Platon
frentenazarenoTesis13 de Noviembre de 2014
7.138 Palabras (29 Páginas)175 Visitas
1. Contexto histórico-cultural y filosófico.
El autor del texto es PLATÓN, filósofo griego de la época clásica.
El contexto histórico-político de la filosofía platónica es el de la ciudad-Estado griega
(polis) durante el último tercio del s. V a. C. y la primera mitad del s. IV a. C. (Platón vive entre los
años 427- 347 a. C.). Tiene una especial importancia la Guerra del Peloponeso (431- 404 a. C.), que
llevó a enfrentarse a atenienses contra espartanos. El problema histórico con el que se encuentra
Platón deriva del desenlace y de las consecuencias de esa guerra: la democrática Atenas –antes
aristocrática, pero tras las Guerras Médicas (492- 479 a. C.) se produce un cambio social: la
democratización de la sociedad y la irrupción de las capas populares en la vida pública; el filósofo
se convierte en el educador y preparador para la vida pública- es derrotada por la aristocracia
militarista de Esparta (ayudada esta última por los persas). Se impone a Atenas un gobierno
oligárquico (del amor a las riquezas), el de los Treinta Tiranos (404-403 a. C.), que lleva a la
democracia ateniense a una profunda crisis de sus fundamentos.
La procedencia familiar y la educación del joven Platón (apodo que recibe por su complexión
fuerte, su nombre es Aristocles) es aristocrática. Los aristócratas de Atenas no escondían sus
simpatías por la educación, el orden y la eficacia de los espartanos. A los veinte años de edad, y
con el fin de prepararse para el objetivo de su vida, para la actividad política, Platón comenzó sus
contactos con Sócrates. Muy pronto se convirtió en uno de sus seguidores más entusiastas. Estaba
dispuesto a emplear sus conocimientos en la tarea política.
Pero la dictadura de los Treinta Tiranos cometió grandes abusos, intentando implicar al
propio Sócrates en el arresto y condena de un ciudadano, a lo que Sócrates se negó. Platón quedó
muy pronto desencantado y rechazó la invitación de sus familiares Crítias y Cármides (parientes de
su madre y que formaban parte de ese régimen) a participar en las tareas de gobierno. Al cabo de un
año se produce el restablecimiento de la democracia en Atenas. Bajo este régimen tiene lugar el
juicio e injusta condena a muerte de su admirado maestro Sócrates (399 a. C.). Este segundo
desengaño político y humano alteró profundamente las expectativas e inquietudes de Platón y
determinó su abandono definitivo de la actividad política para consagrarse a la reflexión filosófica
(si bien en Siracusa, con los tiranos Dionisio el Viejo y su hijo, Dionisio el Joven, intenta llevar a la
práctica el ideal político que elabora en su filosofía; no lo consiguió).
La primera mitad del siglo IV a. C. supone la ruina económica del imperio ateniense, guerras
intestinas por el poder político (tras la muerte de Pericles, año 429 a. C.) y un cuestionamiento
generalizado sobre el tipo de ciudadano y el régimen político capaz de asegurar un Estado justo
regido por un gobierno justo. Platón prefiere dedicar su vida a reflexionar sobre los fundamentos del
Estado justo antes que mancharse con la suciedad de una vida política sumida en la corrupción,
tanto bajo un régimen oligárquico como democrático. Los políticos que gobiernan o pretenden el
poder son educados por los Sofistas.
El contexto cultural viene representado por el triunfo del clasicismo griego, con tres
manifestaciones decisivas: primero, el esplendor de la literatura dramática ateniense con Sófocles,
Eurípides y Esquilo, que llevan a escena las grandes inquietudes personales y políticas del hombre
griego, afectado por la crisis política y social. En segundo lugar, el florecimiento espectacular de las
artes plásticas, escultura y arquitectura, como expresión del sentimiento colectivo de pertenencia a
la comunidad. Finalmente, la culminación de los géneros literarios, en especial la retórica (de la que
hicieron los Sofistas el arte de persuadir mediante la palabra), con Lisias que fustiga a los Treinta
Tiranos; la comedia, con Aristófanes, que somete a crítica, en clave humorística, las instituciones
familiares y ciudadanas; el género histórico, con Herodoto y Tucídides, funda el saber histórico
como seña de identidad colectiva del pueblo.
El contexto filosófico en el que se desarrolla el pensamiento de Platón está marcado por
tres influencias: en primer lugar, la crítica al pensamiento de Heráclito y Demócrito, y a los
fisiólogos presocráticos, rechazando el devenir y el pluralismo, el azar y la ciega necesidad y
apostando por la vía de la identidad, del ser permanente, uno, eterno e inmóvil de Parménides para
la realidad máxima, las Ideas. En segundo lugar, la crítica y el rechazo del relativismo y
escepticismo de los Sofistas. Por último, la influencia de su maestro Sócrates es tan importante, que
es difícil distinguir hasta dónde llega el pensamiento del discípulo y el del maestro. La búsqueda
socrática de los conceptos universales (y de la Verdad absoluta), como claves del saber práctico
ético-político, conduce al planteamiento platónico de la Idea como modelo eterno, esencia y
prototipo de la realidad y del conocimiento. Esta posición teórica va íntimamente unida a la
preocupación socrática por el saber que nos conduce a la virtud y ésta a la felicidad (intelectualismo
moral socrático): Platón siempre terminará afirmando que el conocimiento de la Idea del Bien en sí
es el requisito indispensable para la vida virtuosa y feliz del individuo, y para el gobierno justo de la
ciudad.
La teoría platónica de las Ideas, eje de su filosofía, recoge y manifiesta estas influencias: de
Heráclito, Platón asume el concepto del devenir y del cambio como característica del mundo
sensible. El ser uno, eterno e inmóvil de Parménides constituye el modelo de mundo inteligible, de
las Ideas eternas. Los números, las nociones de reencarnación y transmigración de las almas de los
pitagóricos y los conceptos universales de Sócrates se incorporan a la Idea y a la noción de alma
como lo verdadero y permanente. Platón rechaza el atomismo mecanicista de Demócrito y recoge el
concepto de nous de Anaxágoras y del Logos de Heráclito como principio de unidad y orden en el
universo físico. Finalmente, oponiéndose al escepticismo y al relativismo de los Sofistas, Platón
afirma el intelectualismo moral de Sócrates: la posibilidad y necesidad de un conocimiento
universal, fundamento de la vida sabia y virtuosa y del Estado justo, gobernado por los filósofos
educados en el conocimiento de las Ideas y del Bien supremo.
El fragmento que nos toca comentar pertenece a la obra más importante de Platón, la
República (título griego, Politeia; del Estado o sobre la justicia, o del hombre justo). Fue escrita en
un período comprendido entre 390-370 a. C. (el libro primero pertenece al periodo socrático, los
nueve restantes al de madurez). En la obra están presentes casi la totalidad de los temas que
Platón trata en su filosofía: teoría de las Ideas, ética, política, concepción antropológica y
psicología, educación, teoría del conocimiento y pensamientos teológicos. De las cinco secciones en
las que podemos dividir los diez libros que la constituyen, la sección específicamente filosófica la
componen los libros V, VI y VII.
El texto que nos ocupa pertenece al Libro VII: en él explica Platón el proceso formativo,
educativo al que es sometido el filósofo, llamado a ser el regente del Estado ideal. La educación se
posiciona en un lugar central en este libro, su proceso nos lo comenta a través de un mito: Mito de
la caverna. Tras su representación, nos plantea la liberación –educación- de un hombre que pasará
del mundo sensible al noético, interpretando esta alegoría como la liberación del alma atada al
cuerpo para la contemplación de la Idea del Bien.
2.
a) Expresiones.
Afecciones. Son las cuatro actividades del alma o niveles de conocimiento: dos inferiores la
conjetura o imaginación (eikasía) y la creencia (pistis). Ninguna conduce a la verdad, sino más bien
a la opinión, porque su nivel de realidad es lo visible y físico. Las dos actividades superiores son la
inteligencia (nous) y el pensamiento discursivo (dianoia). Estos sí llevan a la verdad.
Alma. El hombre es una criatura dual, que participa igualmente del mundo de los sentidos –lo
perecedero– y del mundo de las Ideas –lo eterno e inmutable. También creía que el alma de cada
hombre había existido en el reino de las Ideas antes de encarnarse. Ya dentro del cuerpo, sólo
recordamos vagamente las Ideas. Las cosas de este mundo le recuerdan las Ideas. Este recuerdo
despierta en el alma un deseo de volver a la verdadera morada del alma. Desde ese momento, el
cuerpo y el mundo de los sentidos se empiezan a ver como algo imperfecto e insignificante. El alma
ansía liberarse de las cadenas del cuerpo, por ello la unión es accidental y temporal.. Teniendo en
cuenta esto, el filósofo debe ir en contra de lo que hace la mayoría de las personas, las cuales se
...