Politización del arte “El poeta, el intelectual, el artista en general,
maligagaEnsayo21 de Junio de 2017
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La politización del arte
“El poeta, el intelectual, el artista en general,
debe decidir al servicio de quién poner su actividad.
La situación social y política lo obliga”.
Tanto título y epígrafe de mi presentación han sido tomados de “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” de Walter Benjamin: , y con ello agradezco la invitación a esta mesa de análisis sobre la cultura en San Luis Potosí.
Mucho se ha hablado con respecto a que el arte –en general- es la extensión de la realidad. Asimismo, que los acontecimientos históricos, el hombre por su naturaleza innata de generar memoria, los ha traducido en expresiones artístico-culturales en su más diversa gama de representación y significación.
Theodor Adorno cuestionó si podría escribirse poesía después de Auschwitz, y yo respondo que no sólo se puede sino se debe hacer literatura, pintura, música, y un sinfín de actividades artístico culturales en calidad de protesta por este tipo de actos genocidas.
Por lo anterior, estimo que el arte purista sin nexos con lo político deja a la propia actividad del ser humano inerme ante fenómenos estéticos generados desde gobiernos que apuestan, inmoralmente, por la cosificación del arte y la banalización de la cultura.
Me aventuro a mencionar que en su más depurado concepto la política es también una arte y este último como creación del hombre debe estar ligado con la concepción aristotélica del “zoon politikon”. Intrínsicamente, gobernar, es ante todo arte, habilidad, olfato, sentido común, experiencia, destreza y audacia; lo sabían los antiguos como los recién llegados a la modernidad. Pienso en Plutarco, y también en Shakespeare, Montaigne y, por supuesto, Maquiavelo. La política, antes que inanimadas reglas e instituciones, implica y confronta a, un artista, un actor, un protagonista: a un “zoon politikon” con alta sensibilidad histórico-cultural.
Y no peco de ingenuo, pues me queda perfectamente claro que no es lo mismo hablar de “arte y política” que de “lo político en el arte”. Lo advierto para que no nos confundamos y se generen falsas conceptualizaciones, que de suyo existen en cualquier discurso que trate de fusionar culturalmente arte y política.
Por otra parte, la expresión de muchos creadores de arte trasciende su obra y entonces su persona ha sido un arma para manifestar descontento con el funcionar de políticas incorrectas, de actos de impunidad y corrupción. Y como iniciativas ciudadanas en este sentido me permito nombrar al poeta Javier Cicilia y su Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, a grupos de actores de teatro y cine con su postura ante la reforma a la Ley de Telecomunicaciones y al mismísimo Alfonso Cuarón cuestionando a Enrique Peña Nieto sobre la –contra- reforma energética.
Decía Platón en su “República” que este tipo de régimen de gobierno debería estar conducido por sabios, por reyes filósofos para ser precisos, y en ese sentido tendríamos un gobierno perfecto. Sin olvidar el trato particular que el propio creador del “Mito de la Caverna” tuvo para con los poetas; el de Salomón, Marco Aurelio, Federico el Grande, Nezahualcoyotl, entre varios serían algunos ejemplos al respecto ¿no lo creen?
Traigo a colación lo anterior en virtud de que las Secretarías de Cultura deberían estar en manos de escultores, pintores, escritores, etcétera y con ello, estoy seguro, el desenlace de las actividades artístico-culturales tendría mejor derrotero.
Recuerdo anecdóticamente los 80 del siglo pasado cuando el estado de Colima fue gobernado por la maestra y poetiza Graciela Alvarez del Castillo y que a la postre estaría en la dirección del Museo Nacional de Arte Mexicano, con un desempeño honorable en ambos cargos.
Es decir, no todos los políticos son indolentes a la cultura, como tampoco no todos los artistas e intelectuales son indiferentes al acontecer del la “polis”.
Un caso prácticamente reciente y significativo es del cantante
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