como el Museo de Alejandría, y las escuelas de medicina. En ellas más que en otras partes sobrevivía una característica privativa de la educación superior de la Grecia clásica o sea, la convivencia cotidiana y prolongada del maestro con un pequeño grupo de discípulos.
La educación siguió siendo durante largo tiempo, incluso en el periodo helenístico-romano, sobre todo privada. Solo durante el bajo Imperio Romano se llegará, a una gestión directa por el Estado de gran parte de la educación superior y a una intervención minuciosa en los otros dos grados. Los Monarcas no intervienen en calidad de tales en la organización educativa, y si acaso en calidad de benefactores o mecenas, al igual que muchos particulares acaudalados. Las polis se ocupan cada vez más de la educación no tanto en el sentido de la administración directa, sino en el de ampliar y perfeccionar la legislación pertinente, de modo de estimular y controlar las escuelas particulares.
La escuela elemental era la escuela de las primeras nociones, de los rudimentos. Solo para aprender a leer y escribir y a hacer algunas cuentas se consideraban necesarios de cuatro a cinco años. La lentitud de la enseñanza dependía probablemente de los métodos didácticos y disciplinarios entonces en boga y que no eran muy diversos de los que se aplicaban en las escuelas elementales populares de unos dos siglos, con resultados igualmente malos.
La lectura y la escritura se enseñaban con un método en extremo árido y nemónico, del tipo que hoy se denomina analítico- alfabético. Es decir, se empezaba aprendiendo de memoria el alfabeto, a continuación se aprendía a trazar una por una de las letras, se pasaba luego a combinarlas en sílabas y por último se llegaba a las palabras. No se preocupaba en lo más mínimo de despertar el interés y la curiosidad de los alumnos; si se distraían o no adelantaban lo suficiente se procuraba corregirlos mediante los sempiternos medios de la mala pedagogía, o sea, con azotes y otros castigos debidamente graduados.
Tampoco la educación secundaria era muy satisfactoria: prolijas distinciones gramaticales, un nocionismo vulgar en el comentario de los autores clásicos, pesados ejercicios de memorización, ejercicios de composición conscientes en el desarrollo de temas consabidos, con una neta orientación hacia el tipo de discurso retórico que construirá el núcleo de los recibos sucesivos. La característica más importante de la educación secundaria helenística es la aparición del libro de texto; la escuela del diálogo de Sócrates y Platón se ha convertido
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