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Pragmatismo


Enviado por   •  24 de Abril de 2014  •  5.777 Palabras (24 Páginas)  •  236 Visitas

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vLa doctrina filosófica del pragmatismo es –como dice William James– un nombre nuevo para viejos modos de pensar. Sólo que antes de James se usó fragmentariamente y a modo de preludio, y él sistematiza la doctrina y generaliza su misión.

El pragmatismo cree que el hombre es incapaz de captar la esencia íntima de las cosas, que la razón humana es incapaz de resolver los enigmas metafísicos y desvía entonces su atención a los resultados prácticos, vitales de las ideas y creencias. La actitud del pragmatismo es de desprenderse de las primeras cosas, causas, categorías, principios, substancias, y fijarse en los frutos, efectos, resultados prácticos de las ideas. El pragmatismo cree que el pensamiento no tiene por finalidad conocer las verdades metafísicas, sino orientarnos, ajustarnos prósperamente a la realidad. El pensamiento es como una función vital que tiene su papel en la conservación y preservación de la vida. Introduce un nuevo concepto de la verdad. Para el pragmatismo un pensamiento es verdadero cuando es útil y fomentador de la vida. Este pensamiento pragmatista se enmarca dentro de las filosofías de la vida para las cuales la vida humana es el valor cimero, siendo todos los otros valores medíos útiles para el fomento de la vida: la verdad es lo útil y conveniente al hombre; el conocer y el pensar son funciones al servicio de la conservación y promoción de la vida.

Hagamos una objeción inicial a los presupuestos y valoraciones últimas de estas doctrinas vitalistas y pragmáticas.

El fomento de la vida práctica biológica, no puede ser considerado como la finalidad del hombre. Ajustándonos a un riguroso positivismo, la vida humana se presenta como el fenómeno de que ciertas actividades inmanentes al organismo, trascienden de él. «La vida –decía Simmel–consiste en ser más que vida; en ella lo inmanente es un trascender más allá de ella misma».

Ese conjunto de funciones vitales, cuyos productos tienen una consistencia trascendente a la vida, trans-vital, es lo que constituye la vida espiritual. La vida humana pues no es mera zoología o fisiología, sino que también es creación de algo trans-biológico –un poema, un sacrificio, una filosofía–. Es decir, que la vida no tiene un fin inmanente y encerrado en ella misma, no es el valor último al que todos los restantes están subordinados, sino que ella a su vez se convierte en instrumento de realización de los valores espirituales de la bondad, la verdad y la belleza, los que constituyen los fines trascendentes de la vida.

El pensamiento empezó siendo un dócil instrumento de la vida, para el servicio y fomento de ésta; pero el pensamiento ya ha llegado a su mayoría de edad y se puede emancipar de las necesidades prácticas que lo originaron. El hombre comenzó a pensar para poder comer y ha evolucionado hasta el grado en que ya hay hombres que comen solamente para poder pensar.

Está bien fomentar la vida, pero como medio de que brote en ella la flor del espíritu.

El Pragmatismo de William James

El dilema actual de la filosofía

Escribe W. James en su obra «Pragmatismo» que la historia de la filosofía, considerada en grandes líneas, no es sino el choque de los temperamentos humanos, es decir, de esos modos individuales de ver y sentir la vida. Cada filósofo interpretará a los hechos de acuerdo con su temperamento. Será su temperamento el que, más que sus premisas estrictamente racionales, alimentará su más íntima propensión.

Esta diferencia de temperamento se ha producido también en literatura, en arte, en política, en las costumbres y por supuesto, en la filosofía. En filosofía tenemos también un contraste entre el racionalista y el empirista: el primero ama a los principios eternos y abstractos, el segundo a los hechos en toda su ruda variedad. Caracteriza James del modo siguiente a estos dos tipos filosóficos: el racionalista (tender minded) es intelectualista, idealista, religioso, optimista, libre arbitrista, monista, dogmático; y el empirista (tough-minded) es sensacionista, materialista, irreligioso, pesimista, fatalista, pluralista, escéptico. (Como se ve este contraste repite el problema filosófico medieval de la pugna entre realistas y nominalistas). Sus mutuos juicios son al modo de las diferencias que se suscitan cuando un turista de Boston se mezcla con gente de una tribu de Cripple Creek. La mayoría de nosotros, estima James, aspira a las cosas buenas de uno y otro lado.

Del mismo modo que el pueblo norteamericano en su formación histórica, étnica, [25] abrió sus puertas y puertos a todos los pueblos y aceptó variadas y diversas inmigraciones, así también la filosofía norteamericana en formación, dice por boca de James: «Los hechos ¿no han de ser buenos los hechos? Dadnos, pues, hechos. Los principios también son buenos, dadnos, pues principios también». Se aceptaban todos los materiales para arquitecturar al pensamiento norteamericano. Ya se vería luego en la práctica los que resultarían buenos.

Hace James una fina disección de las tendencias espirituales que animan a sus contemporáneos. «Nunca hubo –dice– tanta mentalidad decididamente empiricista como en la actualidad. A pesar de lo cual nuestra estima por los hechos no ha neutralizado en nosotros toda religiosidad. Nuestro temperamento científico se halla ungido y urgido por cierta devoción. (Aquí James hace veladamente una confesión autobiográfica. Aquí aparecen las dos líneas o corrientes que informan su actitud, su pensamiento: por una parte el cientificismo y realismo de Agassiz, su profesor; por otra parte la religiosidad de su padre Henry James. Una situación filosófica semejante se da en nuestro Luz y Caballero cuyo pensamiento se integra en parte por la formación juvenil religiosa y en parte por su extenso conocimiento de la física, química e historia natural).

Ahora se plantea James su problema principal. Si un hombre de este tipo –de tendencia empírica y fondo religioso– se hace amante de la filosofía, ¿qué habrá que hacer? y se responde: ¡Pedirá hechos! ¡Pedirá ciencia!, pero también pedirá una religión.

Ahora bien, se pregunta James, ¿qué géneros de filosofía se ofrecen actualmente para satisfacer tales necesidades? (Nótese ya en la raíz utilitaria de esta pregunta el sesgo que va a tener la filosofía de James, que brota de esa pregunta, de esa raíz. Se busca una filosofía que satisfaga a nuestras necesidades, una filosofía que sea útil, que nos convenga, que se ajuste a nosotros. Aquí se busca a la filosofía como se busca un traje que venga bien,

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